Capítulo 9: Primer acercamiento

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La victoria es mía, y no por la simpleza de mi ser; sino por la elegancia de unos actos que callaron las voces que dieron luto un amanecer, el sentimiento encontrado hace parte de un legado dispuesto a dejar todo por nada, porque es preferible estar un día ante tus ojos que mil días fuera de ellos, porque mi sentimiento me encausa a ir por ti, pero la sensación me empalma dejándome tirado para no hacer nada y solo verlo todo, porque yo soy la nada y tú eres mi todo, tú eres mi diosa perfecta que nada por las veredas etéreas de unas rosas marchitas que son solamente unos sentimientos rotos.

Cuando las miradas se cruzan, el sordo escucha, el ciego observa y mi cuerpo te desea, ya llegó la hora de que todo sea ejecutado como el búho que canta y la garza que llora, es el momento de encontrarnos los dos y habitar juntamente por siempre deseando vivir en el anochecer de la mañana.

Saliste de esa apestosa casa, mi vida, ¿hacia dónde vas? Las calles de la ciudad están muy solitarias para una divina, perfecta y te lo vuelvo a repetir hasta que me quede mudo del dolor y ciego de tu amor, aunque ya lo estoy, pero deseo eso a morir viendo la silueta de un alguien indeseado para mi cuerpo y mi vida.

El parque de los enamorados está situado por las calles de los vagabundos solitarios, porque todos llegan siendo ateos y regresan siendo fielmente creyentes de la fragancia que irradia una mujer, porque ese es el secreto, el sabor de los secretos que todas contienen, aunque no el todo, porque me pueden pasar por mi cara mil y una mujer, pero si no estás tú esa caminata solo sería una pérdida de tiempo, y es por eso que te sigo, vayas donde vayas, y te encuentro tal y como llegaste la primera vez, todo vuelve a repetirse como el primer día, tú me miras; yo también, yo te amo; lo de ti no lo sé.

Me acerco discretamente paseándome por los pequeños caminos del parque, observándote en lo secreto perdidamente enamorado aún en el infierno, porque esas brasas que queman solo serán el fuego de nuestro amor solitario y complejo que está por verse.

—¿Tú eres el chico que vive al lado de Elena? —Maldita sea ¿Cómo fue que me viste?

—¿Tú eres la chica que vive al lado de Elena? —Soy un completo imbécil, ahora sabrá que la vigilo todos los días.

—Jajaja sí, soy yo, vine a visitar a mi prima en estos días antes de navidad, para visitar a la familia y esas cosas. —Sonrío mientras me siento a su lado y por esa acción parezco un perro abrumado.

—Soy Ethan, creo que ya me has visto. —Me presento con cara de idiota enamorado.

—Tienes un nombre bonito, mi nombre es Chelsea y encantada de conocerte —Es lo mejor que he escuchado hoy, porque su cara de coqueta me excita aún más.

—¿Y qué haces por aquí, esperas a alguien? —Quisiera besarte y dejarte mis bacterias en tu boca, pero caminemos lento.

—A veces simplemente eres un gato que apesta después de mojarse por la lluvia y tienes que irte de los lugares para no apestar más. —Entiendo tu dolor y créeme que fue lo mejor que pudo pasar.

—Las personas son unas idiotas, que a veces es mejor apartarse de la gente mala, para no compartir de su oxígeno porque puedes salir intoxicado. —Con esto quiero decirle que juntos los dos podemos compartir todo por la eternidad.

—Te miras un chico bueno y que le encanta ayudar a las demás personas, yo solo soy alguien que nació por la culpa de algo que no era amor. —Tus ojos cada vez me enamoran más, y tengo consentirte para que estés segura conmigo.

—Tú eres alguien valiosa, que no te debe de importar que es lo que pasa por ahí o que es lo que dicen algunos, tú brillas simplemente por existir y personas como yo amamos eso. —Te seduzco como un caballero, para que te dejes estar todo el día junto a mí.

—Aww eres muy tierno, ya me imagino que todas las mujeres han de seguir tu rastro para tenerte cerca. —Le sonrío como tonto y no sé si es producto de mi demencia, porque juro que con esas dulces palabras estoy en el paraíso.

