Prólogo

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Narrador.

La ruso-mexicana miraba como su madre empacaba parte de su ropa en las maletas, ahora mismo se había arrepentido de haber casi quemado a la danesa. Antes de que pudiera reprochar algo la mexicana le dedicó una mirada para nada agradable regañandole en silencio. Su padre quien también se encontraba presente pero a diferencia de otras veces no la iba a defender como lo hacía siempre, su castigo era pasar tiempo con los padres de su progenitora, esos que no hicieron lo mínimo para conocerla. Odiaba terriblemente ese castigo ya que no tenía ni idea de cómo eran aquellas dos personas que no conocía para nada, agradecía no ser la única con ese castigo.

La de cabello bicolor se apoyó en sus brazos recordando perfectamente lo que había hecho junto a sus primos riendo levemente, se calló cuando su madre la miró. Después de tan divertido incidente para ella sus padres los habían cachado por lo que se pusieron de acuerdo para ponerles un castigo, su tía bielorrusa había puesto como opción mandarlos con el alemán y la Soviética que a vista de la menor estaban safados del tornillo, la opción fue rechazada cuando captaron que esos dos consentían de sobremanera a los menores. Otra opción fue mandarlos con Francia y Reino Unido pero incluso el estadounidense se negó alegando que ellos matarían a los chamacos, los traumas de infancia despertaron en el estadounidense que tuvo que ser tranquilizado por la peruana.

La única opción que quedó fue mandarlos con la italiana y el español, los cuales aún no conocían. La chica de cabello bicolor estaba consciente de que su primo Tahu no estaba de acuerdo con ese castigo al igual que ella pero no podían decir nada ya que simplemente eran dos menores de edad que no tenían voto en ese tema. Como último recurso para no ir volvió a acercarse a su padre quien ya se encontraba en completa soledad sin ningún rastro de su progenitora, retomó una carita tierna e inocente abrazando a el de cabellos blancos con cariño. El ruso solo atinó a acariciar el cabello bicolor de su hija observando como esta hacia pucheros.

- Папа, yo no quiero ir con mis abuelos, ni siquiera los conozco - El ruso sonrió ya esperando ese comentario.

- Rume, ellos son tus abuelos y no te harán nada, en realidad no se por qué no estuvieron aquí cuando naciste pero sabemos que te quieren - Respondió acariciando levemente las mejillas de su primogénita.

- Pero yo no quiero, ¿Por que no convences a mamá para que abandone esa idea? - Hizo un puchero.

- No quiero morir todavía Rume, sabes bien que tu madre esta safada del tornillo y es muy terca - La mexicana se asomó al escuchar eso. - Pero te amo mucho - Reparó el ruso antes de recibir un golpe.

...

El peruano-estadounidense era bendecido por su padre el cual no quería que se fuera pero su mujer lo gobernaba muchísimo lo que significaba que no podía alegar nada, menos si era la peruana de la que estamos hablando. La pelirroja en esos momentos yacía en la habitación de su hijo escogiendo la ropa de este mismo para guardarla en la maleta por que conocía perfectamente lo que tenía como primogénito y estaba segura de que sólo llevaría dos mudas de ropa, dos pares de zapatos y lo demás en la maleta serían las dos computadoras que tenía, dos tabletas electrónicas y un sin fin de cosas más que su padre le había regalado.

Sintió los brazos de su pareja sostenerla por la cintura acariciando un poco esta, continuó lo que estaba haciendo mientras escuchaba como el rubio trataba de hacerla cambiar de opinión con respecto al castigo. Terminó de guardar todo en la maleta ya cansada y miro con completa seriedad a su amado.

- Honey, creo que tu no estas captando la seriedad del asunto - Exclamó la chica cruzándose de brazos.

Le esperaba un gran reproche al estadounidense por intentar salvar a su hijo del castigo y mientras tanto el menor escuchaba todo derrotado. No podría hacer cambiar de opinión a su madre.

...

La pequeña Alechi yacía recostada en la suave cama observando como su progenitora charlaba con alguien por teléfono, su padre en esos momentos estaba en su Oficina haciendo su trabajo diario además de que después la llamaría para pintar algo como todos los días. Le sorprendió ser tomada de las mejillas por su madre la cual la observo con un puchero en su labios, la chilena extrañaría mucho que su hija después de todo era la luz de sus ojos, su pequeña lagartija, como su hermana solía decirle.

- Meine Liebe, como ya sabes te irás por un tiempo con tus abuelos así que quiero que estés lista para mañana - Sonrió la pelinegra con amabilidad.

La menor asintió observando fijamente los ojos ámbar de su madre pero terminó por desviar la mirada al escuchar la puerta abrirse con cuidado. Su padre entró con una sonrisa abrazando a las dos mujeres más importantes en su vida y le pidió a la más pequeña que lo esperará en su despacho, esta acató la orden yendo a la Oficina de su padre dando pequeños saltos en el camino. La chilena le dio un dulce beso en los labios a su amado siendo correspondida y después de una ronda de cariños el alemán se tuvo que ir para no hacer esperar más a su pequeña lagartija.

Alechi era muy parecida a su madre en cuanto a físico, su pelo negro siempre amarrado en una coleta, sus ojos color ámbar que brillaban todo el tiempo y su sonrisa alegre que portaba todo el tiempo, en cuanto a carácter era más parecida a su padre ya que los dos poseían un carácter fuerte pero calmado, algo que no le gustaba a la mayor por que no podía separarla ni un momento de su amado.

Ahora mismo padre e hija disfrutaban de uno de sus pasatiempos favoritos; pintar juntos, algo que habían heredado de el nazi y les servía mucho para desestresarse. Como todos los días el alemán ayudaba a su primogénita con algunas cosas mientras observaba cómo está manchaba por completo el mandil que utilizaba el de pequeño. Para el alemán ese pasatiempo era algo simbólico ya que su padre hacia lo mismo cuando él todavía era un niño de 8 años, trataría de seguir la tradición de su padre ahora con su pequeña lagartija y tal vez, solo tal vez, con los nietos que llegará a tener si aún seguía vivo.

Extrañaría mucho a su hija durante los dos meses que estaría con sus abuelos pero no le gustaba en lo mínimo ser pesimistas por lo que ahora sólo se enfocaba en pasar el tiempo que le quedaba con su hija junto a la chilena ladrona de su corazón.

...

Bielorrusia solo se dedicaba a observar como su querida esposa charlaba con sus hermanas por teléfono, ahora mismo su hija debería de estar dormida ya que había heredado la pereza de su amada. Se levantó de donde estaba dándole un beso en los labios a la mujer que amaba saliendo de la habitación para ir a la de su hija, Biecua. Abrió la puerta confirmando lo que se esperaba, su pequeña ceresita dormía tranquila con las almohadas tiradas en el suelo y las sábanas a un lado de ella, sintió que le recordaba por completo a su ceresita mayor.

Se acercó recogiendo las almohadas y las dejo en uno de los muebles que estaban cerca de la cama para después arropar a su pequeña ceresita quien no hizo más que sonreír entre sueños. Con mucha tranquilidad le dio un pequeño beso en la frente a su hija deseándole buenas noches en un susurro casi inaudible ahora saliendo de la habitación para ir a la cocina.

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Nuevo año, nueva historia, solo diré eso 🤗

Viviendo con los abuelos [Countryhumans]Where stories live. Discover now