Capítulo 26

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DongHae

Luego de la comida; que no estuvo como pensé y que no fue de mi total agrado. Regrese a la oficina. Por más que intentaba pensar en otra cosas, aquellos pequeños números se me venían a la cabeza. ¿Qué demonios le sucedía? Con tales medidas, era para estar compitiendo con las modelos y sus atuendos. ¿Por qué ocultar un buen cuerpo?

Salí de mi oficina y le pedí a la señorita Morgan que me trajera un café con suficiente azúcar. No solía tomarlo así, pero estaba demasiado desconcentrado y el azúcar me espabilaría. Le pondría más atención al trabajo y no a medidas que juraría que me estaban volviendo loco.

Tomaba de mi café mientras observaba algunas cosas que estaba comenzando a analizar. Sopesaba ambas áreas. Cuál de las dos áreas tenía mejor venta de sus productos. Y la realidad era que, él área de mi madre tenía mejor venta.

Para eso, tendría que llevarlo a discusión con mi madre. No tomaba decisiones hasta no consultarlas con ella.

Unos toques en la puerta me obligan a dejar de lado, por un momento, lo que estaba haciendo.

—Adelante.

La puerta se abrió e inmediatamente mi madre entró.

—¿Ocupado? —preguntó al cerrar la puerta detrás de ella.

—Mm... Más o menos. —Ella se sentó frente a mí, al otro lado del escritorio. —Tengo algo que consultarte. ¿Tienes tiempo ahora? —pregunté pensando que tal estaba de paso. Muy rara la ves subía a mi oficina.

—Tengo tiempo, pero me gustaría hablar algo contigo. —Asentí.

—Te escuchó.

—¿Me podrías decir que alguna vez has mirado de otra manera a la señorita Moore?

—Eh... no comprendo, mamá.  ¿A qué viene esa pregunta? —Fruncí el ceño.

—Bien, seré más directa. ¿Has mirado alguna vez a la señorita Moore como si la desnudases con la mirada? —Abrí los ojos de par en par.

—¿Cómo? —cuestione.

—La has mirado así, ¿sí o no?

—En. Así 6 años, nunca.

—Entonces ni comprendo por qué se siente incómoda con las miradas.

—Mira mamá, no sé a qué ha venido esta pregunta, pero... desde que me mandaste a anotar esas benditas medidas, no he parado de cuestionarme el por qué no utiliza ropa como las demás y utiliza ropa tan larga y ancha. ¿Qué tiene de malo su cuerpo?

—Una cicatriz —dijo de pronto. La observo con el ceño fruncido.

—¿Tiene una cicatriz? ¿Dónde? —Ella negó saberlo.

—No sé donde, pero me ha contado esas dos cosas. Se supone que no dijera nada, pero es que es demasiado extraño. Aunque lo de esa mirada tuya, se la creo, eh. Tienes esa mala costumbre de no saber manejar esa mirada seductora que te gastas. A mala hora heredaste eso de tu padre. —Me encogí de hombros.

—No tengo la culpa.

—Sé que no tienes la culpa, pero puedes tener un poco de más cuidado en ese sentido. No todas corresponden a esas miradas.

—Intentaré tener más cuidado. Aunque me sale muy natural. —Mi madre hizo un gesto de desagrado, lo cual provocó que me riera. —Tranquila. Era una broma.

—Más te vale —reí de nuevo.

—Oye, mamá. ¿Qué te parece si dejamos esta área de lado?

—Con esta área, te refieres a ¿tu área? —Asentí. —Pues la verdad no sé. ¿Por qué lo preguntas?

—Verifique que área genera más... —Ella frunció el ceño confundida. —Te explicó... hace unos días pensé que podríamos sopesar todo nuestro trabajo. O sea, ambas áreas. Y descubrí, verificando los documentos de ganancia que, tu área dobla la cantidad de ganancias a la mía.

—¿A qué quieres llegar exactamente?

—Pienso abandonar esta área.

—¿Qué? —cuestionó sorprendida.

