Capitulo Especial

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Nos remontamos al episodio 72 De la novela "el sultán". Dónde Firuze se encontraba junto al Sultán Suleiman el día del jueves santo.




Me encontraba devastada, lo había perdido todo. El amor del sultán ya no me pertenecía, así que debía cumplir con la apuesta que hice con Firuze. El dolor que sentía me llevo a cometer una tontería.

Nadie me detuvo, nadie estuvo allí para salvarme, el amor de mi vida me había abandonado. Mientras sentía como el veneno hacia efecto en mi cuerpo los recuerdos abrumaron mi mente. Las noches maravillosas junto al sultán, los rostros alegres de mis hijos no abandonaron mis pensamientos.

Sin embargo pequeños susurros captaron mi atencion eran las palabras dulces de mi sultán recitandome una de sus más hermosas poesías que había compuesto únicamente para mí:

"Trono de mi mihrab solitario, mi bien, mi amor, mi luna.
Mi amiga más sincera, mi confidente, mi propia existencia, mi sultana, mi único amor.
La más bella de las bellas...

Mi primavera, mi amada de cara alegre, mi luz del día, mi corazón, mi hoja risueña...
Mi flor, mi dulce, mi rosa, la única que no me turba en este mundo...

Mi Estambul, mi Caraman, la tierra de mi Anatolia
Mi Badakhshan, mi Bagdad y mi Khorasan
Mi mujer de hermosos cabellos, mi amada de ceja curvada, mi amada de ojos peligrosos...

Cantaré tus virtudes siempre
Yo, el amante de corazón atormentado, Muhibbi con los ojos desbordados de lágrimas, yo soy feliz."

En mi rostro, antes triste y melancólico, apareció una radiante sonrisa, aunque sabía que ese pequeño susurro solo era el último consuelo que me brindo mi mente, era demasiado tarde, mi fin se acercaba, poco a poco cerré mis ojos, la vida abandonaba lentamente mi cuerpo.




La sultana Hurrem la más hermosa del palacio, la concubina, esposa y amor de Suleiman había muerto sola y con una sonrisa en los labios, cubierta de los recuerdos de su amado.

Media hora después Afife la encargada del harem, fue a buscar a la sultana Hurrem para darle la buena noticia de que Firuze no había pasado la noche con el sultán. Sin embargo lo que encontró la perseguirá toda su vida.

El cuerpo inerte de la Sultana permanecía en el suelo junto a un frasco vacío. Afife grito desesperadamente llamando a la doctora, pero ya era demasiado tarde cuando llegó, hace ya quince minutos que Hurrem había dejado de respirar.

La noticia llegó rápidamente a los oídos del sultán, su amada esposa había muerto por su culpa, la ira hacia Firuze se hizo cada vez más fuerte. Destruyó todo a su paso, sus aposentos si aún se le podían decir así, estaban devastados.

¿Cómo se enfrentaría a sus hijos? ¿Qué les diría? ¿Podría sobrevivir al infierno de estar sin ella?

Tocaron la puerta de sus aposentos, pero él no estaba en condiciones de recibir a nadie, aún así, su amada hija la sultana Mihrimah quería verlo, un poco de cordura regreso a su cuerpo, el rostro deslumbrante de su hija podría calmarlo.

La joven sultana entro en los aposentos llena de lágrimas, la tristeza la inundaba. Abrazo fuertemente a su padre, ella sentía asco tan solo tocarlo, lo culpaba por lo que había pasado, aún así necesitaba mantenerlo de su lado para lograr vengarse de todos los que hirieron a su madre, incluído el gran sultán Suleiman.













— Padre, no puedo soportar este dolor. Mi madre se ha ido, estoy segura que ella no se suicidó. Alguien quería apartarla de nuestro lado.

Sus palabras resonaban en mi cabeza, ¿Podría ser cierto? ¿Quien se atrevería hacerlo?

Obsesionado con la Sultana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora