Capitulo 3: Conociendo a un extraño

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Mi hermana y el chico se quedaron mucho rato en la mesa, y cuando vi que se besaban no pude resistirlo más, me fui a la cocina y le mentí a la cocinera diciéndole que me sentía mal. Como no había casi nadie no se molestó en que me fuera una hora antes. En ese segundo Loreto pasó a mi lado.

—Cobarde —murmuró y la ignoré.

Antes de irme me cambie de ropa y la guardé junto con una botella de agua, tomé mi mochila y la puse en mi espalda. Salí del lugar y agarré mi bicicleta pero no la monté, deseaba caminar.

Ya era de noche, cerca de las diez, calculé que mi hermana llegaría antes de medianoche a casa así que por lo menos tendría una hora y media para pensar y no tener que hablar con ella, u observarla ignorarme. Como hacia frio y no llevaba chaleco me estremecí un segundo y miré alrededor. El cielo estaba bastante despejado y la luna llena se notaba completamente.

Una noche muy bonita, pensé.

Caminé por las calles principales un rato hasta que oí un estruendo cerca, fue como si algo chocara contra los tarros de basura, me detuve un segundo solo para escuchar, pero nada más paso. Observé alrededor y vi que todo estaba tranquilo, nadie salió a mirar desde sus casas ni ninguna luz se encendió en alguna ventana, no había sido nada.

Debía de haber sido mi imaginación.

Continué caminando pero como ya era tarde preferí apresurarme, me subí a mi bicicleta y me incline hacia adelante para partir. Ahí lo escuché, una tos y una respiración dificultosa. Me erguí y miré alrededor, solo que no había nada. En serio me estaba volviendo loca. Volví a inclinarme sobre mi bicicleta lista para partí, pero no, ahí estaba otra vez, una tos y el sonidos de tarros al caerse.

Dude un segundo pero mi curiosidad fue más fuerte y caminé hacia un callejón, el lugar estaba muy oscuro, me adentre lentamente afirmando la bicicleta con fuerza, como ya estaba comenzando a asustarme me detuve y miré alrededor.

—Tú —susurró alguien, me congelé—. Ayúdame —pidieron antes de que algo se lanzara contra mí. Sin pensarlo solté mi bicicleta y di un brinco hacia atrás.

Una persona apareció justo en frente de mi antes de caer hacia delante, me estremecí cuando lo oí estrellarse contra el suelo.

Dudé y miré alrededor, me balancee en las puntas de mis pies meditando si debía irme y olvidarme del asunto o prestarle ayuda. Me tomó dos segundo decidir.

Me moví hacia la persona y la observé. Llevaba una gruesa chaqueta negra que lo cubría hasta sus rodillas. Me agache a su lado y empujé, cuando logré voltearlo jadee asombrada, pues era un hombre y muy guapo.

El tipo tenía el cabello negro y largo, hasta sus hombros, que cubría sus ojos parcialmente. Noté que poseía un cuerpo largo y esbelto. Lo sacudí intentando despertarlo, pero no funciono, me acerque aún más a él y moví de su rostro extrañamente pálido algunos cabellos oscuros. Sin pensarlo la punta de mis dedos trazaron el contorno de su mandíbula hasta su boca, al darme cuenta de lo que hacía tire mi mano hacia atrás.

—Yamiko —me regañé en voz baja.

Regresé mi mano a su rostro pero solo para terminar de despejar su cara y poder mirarlo mejor. Por lo que veía el hombre debía estar entre los veinte y veinticinco años. Golpee su mejilla suavemente pero no reacciono, volví a sacudirlo pero tampoco paso nada. Suspiré.

Imaginando que lo mejor era llamar a una ambulancia saque mi celular de mi bolsillo, cuando marque el primer número una mano enorme se posó sobre él, me trague mi grito por la impresión y miré al hombre, él se había levantado levemente y me miraba.

Los Cazadores 1: GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora