~~~ LOVE ~~~

5. Peso

- Viktor, amor, ¿no te gustó la cena? - El menor conocía la respuesta. Incluso, sabía de antemano cuál era el problema de la futura conversación.

- Ahh... Sí, por supuesto Horacio. Usted cocina muy bien... Solo no tengo hambre. - Respondió con desgano, sin regresar la mirada de preocupación de su pareja. Realmente, no se encontraba concentrado y mucho menos con ánimos de estar ahí en aquella mesa.

- Ya...Volkov trate de ser paciente, pero creo que debemos resolver este lío. Te afectó mucho, ¿verdad? - Nuevamente, Horacio planteó una pregunta falsa. Solo quería guiar la charla para tocar el tema de la manera más directa posible... Le dolía ver a su Petite Lune tan triste por una cuestión tan superflua como esa.

Desde el retiro de su amado ruso, varias cosas cambiaron en su hogar. En primer lugar, su relación escaló al siguiente paso. Un día, sin ninguna explicación, Viktor le propuso matrimonio. Aquella noche de bodas en Las Vegas es uno de sus recuerdos más dulces y preciados. De ese modo, sin responsabilidades y preocupaciones, el mayor comenzó a disfrutar de su vida. Después de tantos años de tristeza, dolor y sacrificios, Volkov había conseguido su felicidad junto al amor de su vida.

Con el tiempo, su salud mental también mejoró. Este asistió voluntariamente al psicólogo y psiquiatra, iniciando un tratamiento conjunto con terapias y medicinas. A pesar de su edad, Viktor cada vez sentía más deseos por vivir. Aquel hombre gris sin aspiraciones, se convirtió en una persona alegre y llena de amor, dispuesta a experimentar, fallar y aprender. Por su parte, Horacio nunca fue ciego a las transformaciones de su Petite Lune. Siempre se mantuvo a su lado, siendo su apoyo y fortaleza durante las decaídas.

Sin obligaciones, el peligris se centró en realizar y cumplir sus sueños frustrados. Así pues, Viktor entró a clases profesionales de guitarra, empezó un curso de cocina y repostería, asistió a varios talleres comunitarios de botánica y consiguió un pequeño trabajo de medio tiempo como bartender. El mayor adoraba su nueva rutina diaria, pasear por la playas, disfrutar los atardeceres desde su bello jardín, cocinar deliciosos platillos para su esposo, limpiar la casa al ritmo de Bad Bunny, conocer nuevas tiendas de ropa y por supuesto, degustar infinidad de comidas.

Al abandonar su antigüo estilo de vida como agente del FIB, el ruso ajustó su dieta y horario de ejercicios. En un principio, el mayor mantenía una alimentación estricta con un intenso entrenamiento para cuidar su estado físico y resistencia. No obstante, al renovar sus prioridades y objetivos, eliminó todas las restricciones y se acomodo a caminatas regulares por parques naturales. Para sorpresa de nadie, Volkov lentamente comenzó a subir de peso. En los primeros meses, no era posible notar los cambios en su cuerpo. Para el año, la historia era distinta. Aquel detalle era evidente a simple vista, resaltando el merecido descanso del peligris.

El ruso dejó atrás aquel físico marcado y escultural, portando con tranquilidad una pancita. Su rostro perdió aquella delgadez que tanto lo caracterizó por años, ganando unos dulces cachetitos redondos. Así mismo, aparecieron varias curvas, las cuales resaltaron su bonita figura rellena. Para Horacio, nada había cambiado. Su esposo era el ser más hermoso del mundo. El ruso seguía siendo el receptor de su amor y cariño. Además, sus ojos siempre estuvieron fijos en Viktor, pues tenía la capacidad de cautivar a su corazón con tan solo una sonrisa.

Por ello, el menor nunca conversó directamente sobre el tema. Al igual, en su interior, sabía que mencionarlo podía herir los sentimientos de su Petite Lune. Para Horacio, la felicidad de Volkov era lo más importante, por lo cual decidió no amargarle su existencia con cuestiones tan innecesarias como su imagen. Adicionalmente, según sus doctores, a pesar de los pocos kilos de más, su esposo era un hombre sano y saludable. El mayor solo debía restringir el consumo frecuente de azúcares. Quién diría que la debilidad de su amado eran los chocolates.