Rápidamenre asentimos, Enzo entrelaza sus dedos con los míos y ese calor familiar me calma automáticamente.

–¿Pasa algo malo? –me animo preguntar y el médico asiente lentamente.

Espero una respuesta de su parte, parece algo eterno sin duda.

–Debido a tu condición de ovario poliquistico, sos más propensa a tener perdidas –habla con cautela, una presión en mi pecho se instala y sólo apreto la mano de Enzo– Hay riesgos en todos los embarazos, pero en tu caso hay más probabilidades, vamos a tener máximo cuidado para que puedas pasar las próximas semanas.

Mordí el interior de mi mejilla, una parte de mí no quiere creer sus palabras, desearía que no sea así.

–¿No existe algún tratamiento o algo? –pregunta Enzo, interrumpiendo las palabras del profesional.

–Por el momento no hay medicamentos que reduzcan la posibilidad de pérdida –responde éste acomodando sus anteojos sobre su nariz– Es importante que sean conscientes de que van a tener que multiplicar los cuidados para no ocasionar la pérdida completa del feto.

Sus palabras impactan fuertemente en mi cabeza y en mi corazón. Sabía que las posibilidades de un embarazo por mi condición eran casi nulas, durante mucho tiempo creí que no sería posible. Pero pasó.

Y ahora tengo esa misma esperanza de que vamos a superar estas semanas de riesgos, mi visión de lo imposible cambió mucho.

–¿Cómo serían los cuidados? –mi mirada recae unos segundos en Enzo y ese aspecto de preocupación en su cara no me gusta.

Hay que ser positivos. Es la única forma de pasar ésto de la mejor manera. Hubo un tiempo en el que creí realmente que nunca podría concebir un bebé, pero pasó y se siente tan bien.

Es mi bebé, mío y de Enzo.

¿Como será? ¿Como él? ¿Tendrá cosas mías también? Todos pensamientos que están constantemente presentes en mi cabeza.

Bajo mi mirada a la camisa beige que cubre gran parte de mi estómago plano, en el cual aún no se nota nada, pero sé que está ahí.

Parpadeo ante el apretón de mi novio sobre mi mano, bajándome a la realidad, luce algo preocupado y una mueca de disculpas se forma en mi cara. Me perdí la conversación importante dejándome llevar por mis pensamientos.

El médico vuelve a repetirme muy seriamente cada precaución que tengo que tomar y no puedo hacer más que asentir ante el bombardeo de información en mi cabeza.

Ambos nos levantamos de nuestro lugar, estrechamos la mano del doctor, quién me da la indicación de volver en quince días; la primera ecografía nos espera.

Y un sentimiento agradable se instala en mi pecho.

Dejamos el consultorio, ese olor de hospital entra en mis fosas nasales, dándome cierto asco que me hace arrugar mi nariz para sacar esa fea sensación de mi sistema.

Enzo mantiene la pequeña carpeta color marrón en la mano derecha y su otro brazo rodea mi hombro atrayéndome hacia él. Sonrío ante su pequeño contacto, me hace feliz de tantas formas que no se da cuenta.

El embarazo en un principio me dió tanto pánico, pero saber que él es quién me acompaña y el papá de mi bebé me da esa seguridad y paz que necesito.

Quiero que él sea parte de todo.

No me caben dudas que a Enzo como padre no hay nada que reprocharle, lo he visto en su día a día con Pía y Santiago siendo lo mejor que puede ser para ellos, y no puedo estar más feliz con eso.

Odisea | Enzo Pérez Where stories live. Discover now