—Ya, ya lo sé —digo para mí, en un susurro—. Yo también leo las noticias.

Después de varios minutos, me acerco a la puerta del cubículo donde está Ally y repiqueteo mis nudillos contra el material.

—¿Ally, estás bien?

—Creo que he estado mejor —responde y luego se ríe—. No tenía muy claro si podría hacer del dos en un váter público pero al final he hecho hasta del tres.

Curiosa, pregunto:

—¿Del tres?

Conozco el código sobre hacer del uno o hacer del dos, pero, ¿qué significa hacer del tres?

—Vomitar hasta tu primera papilla. Eso es hacer del tres.

—Mierda, Ally —me rio. No de ella, ni de la situación, si no del humor que se gasta para todo.

—Estoy batiendo todos los récords de las cosas más escalofriantes que ha visto este retrete.

—Puedes estar orgullosa —le digo entre risas.

—¡Uy sí! Menuda mierda de vida debo de tener si me debo sentir orgullosa de esto.

Nos reímos al unísono.

—Bueno, no te frustres. Tómate tu tiempo. Llamaré a un taxi que nos lleve a casa.

—¿A casa? —Pregunta, como incrédula—. ¿Tan pronto?

—¿Quieres que en vez de llamar a un taxi ahora me toque llamar a una ambulancia después?

—¡Oye! Que estoy bien, va en serio, solo consígueme un pañal y listo.

Suelto una carcajada.

—Si necesitas un pañal a tu edad no estás bien del todo, créeme.

—¡Y qué lo digas nena! —Se oye decir a una voz desconocida desde el cubículo de la izquierda.

Me tapo nariz y boca con una mano en un intento por controlar el ruido de mi risa. Esta conversación es cada vez mejor.

—Una copa más y nos vamos —insiste Ally, ignorando a la voz entrometida y poniendo tono de súplica—. Una para ti. Yo solo quiero bailar un poco más.

—¿Bailar la danza de me estoy cagando? Eso no es muy sexy que digamos, chica —Vuelve a comentar la voz del cubículo de la izquierda.

—Me da igual no resultar sexy. Solo quiero bailar un poco más. A saber cuándo podré volver a salir de fiesta. —Replica Ally—. Igualmente, si alguien debe resultar sexy esta noche es mi amiga. Es ella la que tiene que ligar hoy.

Chasqueo la lengua, en obvia desaprobación.

—No estoy muy interesada que digamos... —dejo caer, como excusándome.

—¿No era ese best-seller erótico tan vendido lo que estabas leyendo esta tarde entre suspiros? —Me pregunta Ally, acusatoria.

—¿Y? —Salto—. Eso no significa que no pueda pasarlo muy bien conmigo misma. De hecho, creo que significa justo eso.

—Estoy a favor de pasarlo bien sola y/o acompañada, ¡solo diviértete nena! —Añade una vez más la desconocida.

Se oye el ruido de la cisterna del cubículo de Ally y segundos después abre la puerta. Me sonríe.

—Gracias voz desconocida, un placer —dice hablándole a la chica del cubículo de la izquierda—. Me lavo las manos y vamos sí o sí a por tu última copa, ¿vale? —Me dice a mí.

—¡Igualmente, chica dos y tres! —Dice la voz, riéndose.

Sonrío por la broma de la desconocida y luego me encojo de hombros, aceptando a esa última copa. Finalmente, no soy su madre, y ella ya es mayorcita. Además, parece encontrarse mejor.

Nunca te fíes de un MillerWhere stories live. Discover now