“ ¡BILL! ¡BILL POR FAVOR! VEN BILL, TE LO SUPLICO, ¡NO NOS DEJES! ”
Aquellas súplicas acompañadas con el llanto desgarrador de Tom, fue lo último que Bill había escuchado antes de verlos irse de su lado. Las lágrimas de dolor, no solo por la bala en su cuerpo si no por el ver cómo 'sus niños' escapaban sin rumbo alguno, lo destrozaban. Bill trago saliva cerrando sus ojos para, de una vez por todas, entregarse al único destino que tenía planeado, morir.
Pero no fue así..
Tenía muy pocos y breves recuerdos de lo que había sucedido después, solo se veía a si mismo muerto de dolor y empapado de sangre, con varias enfermeras y médicos a su alrededor. Dos policías vigilando constantemente y algunas que otra palabras distorsionadas de estos a medida que él lograba recuperarse.
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“ Debimos dejarlo morir, sería uno menos en este mundo ”
“ Es una persona como tú y como yo, si fueras tú el que está muriendo, a pesar de todo lo que hayas cometido, también te gustaría que te den otra oportunidad ”
Pasaron dos días hasta que Bill logro recuperarse por completo, abrió sus ojos y se encontró con uno de los policías observandolo de mala manera.
Policía: No sé que era preferible, si salvarte o dejarte morir
Bill: ¿Por qué estoy aquí?
Policía: Porqué te di una segunda oportunidad, pero de todas maneras vas a pagar porque eres un criminal —Responde— Apenas te den el alta irás a la cárcel, Bill
Bill: ¿Dónde están ellos? —Pregunta con preocupación—
Policía: ¿Ellos quienes?
Bill: Mis chicos, Tom, Marcus, Colín, Giselle ¿Dónde están?
Policía: Oh, los pequeños criminales en potencia —Bromea irónicamente— Sí, te diré dónde están —Rasca su nariz— 3 metros bajo tierra. —Un silencio invade la habitación— Bueno, de la chica no tenía idea la verdad pero los otros tres que estaban contigo, estaba muertos.
Bill: Eso no es verdad — Niega con su cabeza frunciendo sus cejas mientras sentís como sus ojos se aguaron al instante—
Policía: Si lo es, intentaron escapar, robaron un auto y chocaron —Explica relamiendo la parte interna de su mejilla— No quedó ni uno. Puedo enviarte fotos de sus tumbas si quieres, con sus nombres. —Sonríe— Lo gracioso de todo esto es que tu nombre también está junto a la de ellos, pero mírate, aquí estás
Bill traga saliva cerrando sus ojos. Sus labios temblaban al igual que su cuerpo. Aquella noticia que terminaba de escuchar fue un balde de agua fría. Aquellos niños, que crío y vio crecer, que apoyo, que motivo y que dió todo de si mismo para poder darles lo mejor, ya no estaban. Y eso, dolía. Podría soportar el dolor inaguantable de estar desangrándose pero no era comparado ni por poco con el dolor que estaba sintiendo en ese momento.
