Capítulo 36 (Parte 1)

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Hacia rato que los rayos del sol habían comenzado a bañar las calles y los edificios más altos, sumidos aún en un profundo silencio que más que serenarme produjo en mí el efecto contrario

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Hacia rato que los rayos del sol habían comenzado a bañar las calles y los edificios más altos, sumidos aún en un profundo silencio que más que serenarme produjo en mí el efecto contrario. Necesitaba bullicio, colas, tráfico y coches pitándome sin ninguna razón; cualquier cosa que me permitiera alejar la mente de todo lo que había sucedido, de lo que había pasado entre Axel y yo....

Aún me sentía frenética y podía notar como las mejillas me ardían ante el recuerdo. Abrí la ventanilla dejando que una gélida brisa se colara en el interior de Thor, poniéndome la carne de gallina. Respiré hondo cuando me paré en el primer semáforo y mis dedos tamborilearon nerviosos sobre el volante. Aún no podía creerlo. Para ser precisos no podía creerme nada. ¿Axel...?¿Axel... estaba enamorado de mí? Una punzada sacudió mi estómago, aunque no era nada desagradable, sino todo lo contrario. Parte de mi cerebro insistía en que todo debía haber sido una alucinación, y en que probablemente, alguien debía haberme drogado en algún momento de la noche. Pero no podía quitarme de la cabeza los besos de Axel, tan posesivos, tan devastadores... Había sentido su desesperación como si fuese la mía propia, porque yo había estado deseando aquellos besos con la misma necesidad, con ese mismo fuego que me había abrasado de arriba a bajo, sin ningún tipo de piedad.

"Mi Emma", había susurrado contra mi piel, y aquellas palabras escondían una verdad que yo no le había confesado: Que sí era su Emma, y que lo había sido desde hacía más tiempo del que me había permitido reconocer.

No había habido ninguna mentira, sino todo lo contrario, una realidad embriagadora, una realidad que jamás había creído posible. Pero por todos los dioses, sí que lo era. Si cerraba los ojos aún podía sentir sus manos, sus besos cálidos contra mi cuello y el roce de su lengua haciendo desaparecer todo el control que poseía sobre mi cuerpo. Aferré con fuerza el volante cuando el semáforo se puso en verde y me obligué a pisar el acelerador para continuar la marcha.

Axel estaba enamorado de mí.

Madre mía.

Traté de contener mis emociones, porque se estaban desbordando sin ningún tipo de control, haciéndome sentir ridículamente feliz. Tan feliz que parecía mentira. Tan feliz que tenía miedo de olvidar un mísero detalle de todo lo que había ocurrido.... Contuve el aliento un sólo segundo. Estaba segura de que tendría que morirme para que el destino pudiera arrancarme un sólo recuerdo, una sola de las sensaciones que había sentido. Pero entonces las palabras de Axel atormentaron mi mente una segunda vez desde que había sugerido que él podría no recordar nada.

En aquel momento, tendida aún sobre su cama, no había podido dejar de observar su perfil, contraído en una mueca de dolor y enfado, y yo no había podido evitar pensar que aquello era culpa mía. Que tendría que haberme marchado de allí en el mismo momento en el que se retiró enfadado hacia su habitación, porque sabía que en parte aquel carácter gruñón se debía a los efectos de la bebida que aún continuaban en su cuerpo. Pero es que aquel detalle había desaparecido de mi mente en el mismo momento en el que me aprisionó contra la pared y mis labios quedaron atrapados entre sus dientes. Dios, ¿podía decirse que me había aprovechado de él? Iba a ir al infierno de cabeza... Pero siendo sincera eso era lo último que me preocupaba, lo último que rondaba mi cabeza, porque lo primero estaba teñido de un atrapante gris oscuro.

La mala del cuento ©.  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora