𝘼𝙣𝙩𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙩𝙤𝙧𝙢𝙚𝙣𝙩𝙖

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De todas las cosas que se esperaba a pasar, esta era una de pocas... Sucrose se encontraba abrazando al chico de cabello blanco, no lo podía creer, ella es una persona muy tímida como para hacer esas cosas y aunque ya la hubiese besado, sabe que fue por la borrachera.

— Es muy cálido... -susurro la peliverde en el pecho del joven-

La imagen de ellos abrazándose le hacían hervir la sangre al rubio, separándola del peliblanco, Albedo se encontraba algo enojado con la aptitud de la chica...

— Sucrose, porfavor comportate -abrazo a la joven por la cintura- Lamento que tengas que pasar por esto, puedes retirarte si no te agrada su comportamiento.

El chico abrazo a la peliverde por la cintura, con algo de fuerza para que no escapara o volviera a abrazar a la persona de alfrente.

— No hay problema -hizo unas señas de negación con la mano- Es agradable tener a alguien que te demuestre afecto aunque este ebria.

El solo asintió, de un momento a otro el ambiente se volvió más pesado que antes, Albedo aún sujetando con fuerza a su asistente para que no escapara, pero eso no la iba a retener por mucho tiempo. Empezó a forcejear se manera desesperada, diciendo que la soltara y dejara en paz.

— ¡Déjeme Maestro Albedo, ya soy una adulta y se lo que hago!

"Maestro" Ese honorífico ya lo tenía cansado, hace unos momentos estaba queriendo besarlo y desnudarlo, pero ahora está molesta ¿Que le pasaba? Era algo que enojaba a Albedo, ella no se controlaba.

— Tiene razón, es mejor que la suelte Señor Albedo, después de todo no puedo negarle un abrazo a ella -dio una sonrisita-
— ¡Viste! No hice nada malo, solo fue un abrazo -siguio forzejeando-
— Eso lo se Sucrose, pero estas ebria, es la primera vez que te veo así y me preocupa.

Palabras que tranquilizaron a la chica, parecía estar más cuerda, dejó de luchar para su liberación y en cambio decidió agarrarse del chico.

— Bueno chico lindo, será mejor que otro día hablemos -dijo medio somnolienta-
— No hay problema -dio una sonrisa- si me necesitan estaré en el comedor junto a la Capitana.

Culminado su habla, se retiró del lugar de manera rápida, parecía estar algo confundido ante el comportamiento del rubio.

— Maestro Albedo -cerro la puerta- Tengo sueño.

Callo por completo su peso en los brazos del rubio, dando a entender que ya había quedado dormida. El chico la cargo y la acostó en su cama, luego le dio unas pequeñas caricias en sus mejillas para que quedará completamente dormida y el pudiera acostarse en el piso.

— Maestro~ -susurro la peliverde- duerma a mi lado.

El solo obedeció, sería imposible negar que era muy incómodo dormir en el piso, pero dormir con ella era una oferta que talvez nunca se le iba a volver a presentar.

— Descansa Sucrose -dio un beso en su frente-

Se quedó unos momentos despierto para confirmar que le chica estuviera completamente dormida, ya después el cerro los ojos y quedó dormido al instante.
Al día siguiente, Sucrose se levantó con un horrible dolor de cabeza al igual que recuerdos desordenados, cuando miro al lado de la cama, puedo visualizar a su maestro con marcas en el cuello y la camisa desordenada. Tan solo presenciar esa imagen, hizo que recordará todo en un instante, haciendo que se sonrojara en un rojo fuerte teñiendo por completo sus mejillas y haciendolas arder.

— Hmp!

El pequeño ruidito despertó a su maestro, haciendo que se levantara y le acomodara las gafas de su cara, luego puso una mano en su mejilla y la acercó hacia el para darle un beso en el otro cachete.

— Buenos días Sucrose -dio una pequeña sonrisa- Espero que haigas dormido de manera plácida.

Ante la acción del rubio, la joven se sonrojo aún más de lo que estaba antes, queria que la tierra la tragara ¿Que se supone que debía de decir? ¿Como debería de actuar después de eso?
Trago es seco e intento dar algunas palabras, pero lo único que logró decir "buenos" al parecer seguía shoqueada por lo que presenció.



𝙐𝙣 𝙚𝙭𝙥𝙚𝙧𝙞𝙢𝙚𝙣𝙩𝙤 𝙞𝙣𝙙𝙚𝙘𝙚𝙣𝙩𝙚༺ Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