—¿Quisieras venir a comer? Ya es tarde y has de tener hambre, aquí hay un restaurante que hace unas deliciosas lasañas, ¿vienes? —Todo este maldito tiempo estudie cuál era tu comida favorita y creo que he acertado porque con un sí me has aceptado.

La presencia del amor es como el viento de las mañanas, que solo es el rastro que deja paso a la brisa que cae, la ilusión es el arte de saber el futuro con un misterio incalculable, porque de la ilusión no se vive, dicen por ahí, pero yo por eso morí y dejé que los astros se juntaran para hacer la reseña perfecta de la vida, dejando a la consciencia hacerse la encargada de emparejarnos en una dulce melodía que fue tocada a medio día.

Verte junto a mí, es como mi postal de verano, cuando te miro en esta mesa, pienso en nuestra familia, y deseo ser parte de ese mundo tuyo y creo que lo he logrado, porque ya pertenezco a tu vida y no sé cómo, pero se dio, y en estos momentos es donde amo porque el cumplimiento de las promesas depende de nosotros, pero ella se encarga de hacerlas realidad.

Todo el día hemos pasado juntos, como si fuéramos eternos enamorados (aunque yo sí lo soy), aún no comprendo cómo fue, pero no me importa, porque simplemente somos las gotas de lluvia que cayeron al mismo tiempo y con la misma intensidad, porque cuando tú me miras veo que en ti existe algo más y siento una oscuridad dentro de ti, pero creo que todos tenemos esa oscuridad que se refleja en la pupila de los ojos.

La noche ha llegado y el momento de los grandes pactos se ha reflejado, porque ya es momento de emitir un juicio y sentar precedentes, y déjame ser tu juez para ser parcial a ti y tener un nuevo legado en nuestra historia tallada por las estrellas de la plenitud, y aquí es cuando todo pasa, los astros han danzado a mi lado y se han unido para decir lo que tanto he callado.

—Te amo. —Mientras vamos caminando y sin ningún contexto lo reflejo, sorprendida; tal vez, pero comprendida; siempre.

—¿Cómo puedes amar a alguien sin conocerlo? —Pensativo me quedo, pero el reflejo del amor ha llegado y con un beso me ha callado.

Los besos son el puente del misterio contado y de los secretos escondidos, porque es aquí donde se debilita el cuerpo y el deseo crece junto a todo. No sé qué pasó, pero solo quiero que repitamos juntos la misma melodía en las tenebrosas madrugadas de noviembre, porque en un solo paso me has llevado a un cuarto y en retazo te has quitado por completo tu ropa de princesa Diana, y lo que veo es la perfección hecha carne y la silueta de los dioses por el reflejo de una montaña boca abajo.

Te acercas a mí y en el calor del deseo encuentro lo que todos anhelarían tener; tu cuerpo, alcoholízame en tus senos y drógame con las caderas perdidas de tu ser, solamente quiero cerrar mis ojos y sentir tu elixir en las montañas del placer.

Nos hicimos todo, porque la luna prefirió no mirar para dejarnos hacer lo nuestro, las estrellas debilitaron su resplandor para dejarle paso al amor, la noche se hizo más oscura para que en el momento del silencio el arpa de los ángeles tocará las tonadas perfectas, porque es la noche de placer perdido por los valles de las sombras, y hoy deseo más que nunca tenerte a ti, porque contigo ya lo tengo todo.

—No eres mía, yo soy tuyo. —Y en un momento no pensado, mi corazón habla, y unimos nuestros cuerpos hasta que al sol le plazca salir de entre los muertos.

Poseo tu cuerpo hoy, mañana tu vida, porque es el camino de nuestra eterna melodía, ya que mi plan lleva su camino; tenerte por siempre, y comienza con su primer destino; tenerte en mis brazos en una madrugada perfecta, y así fue, porque mientras que otros cuando terminan te miran como una simpleza, yo te miro como la reina Matilda que entregó su cuerpo al hombre que amó y este la complació.

Y al final de la luna aparecemos los dos, abrazados en el tiempo y enamorados por el momento, porque la escena captada en el reflejo fue la mejor tonada de un alma sin cuerpo.

Un secuestro perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora