VI | Espectro con complejo de espía

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Cuánto más se acercaba al cartel, más audible era el susurro del principio.

Era capaz de diferenciar las voces de tres hombres distintos, aunque la voz de Leo la reconoció a la perfección.

—Va a ser mucho más complicado de lo que planeábamos —dijo con rabia—. La chica tiene un tigot protector pululando a su alrededor.

Lo sabía.

No se había equivocado.

Era un maldito ctónic.

A pesar de alegrarse por haber tenido razón, también le entristeció.

Venía a por Fayna y no estaba solo.

Solo esperaba que ella no estuviera involucrada.

Sin embargo, había deseos que eran imposibles de cumplirse y a la misma vez que ella suplicaba a sus dioses de que la más cruel de todos los seres habidos en los Tres Reinos no estuviese detrás de Fayna, Leo ordenó lo opuesto.

—No podéis perder tiempo. Antes de la madrugada, Ker debe de estar enterada para poder cambiar la estrategia.

Su voz a pesar de ser la misma, no lo era.

Cuando estaba alrededor de Fayna hablaba con voz grave pero calmada, ahora, sin embargo, escucharlo le provocó un escalofrío que le recorrió toda su espina dorsal.

Tenía la sensación de que, si las personas a la que se dirigía no cumplían con su orden, acabarían muertos.

—¿Y cómo podemos confiar en que usted es quien dice ser? —cuestionó una voz envejecida.

Nashira giró un poco la cabeza para poder visualizar la escena.

Un hombre bajito y rechoncho con pelo canoso ocultado bajo un sombrero y con un espeso bigote tenía su mirada oscura clavada en Leo con desconfianza. No tardó en llegar a la conclusión de que había sido él quien había hablado antes.

Sin embargo, toda su atención se enfocó en la nueva presencia que todavía no había aparecido frente a ellos, pero que Nashira ya reconocía.

Alguien como ella.

Era un espectro del Abora.

Más concretamente un rels, al igual que su madre, y se trataban de aquellos que tenían el poder de distorsionar la realidad a su alrededor, siendo capaces incluso de hacer que una alucinación fuese tan certera como la vida real, aunque no lo fuese.

Lo sabía porque su aura era la misma que sentía alrededor de su madre, como si no estuviese en realidad, pero a la misma vez sí. La mayoría distorsionaba su esencia de forma inconsciente.

Al igual que Nashira notaba su presencia, ella también lo haría.

Solo esperaba que no la delatase.

—¡Alioth! —escupió furioso, como si ella tuviera la culpa de todos sus males.

De una de las sombras salió una chica de piel ámbar y cabello azabache recortado por encima de sus hombros, con varios mechones trenzados. Sus ojos grises brillaban bajo la luz de la luna.

Nashira no creía que tuviera más de dieciséis años.

Alioth se colocó al lado de Leo sin rechistar y Nashira sintió la rabia bullendo dentro de ella.

Los espectros del Abora era la única especie dentro de los Tres Reinos que no atacaba si no era atacada con anterioridad o si no estaba en peligro.

Por eso mismo los ctónics se aprovechaban de esa sumisión para hacer con ellos —y con ella misma— lo que quisiese sin que nadie se los impidiera. Se fijó en ligero temblor del cuerpo de Alioth que no disimulaba demasiado bien.

Yin. El bien dentro del malWhere stories live. Discover now