—Mamá, invertir mucho dinero y no llegar a lo esperado, es como un fracaso. Las últimas tres colecciones fueron casi un fracaso. Ponerle el proyecto en las manos de Emily es cómo hacer un experimento. Claro, si fracasa, no le echaré la culpa, puesto que yo mismo le he pedido regresar.

—Pero es que... ¡Hijo, es una locura! Y todos esos empleados, ¿qué haremos con ellos? Se quedarán sin trabajo.

—Me duele decirlo, mamá, pero... estamos perdiendo mucho dinero. —Mi madre parecía estar aterrada con la noticia. —Solo... analízalo, ¿sí?

Era demasiado para procesar en tan solo un segundo.

Se marchó de la oficina sin decir mucho. Me daba mucha pena habérselo comentado, pero en algún momento tendría que hacerlo.

Salí de mi oficina al cabo de un rato. La señorita Morgan estaba en su hora de descanso, así que no la molestaría por el momento. Me acerqué a la puerta de la oficina de Emily. Ella claramente no estaba, estaba esperando por el vestuario que mi madre había confeccionado para ella.

Moría de ganas por verla. Podría sonar estúpido, pero la realidad era que moría por hacerlo. Esas medidas me habían perturbado tanto que no me las pude sacar de la cabeza en lo que iba de tarde.

Note como las empleadas cuchicheaban entre todas. Baje las escaleras siguiéndolas. ¿Qué estaba pasando? No podía decir que estaban abandonando sus puestos, porque no lo hacían. Estaban en su hora de descanso.

Todo el personal cuchicheaba y no comprendía el por qué. Necesitaba saber que demonios estaba pasando para entender todo ese extraño momento.

—¿Me pueden decir por qué tanto cuchicheo entre ustedes señoritas? —Las señoritas se dan media vuelta y se quedan mirándome sorprendidas. —Estoy esperando...

—Es que... Dicen que su señora madre ha confeccionado un vestido para la señorita Moore.  También se dice que le ha hecho un cambio de look.

—¿Cambio de look?

—Si, señor. Yo acabo de verla hace un rato. Se ve como una modelo con el maquillaje espectacular que le han hecho.

—Que mi madre hizo ¿qué?

No. Ya esto era demasiado para mí. Primero las benditas medidas. Ahora, ¿un cambio de look? Pero ¿qué se ha creído mi madre, el hada madrina? ¡Se volvió loca!

Dejo a las señoritas marcharse escaleras abajo y subí nuevamente a mi oficina. Necesitaba un trago. Bueno, varios.

Abrí la gaveta de mi escritorio buscando aquello que hacía mucho no hacía, fumar. No tenía ni una sola cajetilla. Me maldije por querer fumar solo uno. No debía. No debes volver a ello; pero sentía que lo necesitaba.

Tome una copa más y salí de la oficina. Intentaba tranquilizar esas benditas palpitaciones. No sé como podría reaccionar ante tal revelación. Solo esperaba poder reconocerla.

Cuando inicio en la empresa, me llamo la atención lo sencilla que era. No usaba casi maquillaje. Sus lentes le daban una esencia angelical.

Me juré que no volvería a creer en el amor. No debía fijarme en nadie que pudiera hacerme romper la promesa que una vez había hecho. Desde entonces, tuve que ir a terapias. El simple hecho de haberme llamado la atención ciertas cosas de ella, provoco que no pudiera tratarla con respeto y cortesía.

El psicólogo pidió que no pensara que todas me lastimarían. Pero la verdad era que durante mucho tiempo, hasta en los sueños estaba presente.

Con el tiempo entendí que tenía mucho parecido a mi hermana. Su actitud. Su manera de expresarse, incluso, su explosividad.

Y por la culpa, comencé a tratarla de una manera que no se merecía. Ella no era mi hermana. Era otra mujer más. Y luego de decirme tantas cosas en mi cara, algo en mi cambio y cambio aún más cuando descubrí algo que cambio muchos de mis pensamientos...

Querido Lee (Versión DongHae)Where stories live. Discover now