~~~ LOVE ~~~

5. Peso

De esa manera, para Horacio su esposo no tenía ningún defecto.

Era una lástima que el amor de su vida no pensara igual. Al parecer el ruso, durante su año de retiro, nunca se dio cuenta de su aumento gradual de peso. No pensaba que fuera tan notable el cambio con relación a su esbelta figura juvenil. Por eso, al encontrarse con un antiguo compañero de trabajo, le sorprendió escuchar aquel comentario. "¡Oye Volkov! Has estado comiendo bien últimamente. Ya era hora de relajarse macho". En el momento, el ruso soltó una pequeña risa, ignorando el mensaje implícito. Sin embargo, Horacio conocía a su esposo, aquello le había afectado.

Al llegar a casa, el mayor verificó sus inseguridades con el espejo. Volkov se encerró en el baño principal por al menos dos horas, revisando su cuerpo y rostro. Este no podía creer su reflejo, no se reconocía en absoluto. Durante ese año de paz, olvidó prestar atención a los detalles, como las nuevas marcas rojizas en su piel y la pequeña falta de definición en sus músculos. "¿Cómo fui tan ciego?" se recriminó con enojo y nerviosismo. El peligris sentía miedo por las posibles burlas de sus amigos y conocidos. Sentía vergüenza y una increíble sensación de humillación con solo pensar en la posible reacción de su Solntse.

Por años, su esposo siempre resaltó su belleza y apuesta figura. No obstante, el cuerpo que tenía al frente del gran cristal del baño solo le causaba desprecio. Sin remedio, sus pensamientos negativos se acumularon en su cabeza, haciéndole temer por la relación que tanto se había esforzado por construir con su amor. Nunca se perdonaría perder el afecto de Horacio por su descuido. De esa manera, el mayor se comprometió a bajar de peso sin medir opciones o consecuencias.

Desde ese instante de vulnerabilidad, el ruso volvió a resguardarse en su interior y adoptó un carácter defensivo con las personas a su alrededor. Aquello, le dolía profundamente a Horacio, pues percibía un retroceso en el estado de ánimo de su esposo. "¿Por qué no lo dejaron tranquilo? ¿Por qué era tan difícil dejarlo ser?" se cuestionaba el menor al ver como su Petite Lune perdía su brillo.

Durante las últimas semanas, Volkov retomó una rutina de ejercicios un tanto exagerada, renunciando a sus tardes libres y placeres personales. Canceló sus clases de cocina, guardó su guitarra y abandonó el cuidado de su jardín para solo ocupar su tiempo en su nuevo objetivo, adelgazar. Igualmente, se ideó una dieta loca sin ningún tipo de recomendación nutricional, la cual lo dejaba fatigado y cansado a diario.

Cuando Horacio se enteró de las acciones de su dulce rusito, de inmediato las alarmas saltaron en su cabeza. Años atrás, él mismo había pasado por una situación similar, debido a un fuerte cuadro de ansiedad y depresión. Horacio sabía a la perfección cómo se sentía la dismorfia corporal al haber aumentado significativamente de peso en aquel entonces. Este logró recuperar el control de su vida con un tratamiento especial, el cual estuvo compuesto por dieta, ejercicio, consultas psicológicas y supervisión médica. Por ello, no quería que el amor de su vida tocará fondo o se lastimara en una búsqueda desesperada por un ideal tan subjetivo como la perfección.

Horacio no se iba a quedar con los brazos cruzados. El menor amaba profundamente a su esposo sin distinciones. Por tanto, lo reconfortaría con su cariño y dedicación. No iba a permitir que siguiera sufriendo en silencio, ya había sido suficiente de mantenerse al margen. Su Petite Lune merecía ser feliz y descansar a su antojo. El ruso entregó sus mejores años de juventud al servicio, por ende, no le debía nada a nadie. Si quería comer todo el chocolate del mundo, lo haría. Por eso, era hora de intervenir.

- No se a que se... refiere... Hache... Yo estoy... Muy bien. - Horacio decidió levantarse de su asiento, para ubicarse en la silla más cercana a su pareja. De inmediato, tomó con firmeza las bellas manos del hombre que adoraba, llamando la atención de sus azules zafiros.