III

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—Inútil. —Smack—. Inútil. —Smack. Smack—. Inútil. Inútil. Inútil...

Tras el último de sus golpes, aún sin soltar mi ropa arrebujada a la altura de mi cuello en la mano contraria a los mismos, se puso tan cerca que el whisky en su aliento me golpeó con la misma fuerza de estos.

—¿Cuando será el maldito día en que me despierte una mañana y no tenga que lidiar con tus mierdas?

La sangre tibia rodó por mi nariz y por la comisura de mi boca del mismo lado.

La saboreé y después le regalé una gran sonrisa. Aún cuando esta no llevaba rastro de humor y solo pretendía irritarlo con ella, la expresión perpleja en su rostro hizo que se me escapase una risa genuinamente divertida:

—Quizá... deberías vigilarme más de cerca. —Y escupí un buche de saliva sanguinolenta sobre su carísimo traje gris impoluto.

Volví a reír, incluso con más ánimos que antes cuando jadeó repugnado.
Vi su rostro desfigurarse de ira solo medio segundo antes del impacto de otra bofetada, con la cual me arrojó contra el librero de su estudio.

Al momento de volver a asirme, las venas de sus sienes enrojecidas continuaban palpitando.

—No sonrías —siseó sobre mi rostro—... Siento náuseas de solo mirarte hacerlo.

—Todos dicen... que tengo la encantadora sonrisa de mamá. No hay duda de por qué me odias tanto...

El arrebolamiento furibundo de su rostro se borró de manera paulatina, y su rasgos se destensaron hasta que su expresión recuperó aquella calma despectiva, rayana en la apatía que mostraba siempre, al dirigirse a mí.

—No te halagues. Odiarte sería sentir algo por ti. Tú solo me enojas —silabeó pausadamente y me soltó, esta vez definitivamente, pues al momento de erguirse, me dejó atrás y fue hasta su escritorio, en donde se escanció un vaso whisky—. Me enojas... en la manera en que una rata merodeando en mi casa y mordiendo el cableado eléctrico me enoja. Me es inconveniente, molesta, y me cuesta dinero.

—Ojalá "Control de plagas" fuera una opción —me burlé, todavía desplomado contra su librero, y me limpié el rostro—. ¿Cuál es la alternativa más cercana, Klaus? Sé donde guardas el arma. Y uno de los efectos adversos de la medicación son tendencias suicidas. Si tan solo las estuviera tomando... —reí.

No respondió. Apuró de un buche el contenido de su vaso de Tom Dixon y lo dejó sobre la mesa de un rudo golpe, encorvado sobre su escritorio como un buitre.

Desde mi posición solo podía ver su espalda subir y bajar en respiraciones arduas, procurando calmarse.

Empecé a enderezarme, dando por terminada la golpiza.

—¿Esto es todo, papi? ¿Ya hemos acabado? No querrás tener que remplazar el alfombrado por segunda vez este mes. ¿Cuál será la excusa ahora? ¿Vino? ¿Salsa de tomate? ¿Mermelada de frambuesa?... ¿O quizás alcanzaste por fin a la rata con tu...?

Por lo general, siempre lo veía venir.

Sabía lo que se avecinaba solo por su tono de voz al llamarme a su estudio. Pocas veces conseguía sorprenderme con la guardia baja, y aquella fue una; solo porque creía que ya habíamos terminado.

Debió poner toda la fuerza de su cuerpo en la patada. No le vi adoptar la posición o siquiera tomar el impulso antes de propinarla, solo sentí el momento en que me impactó, cortando el hilo de mi frase de forma abrupta.

Luego golpeé el librero a mis espaldas con tanta fuerza que este se tambaleó a punto de caerme encima, con lo cual algunos libros se precipitaron sobre mí.

El dolor llegó con un curioso desfase.

No lo sentí hasta hallarme ovillado en el piso sobre uno de mis costados, sufriendo espasmos en los intentos reflejos de mi cuerpo por recuperar el oxígeno del que el golpe lo había vaciado por completo, sin éxito.

Boqueé, emitiendo ruidos agudos y patéticos antes de conseguir jadear por aire. Y cuando lo hice, todos los músculos de mi tórax se contrajeron de modo agonizante.

Me pregunté si tendría alguna costilla rota, pero lo descarté sólo porque Klaus solía preferir los lugares mullidos a la hora de arremeter; no fuera que acabase lastimándose a sí mismo en el proceso...

La falta de aire me dejó lánguido, sin fuerzas para seguir intentándolo.

Por entre la bruma de mi visión, vi una figura delgada precipitarse dentro del margen de la puerta y luego en una carrera al interior del estudio.

Dos brazos temblorosos acunaron la mitad superior de mi cuerpo. Y obra del repentino movimiento, la bilis agitada de mi estómago subió hasta mi garganta.

Pero me bastó con sentir el sabor metálico y dulce en la lengua para darme cuenta de que lo que estaba a punto de vomitar no era bilis, y que la sangre que colmaba ahora mi boca ya no venía solo del interior de la misma.

Aunque la percibí dar un repullo en cuanto expulsé el buche caliente sobre las delicadas medias de seda que envolvían sus piernas, no me apartó de sí como acostumbraba hacer.

—¡¿Qué has hecho?!  —chilló la voz femenina, tan distorsionada en mis oídos que no hubiese adivinado de quien se trataba si no la hubiese visto entrar por la puerta.

—¿La rata todavía vive? —masculló Klaus tranquilamente, y se sirvió más whisky—. Supongo... que será mermelada de frambuesa esta vez.

Y pasé de ver su silueta alta, y al rostro crispado de mi madre, a ver todo negro otra vez.

Poco después oí su grito:

—¡Ni...! ¡¡Nikolas!!

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Nota aclaratoria: este oneshot es una precuela de la vida de dos de mis personajes, Nikolas y Nevi, en nuestra obra co-escrita, "HUNTERS", también disponible en Wattpad, subida en nuestra cuenta compartida, Cozygirls! 

Si quieres saber más sobre ellos o te interesa seguir conociendo su historia, ¡te invito a pasarte por nuestro perfil compartido y adentrarte en esta aventura sobrenatural!

Actualizaciones semanales, capítulos cortos, y muchas sorpresas. ¡Te esperamos!

Posiblemente en el futuro siga subiendo más capítulos independientes aquí acerca del pasado de estos o de otros personajes míos de la misma historia, siempre en la forma de oneshots en esta misma historia. ¡Mantente en sintonía!

Re:H (HUNTERS)Onde histórias criam vida. Descubra agora