- Él es un amigo... es... umm- piensa Izuku.

- No es de tu incumbencia, bestia.

- ¡¿Comó. me. llamaste?! - acercándose.

Por suerte, Kirishima lo cogió de su brazo, lo que pareció calmarlo un poco. Empezaron a discutir sobre el comportamiento del rubio y el resto de sus amigos presentes mostraron interés por él (ahora) pelirrojo.

- ¿Cómo te llamas? - dijo la peliverde

- No eres de por aquí, ¿cierto? - añadió el pelinegro.

- ¿De dónde eres?

- Hace algo de calor, puedes quitarte la capa.

Las preguntas llegaban y Shoto solo asentía o negaba sin mostrar el rostro, Izuku quería sacarlo de ahí. Si se corrían el rumor que el príncipe estaba en el pueblo, llegaría a oídos del rey y por ende sabrían que el peliverde había salido sin permiso de Toshinori.

- Yo... nosotros tenemos que irnos- lo tomó del brazo para arrastrarlo- nos vemos luego... y no se preocupen estoy bien solo he estado viajando.

Mientras más hablaba mas se alejaba de sus compañeros, quienes lo miraban sin comprender. Por fin los dejaron atrás y el pecoso caminó rápido por uno de los campos para llegar a su antigua casa para recoger algunas de sus cosas.

Se dirigieron a casa de Uraraka primero y al ver que no estaba solo recogieron a Antius.

- Lo siento, no quería que se sintiera incómodo.

No contesto hasta pasar un par de minutos.

- No estaba incómodo.

- ¿Eh?

- No estaba incómodo, solo que... pocas veces hablo con gente de mi edad.

Aquello sí que sorprendió al menor, él era un príncipe, sin contar con sus hermanos, supuso que la mayoría de las personas que llegaban a trabajar para ellos ya eran adultos mayores de treinta o más. A decir verdad, se acaba de dar cuenta de ello. Hasta lo que llevaba en el catillo solo conocía a tres personas con su mismo rango de años: Shoto, la aprendiz de caballero momo y el hijo del entrenador con el que se topó el día anterior intentando salir, Shinso.

- Yo había pensado en proponerte algo, pero no estoy seguro. Es decir, puedes aceptarlo o no, como gustes. Solo era una idea. Si te molesta podemos hacer como que nunca lo dije y listo. Porque me agradas y eres de las pocas personas que conviviré desde ahora y....

- Midoriya.

- ¿Si?

- Estas divagando.

Sí, solía hacer eso al estar nervioso.

- Si, lo siento, es que...

- ¿Que querías decirme? - algo le decía a Shoto que si no lo interrumpía volvería a parlotear sin sentido.

- Bueno... noté que te gustó el pueblo y que no lo conoces- la expresión del príncipe le dijo que prosiguiera- yo no conozco el castillo y sus alrededores... me preguntaba si hacíamos intercambio.

- ¿Intercambio?

- Sí - aclaró emocionado- tú me enseñas tu hogar y yo el mío. No es como si conociera tanto, pero puedo mostrarte lo que sí.

El joven lo pensó, no le gustaba mucho la convivencia, prefería estar solo. Sin embargo, le llamó la atención la propuesta. No podían salir tan seguido por órdenes de su padre, pero sí podrían escaparse. No es como si no lo hiciera de vez en cuando. Pero...

¿Desobedecer a su padre?

Si se entera estará furioso, más de lo que ya está.

Estará tan molesto que la vena de su cien se dejará ver. Quizá se reviente...

- Me parece bien.

- ¿Enserio?

- Sí.

El pecoso le sonrió.

Llegaron a un arroyo y lo cruzaron y a unos pasos vio una cabaña, increíblemente familiar.

- Este es mi hogar, quiero coger algunas de mis pertenencias.

Izuku lo invitó a pasar y le contó que su madre salía a vender flores y cosecha mientras él se la pasaba con sus amigos en el ruedo.

Se movía de aquí para allá buscando algo que, aparentemente no estaba por ningún lado. Susurraba para el mismo.

- creo que mi mamá se lo llevó. - dijo más para si- nos iremos cruzando nuestro sembradío, no estamos lejos del castillo.

Levantó su bolso y lo llevó al hombro. Se detuvo a pensar de nuevo.

- Quería llevarle flores a mi madre del campo, pero sabrá que son nuestras. - se giró para verle- ¿quieres verlo? quizá recogemos unas para la reina.... Ah y para tu hermana.

Eso sorprendió al príncipe. Sin embrago aceptó.

Cargaron las cosas al lomo de Antius y lo guiaron al campo. Fue ahí cuando Shoto supo porque la cabaña se le hizo familiar. Era el campo de flores al que él iba a menudo.

Se veía precioso como siempre, lleno de flores de diferentes colores, no sabía la especie, pero siempre le habían gustado. El pecoso lo jaló del brazo para que le ayudase a escoger.

- Todas son amapolas, no es realmente nuestro este lugar, pero al estar tan cerca de nosotros decidimos cuidar de él. - explicó- mis favoritas siempre han sido las rojas.

le comentó sin míralo y cortando las más frescas que había. Captó que desde que llegaron Midoriya no paraba de sonreír, a diferencia de él que nunca lo hacía.

- Las mías también.

Campo de amapolas (TodoDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora