- Ehhh si... Bueno, no estoy segura. Hace un rato todos le cantamos por el cumpleaños en la cafetería. Luego de eso, el jefe dijo que debía terminar unas cosas. Yo creo que sí puede estar ahí... Por cierto, ¿usted dónde estaba V? - preguntó la chica examinando su rostro.

- Monier... Con todo respeto, eso no le importa. Me tengo que ir, gracias por la información. - Finalizó el ruso, subiendo con agilidad en el ascensor.

Una vez dentro, Volkov marco el piso de los altos cargos. Si Horacio no estaba en su oficina, lo buscaría por toda la sede. Una vez se abrieron las puertas, la segunda tragedia ocurrió. Nuevamente, el ruso chocó con un agente. En esta ocasión, la culpa la tenía el despistado agente Blake, el cual al percatarse de la cara roja del mayor, arrancó a correr hacia las escaleras de emergencia.

- ¿A DONDE CREE QUE VA BLAKE? - Grito Volkov detrás del joven agente.

- ¡LO SIENTO VOLKOV! ¡YO LE COMPRO OTRAS FLORES, SE LO PROMETO JEFE! ¡LO QUIERO MUCHO V! ¡POR FAVOR NO ME MATE! - Gritó Blake en respuesta, escapando del lugar.

Volkov no podía creer su mala suerte. Primero, las rosas no llegaron a tiempo. Luego, se gastó todo el día en un atasco. Cuando por fin llega a la sede, las flores quedan hechas un desastre. "¡Mejor llevame ya señor!" pensó el ruso, tratando de recuperar su calma, dado que todavía tenía que encontrar al amor de su vida.

Al retomar su camino, Volkov observó el estado de sus rosas. Las pobres parecían que habían pasado por una guerra civil. Si acaso tenían forma de flores, lo cual solo le causó tristeza. No solo había gastado mucho dinero, sino su tiempo.

Tiempo que pudo haber compartido con su Solntse. "¿Ahora cómo le llegó a Horacio con esta mierda?" se cuestionó el ruso tratando de buscar alguna explicación confiable.

Al ir tan perdido en sus pensamientos, volkov no reconoció la presencia del agente Parker con una serie de cajas y documentos. Como era de esperar, los dos chocaron haciendo un desastre de pétalos y papeles.

En ese punto, el ruso ni se molestó en reclamarle a Parker. Definitivamente, hoy no era su día. Por lo cual, el peligris decidió respirar profundo y buscar su paz interior. Como dicen por ahí, si solo te dan limones, haz limonada. Así pues, Volkov ayudó a su compañero a recoger las carpetas en silencio. Por su parte, el agente no expresó ninguna emoción, ya que no quería tentar su suerte con el mayor. Por la pinta tan poco usual del ruso, Parker podía deducir que era mejor ser prudente.

- Gracias V... Yo... Este... Lo siento por sus flores. - Dijo muy apenado el menor.

- No se preocupe Parker... Todo está bien. Tenga un buen servicio. - Contestó Volkov, retomando nuevamente su destino.

Finalmente, al ver su culero ramo de flores, decidió tirarlo a la basura. No obstante, el ruso se quedó con una sola rosa. Esa pequeña flor era la única que podía considerar decente. "Bueno... esta rosa tendrá que ser suficiente" pensó el ruso antes de ingresar a la oficina de su amor. Con valentía, tocó tres veces la puerta... "Que pase lo que tenga que pasar" se dijo así mismo para calmar los nervios.

- Siga. - Contestó la voz que tanto amaba. Sin esperar otra orden, el ruso entró al lugar.

- Mmm... Priviet. - Dijo con una voz tímida. De inmediato, el chico de cresta regresó su mirada. El peligris quedó hechizado con los hermosos ojos bicolores de su pareja.

- Viktor... ¿Cómo estás? No te he visto el día de hoy... - Dijo tratando de ocultar su decepción.

- No muy bien... La verdad... Yo no... puedo estar bien... sin verte Solntse. - Contestó suavemente, acercándose al escritorio de su amor.

- Ruso bobo... ¿Dónde estabas petite Lune? - Cuestiono Horacio relajando un poco el semblante. Por mucho que quisiera estar enojado con su novio, no podía... Más cuando notaba el arrepentimiento en su dulce y acogedora mirada.

- Yo... Esto va a sonar como una locura, pero... es verdad... Aunque, antes de eso... Ten mi amor... - Dijo mientras le ofrecía a su pareja la indefensa rosa sobreviviente. - Espero que me... disculpes... Feliz cumpleaños Horacio, no tienes ni idea cuanto te amo.

El menor se había quedado sin palabras. Aquel ruso de dos metros desapareció durante todo su cumpleaños. Luego de la nada, este llegaba con una carita de cachorro mojado a pedirle disculpas, regalándole una ¿rosa?

Horacio no sabía qué flor era esa, pues la pobre si acaso podía mantenerse en pie. En conclusión, Volkov era un desastre, pero era SU amado desastre. Sin esperar un segundo más, el chico de cresta se levantó de su escritorio y caminó hacia su pareja, agarrando con cuidado la dichosa flor. Una vez al frente del ruso, Horacio le regaló una tierna y hermosa sonrisa.

- Viktor... Esta flor es horrible, pero para tu gran suerte, me encanta. Es el mejor regalo de cumpleaños que me han dado el día de hoy... ¿Sabes por qué mi Petite Lune?...

- No mi amor, dime... - Dijo el ruso regresando el gesto con una deslumbrante sonrisa en sus labios. Así mismo, sin poder evitarlo, agarró a su pareja por la cintura, juntando sus cuerpos en un cálido abrazo.

- Porque me recordó el porque te amo tanto mi ruso loco. - Dijo soltando una pequeña risita, la cual descontroló a Volkov.

De un momento a otro, el mayor sujetó el cuello de su amado, hasta juntar sus labios en un delicado beso. Al parecer, Viktor estaba equivocado, hoy si era su día de suerte. 

~~~ LOVE ~~~Where stories live. Discover now