- Te amo Horacio... Lo sabes, ¿verdad?

- Por supuesto que lo sé... Por eso me dejas ser un estupido libre por el mundo. Por eso hemos llegado tan lejos juntos... Nos vemos en 5 minutos cuando esto termine. - Dijo el chico de cresta a modo de despedida, mientras se ajustaba su traje.

- Solntse... Una última cosa.

- Dime amor.

- No rompas mi culito preferido... Nos vemos pronto.

Los dos soltaron varias risas hasta cortar la comunicación. Con el corazón más liviano, el ruso activó la cuenta regresiva, dando inicio al verdadero show.

Al escuchar la cuenta regresiva por los parlantes, Horacio ajustó su casco y sujetó con fuerza cada extremo del cohete. Cuando terminó de hablar la voz robótica, sintió un fuerte pitido en sus oídos. De inmediato, sintió la gran velocidad de su transporte, lo cual lo llenó de adrenalina y expectativa. Casi por reflejo, trato de alzar la cabeza para calcular la trayectoria real del lanzamiento. Sin embargo, todos sus sentidos fueron aturdidos por una fuerte explosion. El cohete se había desecho antes de despegar por completo.

Volkov no espero ni las recomendaciones del equipo técnico. Al percibir la primera chispa, salió corriendo en dirección a su pareja. No sabía si era peligroso acercarse, pero su instinto era más fuerte. El ruso necesitaba sentir y tener a su Solntse a su lado. No podía esperar, ya que cada segundo podría ser una diferencia entre la vida y la muerte. Una vez en el puerto del lago, Volkov trotó hacia el cohete, dado que no confiaba en la estabilidad del lugar.

Horacio no podía escuchar o ver con claridad, el retumbar y la chispa de la explosion lo dejó parcialmente sordo y ciego. Su cabeza dolía, evitando levantarse de la tenue plataforma de madera del puerto. De un momento a otro, sintió unas fuertes manos sobre sus brazos. Luego, aquellas manos retiraron su casco con delicadeza y revisaron su rostro. Seguido de ello, un dulce calor familiar lo envolvió, apareciendo solo un nombre en su cabeza...

- ¿Viktor?

- ¡HORACIO! MI AMOR, DIME POR FAVOR, ¿ESTÁS BIEN? - Gritaba el mayor, revisando a su pareja con su mirada.

- S..Si... Bueno, eso creo Petite Lune. Estoy vivo, ¿verdad? - Cuestionó el menor.

- Ohhh Dios mio... Esto es un milagro... SÍ, SÍ estás vivo Horacio... No se... No...

- Calma Vik, estoy bien... - Trato de mover sus manos para llamar la atención del ruso.

- ¿Seguro? ¿No te duele algo? ¡EL PUTO COHETE EXPLOTO CONTIGO!

- Ya...Pero no pasó nada. Por un momento, perdí la vista y la audición, pero ya estoy mejor. Aunque, todavía me cuesta escuchar un poco. Tengo un pitido...

- Hay que ir a un hospital... Vamos amor, te ayudo a levantar, vamos mi vida... - Dijo el mayor, tratando de levantarse para auxiliar a su amado.

- No... No podemos Viktor. - Dijo el chico de cresta, quedando plantado en su posición.

- ¿Como que no podemos? ¿Estás bobo o qué? Acabaste de sobrevivir a una explosion... ¡Quién sabe si tienes una hemorragia interna Horacio! - Reprochaba el ruso con enojo. Esta situación era ridícula. No había nada más importante que la atención médica. Aunque, conociendo a su pareja... No... No puede ser... Horacio sería tan...

- Vik... escucha.

- NOOO, N.O, no. Ni te atrevas a sugerirlo, porque es IMPENSABLE HORACIO PÉREZ. - Dijo el mayor acercándose a su pareja por segunda vez.

- Viktor no va a pasar a mayores. Este era el peor de los casos y aquí estoy hablando contigo. La explosión solo fue un pequeño... imprevisto.

- Vamos a ir al hospital, te atenderán y estarás como nuevo. - Indicó el ruso, tratando de ignorar las razones del menor.

~~~ LOVE ~~~Where stories live. Discover now