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*Narrador omnipresente*

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*Narrador omnipresente*

Mientras tanto fuera de la casa de la chica se encontraba un grupo de aproximadamente trece personas preocupadas, hace cuatro horas que la pelinegra no contestaba las llamadas de absolutamente nadie.

Al notar esto nadie dudó en presentarse frente a su hogar, apesar de los insistentes llamados, no hubo respuesta, y justo ahora todos se encontraban pensando como meter a cierto chico bajito peliceniza por la ventana.

-Lo cargamos y lo aventamos, listo- hablo el pelinegro mientras se acercaba a su amigo quien se encontraba comiendo como de costumbre.

-Baji no- el mas alto del grupo se interpuso en su caminó tomandolo del hombro.

-Baji si- alentó el algodón naranja con malicia ignorando las miradas de molestia de sus amigos.

-Tal vez salió y olvido su celular- opinó el vicecapitan de la segunda división, aun que claramente ni el mismo lo creía.

-Seguro, estamos hablando de la chica que vive pegada a su celular- aseguró Pah que estaba recargado en su fiel compañero Peh.

-Podemos forzar la puerta para que se abra- informó el peliblanco de cicatrices -Asi evitarán lanzar a Mikey por la ventana.

Todos voltearon a ver al chico como si hubiera hecho el mejor descubrimiento del año, ninguno había pensado en eso y simplemente habían decidido arriesgar a su lider, quien probablemente hubiera quedado atorado en la pequeña ventana.

Cuando estaban apuntó de golpear la puerta el sonido de dos motos invadió el lugar, cuando se detuvieron frente al grupo, no eran nada mas y nada menos que el par de hermanos o como ellos les habian apodado "las sanguijuelas" esto debido a que siempre estaban pegados a su preciada amiga.

-¿Que demonios están haciendo?- pregunto el menor de ambos al ver la escena.

-Hally no contesta y mucho menos abre- informó Takemicchi siendo el mas amable de todos.

-¿Porque no usan la llave de repuesto?- se burló el mayor aun sin bajarse de la motocicleta.

-¿Llave de repuesto?- preguntaron todos en coro y los hermanos simplemente se echaron a reír, era justo como su novia los había descrito.

-Si, abajo de esa piedra- señalaron ambos hermanos el lugar y todos los voltearon a ver de mala gana.

-Ya sabiamos- aseguraron los algodones desviando la mirada.

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