2 | «Anti-CorbynHood»

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—La responsabilidad era de Joako y la cagó...

—Basta, Eri, no lo hizo queriendo. Se malentendieron las cosas, estaré bien. —le paso el resto de mis papas a Uriel y me pongo de pie—. Nos vemos mañana, chicos. Los quiero.

Ni bien salgo de la mesa Erika y Joako se ponen a discutir nuevamente y yo decido apresurar el paso. El día me consumió las energías en su totalidad y no me siento preparada mentalmente para hacer de moderador entre mis dos mejores amigos.

Al llegar a casa dejo caer mi bolso junto a la puerta y a mí encima del sofá. Desde que subí al uber me viene picando el bichito de la curiosidad y ahora que estoy sola no creo aguantarme más la comezón.

Me meto a Instagram y busco el perfil de Liam. Ni bien se termina de cargar la página mi mandíbula queda colgando en el piso y mis ojos se abren tan grandes que tengo miedo que se salgan de sus órbitas. ¡Siete millones de seguidores! ¡Siete y yo llego a los mil con suerte! La última vez que lo vi era un chico que abandonaba todo para ir en busca de sus sueños y ahora es un engreído de mierda que se cree la gran cosa por tener un par de idiotas que lo siguen.

Su última publicación es de anoche, son algunas fotos del meet and greet en las que sus fans lloran y lo abrazan. Patético. Ni que fuera un superhéroe que salvó a medio mundo. Lo peor de todo y lo que me da más rabia es el pie de imagen «Jamás llegaré a conocerlos a todos, pero esta pequeña parte de ustedes con la que he tenido el placer de coincidir me llena el alma» ¿¡Quién diablos se cree!?

Estoy en medio de un ataque colérico cuando mi celular suena y la foto de Liam desaparece de mi pantalla para ser suplantada por una llamada entrante de Laura, mi hermana.

—Hola, Sam —su vocecita hace que todo mi enfado previo se esfume—. ¿Estás emocionada por mañana? 

—Hola, pulga. Sí, un poco. ¿Qué hacías? —me quito los zapatos ayudando a un pie con el otro y los hago volar lejos de mi.

—Mamá dijo que saldrías con tus amigos, pero quería llamarte así que cuando ella se fue a acostar bajé a la sala y esperé a que fueran las once.

—¿Vas a ver la transmisión mañana? —aunque sea a la distancia me hace bien pensar que están conmigo.

—No voy a despegar mi cola del sofá en todo el día. Mamá me dejó faltar a la escuela por esta vez...

—¿Nena, qué haces? —se escucha la voz somnolienta de mamá al fondo.

—Unicornios...de color rosa...

Y es lo último que escucho antes de que la llamada se corte. No crean que mi hermana es una tonta, de hecho es la mini persona más inteligente que conozco y eso que acaban de escuchar es la mentira que viene aplicando desde que aprendió a hablar. Hacerse la que camina y habla dormida es un clásico.

Me quedo viendo la foto del meet que vuelve a hacer presencia en mi pantalla. Es increíble lo mucho que una persona puede cambiar internamente con el tiempo, porque aunque Liam por fuera siga pareciéndose al chico dulce del que alguna vez estuve enamorada, por dentro es un engreído de mierda con linda sonrisa y hermosa voz.

No lo pienso negar. Sigue siendo atractivo y eso me molesta porque solo confirma mi teoría de que todos los chicos lindos son unos imbéciles descomunales y por desgracia eso no se quita ni con toda la belleza del mundo.

Mi dedo curioso sigue deslizando hasta que sin darme cuenta estoy al final de su perfil en una foto de hace dos años en lo que parece ser una entrega de premios. En el pie de foto pone «En el fondo siempre supe que había algo más esperando por mi fuera del pueblo».

—¡Que engreído de mierda! —lanzo el celular al otro lado del sofá y me cruzo de brazos, dispuesta a dormirme de una vez y dejar de lado al idiota de Liam.

—¿Sigues pensando en ese idiota? Declárate team anti-CorbynHood y listo.

Giro mi cuello hacia atrás con tanta velocidad que siento un tirón fuertísimo en el lado izquierdo de este.

—¡El susto que me acabas de dar! —chillo y Erika se encoge de hombros.

—¡Ay, Sam, nadie tiene miedo cuando el sol acaba de salir! —tira un montón de ropa encima del otro sofá—. Si fuera plena noche todavía te entiendo, podría ser un asesino serial, pero a las seis de la mañana lo dudo...

—¿¡Cómo que las seis de la mañana!? —confirmo la hora en mi celular y si, efectivamente son las seis y cuarto.

—¿Te despertaste en Júpiter o me parece a mi que estás media perdida?

—Ni siquiera me dormí, Eri. Anoche cuando llegué hablé con la pulga y después...

Me quedo callada.

—Samantha Kein ¿después qué?

Sus ojos acusadores me hacen soltar la verdad.

—Después me quedé mirando fotos en la cuenta de Instagram de Liam, ahogándome con los pie de páginas y queriendo arrancarle los ojos a sus fans por idiotas...

—¿Y no dormiste? —ladea la cabeza.

—¿Iba a hacerlo ahora? —estaba en eso cuando casi me mata del susto.

—Tendrás que dormir camino a la peluquería y ya, porque tienes que estar en la galería antes de mediodía lista y radiante para las fotos.

Malditas fotos, si fuera por mi las evitaría a toda costa, no me parece nada gracioso que mi cara ande en los periódicos locales y debajo de ella cuenten mi vida en diez resumidos renglones. Hace unos años quizá me habría hecho ilusión, pero a la edad de veintidós años cuanto más desapercibida pueda pasar es mejor.

—Pruébate el vestido otra vez por si las moscas, un baño y salimos rumbo a La Casa del Cabello.

Cuando Erika me dijo el nombre de la peluquería por primera vez creí que era una broma y me reí, pero pasados unos segundos y viendo que ella no se lo tomaba a chiste enserié mi rostro y apreté los labios para reprimir la risa que luchaba en mi interior por salir.

—Ya me lo probé como quince veces... —comienzo a quejarme pero una mirada fulminante de Eri me basta para levantar el culo del sofá y caminar hacia el baño.

—¡Selfie! —grita Eri ni bien abro la puerta del baño y el flash de su cámara delantera nos ilumina a ambas.

—Un segundo antes y captas como me acomodo la teta en tu precioso celular —digo con un tono irónico.

—¡Te queda hermoso el vestido, Sam! —me toma de la mano para hacerme girar, ignorando mi comentario—. Viste como el azul era tu color.

Sigo sin pensar lo mismo, en la tienda me gustaba más el negro, pero Eri insistió tanto en comprar este que al final terminé aceptando solo para que me dejara en paz y poder ir a comer de una vez por todas.

—Uri se siente culpable por no poder acompañarte, no te olvides de llamarlo.

—¿Lo hago después de ducharme? —señalo el baño a mis espaldas.

—Sí, ahora corre porque sino llegaremos a La Casa del Cabello a la hora de la merienda.

—Para hacer ondas no se necesita mucho tiempo...

—¡Corre, dije!

Y tras ese grito me meto en el baño de apuro escuchando las carcajadas de Erika resonar por toda mi sala. Puede que a veces sea una fastidiosa, pero no me podría imaginar mi día a día sin ella.

————🎤————
Y ustedes como se declaran ¿Team anti-CorbynHood? Yo creo que voy a por ese.

No tengo mucho que decir feas, solo que las kiero besos en la kola

Adiós.

Si lees esto me debes un chocolate 😋

Una canción no fue suficiente [✓]Where stories live. Discover now