Capitulo XVI "Atrevimiento"

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Salí del palacio esta tarde para visitar a las personas del mercado, quería cerciorarme que todo estuviera en orden.

Aparentemente todo iba bien la gente estaba feliz y el mercado producía suficientes ganancias para los ciudadanos, sin embargo un alboroto captó mi atención

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Aparentemente todo iba bien la gente estaba feliz y el mercado producía suficientes ganancias para los ciudadanos, sin embargo un alboroto captó mi atención.

— Escuchen todos, nuestro sultán ha sido hechizado por la bruja rusa, Hurrem, ya lo hizo una vez, debemos detenerla esa mujer es caos y destrucción para el imperio.

— Escuchen todos, nuestro sultán ha sido hechizado por la bruja rusa, Hurrem, ya lo hizo una vez, debemos detenerla esa mujer es caos y destrucción para el imperio

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— ¿De qué habla efendi? El Sultán puede decidir con quién estar, eso no es asunto nuestro — contesto uno de los comerciantes.

— No pueden ser tan ciegos, ella lo está manipulando. Logro que la madre sultana fuera expulsada ¿Cuándo se ha visto algo así en nuestro imperio? Debe irse de aquí.

— Eso es verdad, debemos liberar al sultán de ese embrujo — empezaron a coincidir más personas con este planteamiento absurdo.

Escuchar tales acusaciones me enfurecieron, rápidamente ordene a mis acompañantes que lo capturaran sin que nadie se entere, quiero ver a ese bastardo arrodillado pidiendo perdón por su atrevimiento.

Poco después me encontraba en los calabozos del palacio, nadie sabía que me encontraba ahí, a excepción de mis hombres de confianza entre ellos Malkoçoğlu Bali Bey.

La lealtad que este hombre demostraba era única, a pesar de no estar de acuerdo con algunas decisiones, él no refutaba, al contrario las cumplía a cabalidad.

— Así que la bruja rusa me ha hechizado — lo mire con asco.

— Mis sultán, le ruego me perdone, no hablaré nunca más de la sultana Hurrem, por favor— el hombre se encontraba de rodillas besando mi traje, de una patada lo empuje lo más lejos que pude.

— Ja las basuras como tú qué se atrevan a faltarle el respeto a mi esposa la pagarán con sus vidas — el hombre palideció y empezó a sollozar con más intensidad.

— ¿Qué pasa? Acaso no querías salvar a tu sultán del hechizo, no creerás que con tus llantos lo harás — sonreí ante su cara de desesperación, siempre fui compasivo con los demás, pero cuando se trata de Hurrem pierdo totalmente la cordura.

— Mi sultán por favor perdóneme, yo solo repetí lo que todos dicen, le pido misericordia.

— Así que solo eres uno más del montón.

— Así es mi señor discúlpeme.

— Bueno tengo la solución para tu problema, que tal si me encargo de mantener tu boca sellada, así ya no te meteras en líos como este, si eso es lo que haremos.

— SULTAN POR FAVOR, TENGA PIEDAD, NO ME MATE.

— No te preocupes soy un sultán misericordioso, no serás ejecutado — el hombre pareció aliviarse.— Pero no saldrás ileso de aquí.

— Guardias, cortenle la lengua a este hombre, que sirva como ejemplo para todos aquellos que se atrevan a faltarle el respeto a la gran sultana Hurrem.

— Noooo, mi señor, por favor no lo hagan. Aaaahh.

Salí del calabozo, mientras se oían las súplicas y gritos atormentados del hombre, no le tome importancia, ya que tenía que cambiarme para ir con mi amada.


Al llegar a sus aposentos entre con una sonrisa, ella se encontraba sentada disfrutando de su comida, que ha decir verdad era demasiado, pero eso no tiene importancia

Al posar sus ojos en mi sonrió tiernamente, aunque esa sonrisa solo la utilizaba cuando quería pedirme algo.

— Mi rosa ¿Cómo te encuentras?— me senté a su lado.

— Me encuentro bien, ¿A dónde has ido?— pregunto directamente.

— Fui al mercado, quería ver en las condiciones que se encuentran el pueblo.

— Mmm debes tener cuidado, es peligroso que salgas del palacio — Hablaba con voz dulce y armoniosa que cautivaban mis oídos — Además quería hablarte sobre el embarazo

— ¿Te sientes bien? ¿Quieres que llame a la doctora?

— Tranquilo todo está bien solo es que últimamente me cansó demasiado, y mis cambios de humor han empeorado, de verdad necesito a alguien de suma confianza a mi lado.

— Amada mía, tienes a tus criadas y a todos los sirvientes del harem a tu disposición, además me tienes a mi — respondí, ya sospechaba por dónde iba el asunto.

— Muy bien, entonces iré al grano, quiero que Mihrimah regrese conmigo — mis sospechas eran ciertas.

— Hurrem yo creo que no es buena idea...—Hurrem me interrumpió levantandose abruptamente enfadada.

— Es mi hija y la quiero conmigo Mustafa, enserio piensas hacerle esto a tu esposa embarazada — empezó a sollozar.— No es justo que yo tenga que sacrificar todo y tú nada.

Sus llanto se hizo más fuerte, no me gustaba verla así, aún así pensaba que no era buena idea que Mihrimah regrese en este momento tan delicado, además mis hermanos aún no saben todo lo que ha pasado, no se cuál sean sus reacciones, quería evitar cualquier enfrentamiento con ellos.

— Hurrem tranquila, sabes bien el porque tus hijos están lejos de aquí, no entenderían toda esta situación.

— De eso me encargo yo Mustafa, son mis hijos y tengo derecho a verlos.

— Ahora no es buen momento, te parece que Mihrimah regrese después del nacimiento del bebé.

Trate de todas las formas de persuadirla para que desista de su petición, no obstante el que terminó cediendo fui yo.

— Hurrem tu ganas, Mihrimah regresara al palacio.

Obsesionado con la Sultana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora