-0- Lucy

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Me daba la sensación de estar dentro de una burbuja. Año tras año teníamos la misma conversación. Año tras año todo se volvía lejano. Menos mal que nunca estaba sola en aquella conversación con el maestro, Natsu me había acompañado las últimas seis veces, esta no iba a ser diferente.

Normalmente aprovechaba que él venía conmigo para ni siquiera prestar atención a la conversación, la primera vez fue incomoda, la segunda repetitiva... La tercera no quería ni escucharla... En este caso, era él quien tomaba la palabra, dejándome sentada en una butaca frente a un escritorio. En casos normales, eso me molestaría. Este no era un caso normal. Pero la conversación del día de hoy no estaba siendo igual a todas las anteriores. Esta vez, las voces cansadas por lo doloroso del tema eran mucho más notorias. Y no solo la del maestro, quien era blanco de la ira de mi marido aunque el pobre hombre no tuviese culpa alguna, esta vez Mirajane estaba en la conversación.

—Que me da igual lo que diga o deje de decir. -Conseguí distinguir la voz de Natsu. La conversación estaba subiendo tanto de tono que me vi obligada a prestar atención.- Tu no estuviste cuando todo pasó, Laxus. No sería la primera vez que nos miente. No te atrevas a confiar en ella.

—Natsu... -Los ojos de Mirajane por un momento me miraron, como si supiese que acababa de entrar al tema y también estuviese dirigiéndose a mi.- Es el séptimo año que viene pidiendo reingresar... Tienes que oírla, verla... No sabe por qué la echamos. No entiende nada...

—Los dos sabéis muy bien que es lo que le haré si la veo. Tenerla enfrente no sería la mejor de las ideas.

Puse la mano sobre la de Natsu. Como poniendo un límite ahí. Todos sabiamos que como Natsu estuviese frente a la Strauss, uno de los dos no saldría con vida. Y ese uno no se apellidaba Dragneel precisamente. Pero no era algo que se hubiese verbalizado más allá de nuestra privacidad. Mucho menos frente a su hermana. Aunque aquel gesto, por lo que fuese, hizo que los tres en la habitación se diesen cuenta de que yo no estaba tan ausente como las últimas veces.

—Vamos a ver... -Interrumpió Laxus al ver como su mujer daba un paso al frente, directa a reprocharle lo que fuese a Natsu.- Lucy... Se que es algo difícil de creer... Tu fuiste la víctima directa en todo esto y como siempre tu serás quien tenga la última palabra en todo esto. Pero conocías a Lisanna... Fuisteis amigas muchisimos años... ¿De verdad tú verías capaz de hacer a algo así de la Lisanna que fue tu amiga?

—Tu opinión no cuenta, Laxus. -Natsu se levantó enfadado. Incluso golpeó el escritorio que teníamos enfrente.- No estuviste aquel día. -Gracias a Dios.- Ni siquiera estuviste los años siguientes. Porque tu mujer sea la hermana mayor de Lisanna tu no tienes el derecho de andar haciendo esas preguntas.

Yo no había abierto la boca... Sabía que tenía razón... Todos en Fairy Tail fueron hechizados aquel día. ¿Por qué no iba a estarlo ella? En realidad era algo a lo que estuve dandole vueltas muchos años.

—Por supuesto que tengo el derecho, Natsu. No olvides que soy el maestro de este gremio. Pero es algo que tendríais que pensar. Tú mejor que muchos la conociste antes de que desapareciera, fuisteis muy cercanos después. ¿Me puedes jurar, aquí delante, que te hubieses esperado una actitud así de Lisanna? Siete años lleva diciéndonos que no entiende nada. Han pasado quince. Merece, aunque sea por los años que pasó aquí como un miembro integro de Fairy Tail, que le demos una vuelta a la posibilidad de que no fuese del todo ella.

Los ojos apenados de mira no le quitaban el ojo al hombre a mi lado. Que él no hubiese respondido de manera agresiva a las palabras de Laxus era un paso, y los tres lo sabíamos.

—Cielo... -murmuré por primera vez desde que entramos en el despacho del Dreyar. Natsu volvió a sentarse y agarró mi mano, como si intentase darme ánimos, pasándome ahora el testigo de toda aquella responsabilidad.- Yo... -Me dirigí a los Dreyar.- Creo que... Es algo a lo que habría que darle una vuelta... Pero hay en una cosa en la que te equivocas, Laxus... Yo no fui la única víctima de aquella situación... Y desde luego no voy a permitir que Lisanna esté en el mismo gremio que mis hijos sin asegurarnos de que está diciendo la verdad y que no fue ella la causante de que Luna esté enferma, o de que Natsu se perdiese los primeros cuatro años de su vida...

—Sabes que es algo que nunca permitiría. -Sentenció, y tras dirigirme una ligera sonrisa, miró a su mujer, la cual sonreía también.

Mi marido en cambio... Podía ver perfectamente que el humo que salía de sus orejas era un increíble mal humor. Los Dreyar habían dado en el clavo, y aunque estoy segura de que Natsu también había pensado en todas esas posibilidades, seguía guardando un odio enorme hacia Lisanna por haberle hecho hacer todas aquellas cosas, por los cuatro años que vinieron después, llenos de angustia, depresión y un ligero problema de alcoholismo ya resuelto.

EL SECRETO DEL DRAGON AL QUE LE CRECIERON LAS ALAS [2/2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora