Quiero besarte

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Tal vez no era una buena idea. Luego de meditarlo toda la noche y poner en su balanza mental los pros y los contras, se encontró a sí mismo como un completo idiota.

Era realmente patético, una completa y rotunda mala decisión, lo supo apenas el mayor cruzó su puerta.

Yoongi sonrió en cuanto sus ojos se cruzaron, de esa forma tan bonita en la que la calma del corazón de Jimin se convertía en tempestad.

Como siempre se dirigió de inmediato a la habitación del menor sin pedir permiso y se dejó caer sobre la cama.

Jimin le siguió de cerca, sabiendo exactamente que eso es lo que haría, así que se tumbó a su costado.

—Estoy seguro de que esta vez si voy a reprobar —dijo el pelirosa, rompiendo el silencio, posando sus manos sobre su abdomen.

Yoongi se giró levemente y le dio un pequeño golpecito en la nariz con su índice, en un gesto juguetón.

Yoongi se giró levemente y le dio un pequeño golpecito en la nariz con su índice, en un gesto juguetón

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—¿Tú?—y la sonrisa en su rostro se ensanchó a medida que la distancia entre sus rostros era más corta— Si eres un cerebrito

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—¿Tú?—y la sonrisa en su rostro se ensanchó a medida que la distancia entre sus rostros era más corta— Si eres un cerebrito.

Llevó su mano directo a acunar la mejilla rosada, esparciendo caricias a lo largo de su pómulo, con la suavidad de quien toca la seda.

Jimin rió por lo bajo, ensimismado por el tacto, porque la necesidad de sentirlo le azoró el alma, tanto que él mismo recargo su rostro contra la palma de la mano fría de Yoongi.

—No soy un cerebrito...—murmuró, desviando su vista a los botones dorados de la tejana que Yoongi llevaba puesta encima de su típica camisa gastada de "Iron Maiden", para distraerse con ellos mientras se deslizaban entre sus dedos, pues realmente no creía poseer la capacidad o el valor para enfrentarse a los orbes oscuros de Yoongi, pues fragmentos de lo sucedido seguían rebobinando una y otra vez en su cabeza.

—Claro que lo eres, siempre obtienes las mejores notas—refutó, obteniendo de nuevo la atención de Jimin y sintiéndose con libertad de abrazarlo por la cintura, pues el menor al contrario de alejarse se recorrió unos centímetros más cerca.

—Eso es mentira— contestó, sonriendo hasta que sus ojos se convirtieron en dos pequeñas medias lunas— Sólo obtengo buenas calificaciones gracias a ti, que siempre me ayudas a estudiar.

Y mierda, que Yoongi tuvo que reprimirse como nunca, porque su único anhelo era colmar de besos todo el semblante de Jimin, por la ternura que le causaba, así que, meditando sus movimientos, trató de acomodar un mechón que entorpecía la visión del menor.

—Pero el esfuerzo es tuyo ángel, no te quites crédito— murmuró, depositando un beso sobre la frente de Jimin.

Nuevamente le llamó con aquel dulce apodo, pero leerlo era en demasía tan diferente de escucharlo, porque su corazón se precipitó contra su pecho en un insospechado arranque, como si estuviera dispuesto a correr un maratón por si mismo por la velocidad en la que comenzó a golpear contra sus costillas.

Sabía que sus mejillas se colorearon, hasta la punta de sus orejas, pero aún así, estando avergonzado, miró a Yoongi a los ojos hasta que este solo rozó si nariz con la suya.

Mierda, Yoongi era demasiado. Y él...

El mayor se incorporó en apenas unos segundos y con un movimiento de cabeza señaló el escritorio, para agregar:

—Tenemos mucho que estudiar.

—Tenemos mucho que estudiar

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Era imposible. Su concentración estaba muy fuera de su mente.

Distraído en los labios delgados que se fruncían en una mueca porque no comprendía lo que leía, perdido en como su quijada se marcaba de aquella forma tan varonil mientras recargaba su cabeza sobre sus manos.

Mierda solo podía pensar en como sus largos dedos se acoplaron perfectamente sobre su cintura y se preguntó como se sentiría...

—¿Ya terminaste Jiminnie?— preguntó el mayor, percatándose de la intensa mirada del pelirosa, había querido dejarlo pasar, pero también la curiosidad lo mataba, estaba casi seguro de que Jimin se había sonrojado por haberlo atrapado.

Y joder, que Jimin era humano y en el fondo agradecía un poco que Yoongi lo sacara de su estupor, pues si continuaba el hilo de sus pensamientos no sabe a donde hubiese llegado. Él no podía pensar de aquella forma en Yoongi, era un hombre...

—Yo...— las palabras se quedaron atrapadas en su garganta sin poder alcanzar la punta de su lengua, porque Yoongi dejó de mirar su libro y colocó su codo sobre el escritorio para sostener su cabeza en una de sus manos y prestarle toda su atención al menor.

—¿Tú...?— le invitó a continuar, divertido con todas las emociones que pasaron por todo el semblante de Jimin, pues vio como su faz cambiaba en una milésima de segundo.

—Olvídalo — susurró y volvió su vista a sus cuaderno, tratando de escribir aquello que acababa de leer.

—Ángel~— le llamó, obteniendo de inmediato una respuesta, pues notó como su cuerpo se tenso visiblemente y aunque se giró en su dirección, evitó a toda costa cruzarse con la mirada del mayor.

Estaba nervioso, lo sabía, y eso le inquietaba, pues lo que menos quería era que Jimin se sintiera incómodo a su alrededor y se distanciara.

—Jiminnie, mírame— le pidió, elevando su mentón con cariño al sujetar su barbilla con su pulgar e índice, con una dulzura extrema que le dolía.

Y entonces lo hizó, muy despacio, porque la mata de sensaciones zizageaban, se enredaban y danzaban en su estómago, abrumándolo completamente.

—¿En que pensabas Jimin? Puedes decirme lo que sea yo...

—Yo solo pensaba...

—¿Si?

—En lo mucho que quiero besarte justo ahora.

Just friends right?Where stories live. Discover now