Espuma de Mar

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Aspiro el delicioso olor del mar. Sal y Espuma. Dejo que las suaves olas de la tarde mojen mis pies mientras termino mi labor de cada día.

Me encanta disfrutar de estos momentos. En especial de esta hora del día. El atardecer. El aire despeina y alborota mi cabello rubio «y algo maltratado por tantas horas al sol» que se pega a mi rostro.

El olor del mar, ya forma parte de mí. Lo llevo impregnado en la piel de forma natural. Vivir junto al mar se convirtió en una necesidad cuando era pequeña. Ahora, me es imposible abandonarlo, no puedo vivir lejos de él.

Tallo una y otra vez con la cera sobre la tabla. He dejado la mía para el final. Trabajo como instructora de surf en la playa. Y no, no trabajo para nadie, soy dueña de mi misma. A pesar de que varios hoteles han querido contratarme «para su beneficio desde luego», me he negado.

—¿Necesitas ayuda con eso? —escucho su voz a unos metros de mí, pero sé que no es conmigo.

Dejé de frotar la cera y me giré un instante hacia donde escuché su voz.

Allí está él, tan ardiente como siempre. El sueño húmedo de toda la playa desde hace dos meses. Jason, es el nuevo salvavidas por el cual todas las mujeres suspiran. Debo admitirlo está muy bueno; su cuerpo está esculpido por los mismos dioses, tiene el cabello tan negro que parece azabache, la piel bronceada de tantas horas al sol y «el punto débil de todas las mujeres» unos ojos verdes para quitar el aliento. Todo un adonis andante.

—Estás babeando otra vez sobre la tabla—aparté la mirada de Jason al escuchar ese comentario—. ¿Piensas hablarle nuevamente?

Me quedé mirando a Ana que se agachó en ese instante a mi lado. Le sonreí con cariño. Es mi mejor amiga desde que llegué a la isla. Desde hace unos años juntas administramos una tienda de Surf y nos hemos vuelto inseparables.

—Ya lo hice una vez y no volveré a repetir la misma experiencia—le respondí antes de ella marcharse cargando una de las tablas que ya he pulido hacia la tienda.

Intenté hablar con él en una ocasión y fue un desastre total. No se me da muy bien iniciar una conversación con los hombres, prefiero que sean ellos los que comiencen la charla.

—Deberías confesarle tus sentimientos—regresó y se agachó una vez más a mi lado.

—¡¿Mis sentimientos?! —exclamo impactada.

—No te hagas la tonta Adri, sé que suspiras por ese hombre al igual que el resto de féminas que pasean por la playa.

—No me hago la tonta. Es solo que no pienso cometer otra estupidez. Así que dejaré que el destino, si está de mi parte, juegue su papel.—ella se pone de pie cargando otra tabla.

Terminé de encerar, recogí la otra tabla que quedaba, además de la mía y me levanté de la arena. Caminé junto a Ana hacia la tienda y guardé las tablas en el lugar de siempre.

—¿Vas a la fiesta del hotel esta noche? Todos irán. —preguntó mientras busco el bolso con mi ropa para cambiarme.

—Cuándo dices todos, ¿a quienes te refieres con exactitud? —inquiero curiosa, aunque creo saber la respuesta.

—Ya sabes, todos nuestros amigos. Todos los que trabajamos en la playa, los salvavidas, los de los carritos de comida.

—Ah.—respondí vagamente mientras entré en un vestidor. Ya imaginé quienes estaban invitados.

Espuma de Mar© ✔️ (ONE SHOT)Where stories live. Discover now