La Mansión Malfoy

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—Tranquilo, Greyback —le advirtió Scabior mientras los otros reían.

—No te preocupes, todavía no voy a hincarle el diente. Comprobemos si es más ágil que Barny para recordar su nombre. ¿Cómo te llamas, presiosa?

—Penélope Clearwater —contestó Hermione. Lo dijo con miedo pero sonó convincente.

—¿Qué Estatus de Sangre tienes?

—Sangre mestiza.

—Será fácil comprobarlo —opinó Scabior—. Pero los cuatro parecen tener edad de estar todavía en Hogwarts.

—Nos hemos escapado —soltó Ron.

—¿Que se han escapado, pelirrojo? —masculló Scabior—. ¿Para qué, para ir de acampada? Y no se les ocurrió nada mejor que hacer, para reírse un poco, que utilizar el nombre del Señor Tenebroso, ¿no?

—No nos estábamos riendo —se defendió Ron—. Fue un accidente.

—¿Un accidente, pelirrojo? —Más risas y burlas.

—¿Sabes a quiénes les gustaba utilizar el nombre del Señor Tenebroso, Weasley? —gruñó Greyback—. A los de la Orden del Fénix. ¿Te suena de algo?

—No.

—Pues bien, como no le muestran el respeto debido al Señor Tenebroso, hemos prohibido pronunciar su nombre, y de esa forma hemos descubierto a algunos miembros de la Orden. Bien, ya veremos. Y por último, tenemos a la defensora de su novia—se burló Greyback levantado a Rasalas. Su sonrisa se borró al alumbrar a la chica con la varita y ver quién era—. Vaya, vaya, vaya, que inesperada sorpresa. Rasalas Merope Black, en persona.

—¿Que?—Scabior sin creerlo alumbró más a la chica, se sorprendió al verla y sonrió con burla mirando a Greyback—. Sus familiares nos darán una buena cantidad por encontrarla.

Scabior y Greyback se rieron.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo, Black?—quiso saber el hombre lobo.

—¿Te interesa?— espetó Rasalas. Y lo miro: una cara cubierta de enmarañado pelo gris, con bigotes, afilados dientes marrones y llagas en las comisuras de la boca. El inmundo olor de Greyback le llegó a las fosas nasales: mugre, sudor y sangre. Éste gruñó y le dió un golpe.

—Responde— con de sus peludas manos, apretaba el cuello de la chica—ahora—como respuesta: Rasalas le escupió en la cara la sangre que había acumulado en su boca y sonrió.

—Parece que a alguien no le enseñaron modales—murmuro Scabior entre dientes.

—Pudrete, maldito licántropo.

—Te arrepentirás por eso—amenazó Greyback hecho furia— y ahora, papi Black no vendrá a salvarte... Veamos si, tú noviecita, te seguirá queriendo igual si te quitamos un poco de tu asquerosa belleza—se burló echándole su fétido aliento. Rasalas tembló, al ver elevarse la mano peluda y con uñas filosas como si fueran garras de un auténtico lobo.

—No... N-No lo hagas—Rasalas empezó zafarse, pero Greyback apretó más su cuello impidiéndole que lo hiciera—. Quieren dinero ¿No? Y-Yo se los puedo. Lo quieran, no importa la cantidad. ¡Yo puedo darles el dinero que quieran! ¡No lo hagas!

—¡Déjenla! ¡No la lastimen!—gritó Hermione con los ojos cristalizados. Harry y Ron compartieron una mirada angustiados.

—Esto ya es personal—musitó Greyback y con una sonrisa maliciosa... Lo hizo.

—¡Noo!

Con el grito de Hermione resonando, Rasalas cayó de rodillas con las manos en la parte izquierda de su rostro; gruñía, se retorcía y gritaba desgarradoramente por insoportable dolor: su piel desgarrada ardía y sangraba, su ojo quemaba como un demonio.

𝐄𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐑𝐚𝐬𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐌. 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 [#1] (𝐇. 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫) ✓Where stories live. Discover now