Capítulo 4: El adiós a tu oscuro pasado

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La malicia está presente en el corazón de los imperfectos, aunque los perfectos la poseen en el silencio, notar tu mirada perdida me hizo reaccionar a la herida, en el momento perfecto, en donde nace el sol saliente de su ocaso, y encuentra aquella inédita salida, por donde escapaste, yo solo quiero que te encuentres segura, aunque en lo secreto me encuentre y en lo profundo te halle, solo quiero que tu pasado no te derrumbe, que no te carcoma la herida perversa que te hizo un insensato, y aunque aún no sea el tiempo de nuestro amor, haré todo lo posible para sepultar aquella llama que un día fue prendida por el deseo imposible de una félida sonrisa.

La oscuridad de tu pasado quiero borrar, enterrar a los que están dentro de él, porque esa es la razón de mi existir; maldecir lo maldito y destruir lo inaudito, ese es mi perfecto aroma; el de la venganza, porque todo está en calma aunque el perverso mate, pero si el justo lo hace, las alarmas de la vida se encienden y terminan por siempre su vida, es por eso que hoy, grito al cielo y tomo una pluma, arranco la sangre de mis venas y escribo una carta en tu ausencia; maldita sea la vida de los deplorables y que el destino implacable envenene a los que un día encienden la llama, pero que con sus actos la apagan.

Maldita escoria es aquella gloria que tuviste por segundos, y que con su vanagloria prendió el deseo del amor y fulminó la fragancia de lo tuyo, porque le hubiera sido mejor clavarse un cuchillo en la espalda, que esperar a que el mañana vengue aquella cama de ensueño empañado, porque yo no soy el estado, que encierra por un tiempo al desgraciado, yo soy la maldita prosa del tiempo encarcelado, que ya vio lo suficiente de un mundo exasperado.

El hogar de tu futuro encuentro en las mañanas frías y sombrías, porque aquí es donde radica tu historia, en donde un día fuiste engañada y con la mirada; violada, porque esta pared usaré para escribir con la sangre perdida el nombre de aquel animal que con sus mañas te trascendió en lo imposible en un instante de pérfido amor, en donde los momentos de la mente arriban en las montañas de la vida, y los secretos del mundo no encuentran salida, heriré con muerte; pero con astucia, para que el rastro presente solo sea aquella mirada cautiva.

Me encuentro en el hogar Collins, en una mentira enfrascada de amor y fragancia rosas, y aunque las horas ya sean altas, con esta mochila que ando en la espalda, entraré en lo sigilo en la morada del hombre maldito, porque veo dos en una cama y uno en una cuna, espero que el de la cuna sea el fruto perverso de este amor idiota del momento.

Como quisiera matarte en este momento sueño sin gracia, pero aún hay tiempo, para que el sufrimiento cobre factura, y que tu miedo sea mi calma, con cuidado reviso tus cajones debajo de tu cama, maldito Collins, y veo que aún resguardas una foto de colección para tus eternas perversiones, ¿Cómo es posible que aun guardes la foto de ese momento insensato de locura? ¿¡Te gustaría que se lo hicieran a tu hija, hijo de perra!? Porque la tienes desnuda; pero enamorada de un maldito imbécil que prometió todo y no dio nada.

Con esta fotografía te morirías dos veces en la cárcel y te violarían cada vez que te levanten, pero es poco sufrimiento para un descaro tan grande, solo quiero que aguantes mi dolor, porque el dolor que provocaste lo sufrirás al doble, y las lágrimas que derramaste derramarás como aquella niña de cuna que profanaste, y es por ello que voy a esa cuna, no con la misma en ella, pero con tu futuro que un día soñaste, y aunque la madre no tenga la culpa, pagará también por los dolores que causaste, porque prefiero que paguen justos por pecadores, a que nuevamente llegues a otro hogar para intentar profanar una sonrisa inocente que deambula en el silencio del secreto.

Tengo a tu vida en mis brazos, aunque no entiendo el por qué no lloró en mi regazo, domino tu vida ahora porque sé que lo que te pida harás, pero no te preocupes que no soy un imbécil como tú, no te pagaré con la misma moneda, pero si iré un escalón más arriba, y en esta madrugada te digo que solo eres la ceniza que toma el viento, porque eres débil, y en tus ojos a lo lejos puedo ver tu fragilidad, porque observo el momento en que te levantaste como todos los días para vigilar a tu pequeña niña indefensa.

Un secuestro perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora