En ruinas, como Roma

232 34 4
                                    

No quiero ser la dueña de tu corazón marchito,

no quiero recorrer Madrid amarrada a tu mano

ni tampoco ser tu próximo San Valentín de ensueño. 


Quiero que lamas mis heridas,

si sabes a qué me refiero;

que lo único que pellizques 

sea la parte trasera de tu sujetador favorito,

si sabes a cuál me refiero.

Que el trono de esta reina de corazones 

no sea otro que tus caderas,

y mi mote todas las groserías

que puedan llegar a pasarte por la cabeza.


No te andes con rodeos 

y no intentes acorralar mi corazón,

convierte mis sollozos en jadeos

y haz de mi canción favorita los susurros de tu voz;

borra todo aquello que tatué a fuego en mi pecho

y haz que lo único posible de marcar

sea el lienzo de las curvas de mi cuello.


Y es que no quiero que seas mi príncipe, 

porque yo soy de todo menos una princesa;

quiero que mi vestido de novia sean unas sábanas blancas,

y que mi único compromiso sea pasar todas las noches en vela

en cualquiera de las cuatro esquinas de tu cama.

De trizas, corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora