Capitulo 37

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Madrid.

-Lamento no haber pensado en cómo te sentías- Susurro, abrazándola fuertemente sobre su pecho, acariciando tan delicadamente como le permitieran sus dedos la espalda de Lucia -Y lamento no haber estado ahí, contigo. Como necesitabas, como pedias a gritos- Su voz se fue apagando, y Lucia recién pudo percatarse de las lágrimas bajando del rostro de Alex -Te pido perdón por dejarte sola cuando más me necesitabas, y te pido perdón ahora por no lamentarlo antes.

Las palabras no logaron salir de su boca, solamente fue capaz de abrazarse más fuerte a Alex, buscando consolarlo, porque sabía que en ese momento él se castigaba así mismo por no haber estado para ella antes. Sin embargo, Lucia no lo culpaba, los años le hicieron entender que de haber sabido, el definitivamente hubiera corrido a su lado, y sin importarle nada en absoluto la hubiera apoyado incondicionalmente. Solo que en ese momento, el miedo la cegó completamente.

-Está bien- Susurro, acariciando las lágrimas que bajaban de su rostro -No puedes culparte por no tener idea de lo que sucedía, falle en no haberte contando.

-Pero aún así debí haberme dado cuenta- Replico -Maldita sea, te caías a pedazos y no me di cuenta. ¿Cómo podía jactarme de amarte si sufrías y no te entendí?

-Éramos unos niños, Alex- Lo tomo de los hombros al separarse levemente, sin dejar ver tanta distancia entre ambos cuerpos -No podemos devolver al tiempo, es triste pero es imposible ahora. Pero...

Ciertamente no sabía que decir, normalmente era Alex quien siempre intentaba ver el lado positivo de las cosas, o era el que en su mayoría daba los mejores consejos. Pero ahora era su turno, y para ser honesta no sabía cómo o por dónde empezar. Solo podía ver sus ojos verdes ahora rojizos, y la evidente culpa manchando todos los rasgos de su precioso rostro.

-Pero puedes tomar todas mis piezas ahora, al igual que yo tomare las tuyas, y podremos juntarlas de alguna manera para sanar las heridas que hasta el día de hoy nos acechan, reconstruir aquello que nos rompió en el pasado- Disminuía su tono de voz conforme hablaba -Puedes sencillamente abrazarme toda la noche y prometerme que no volverás a irte, que ni Dylan o alguien más podrá separarnos.

Había bajado todas las barreras, y pedido en voz alta que se quedaras. Cosa que se prometió a ella misma que no haría nunca. Pero la verdad es que en ese momento nada le importaba más que el hombre frente a ella, del que estuvo enamorada hace años y ahora por fin podía volver a tenerlo entre sus brazos. Alex por su parte la vio en silencio, reconociendo lo vulnerable que se mostraba Lucia, quizás tanto como nunca se mostró antes, y él valoraba aquella intimidad con su vida entera. Inclino levemente su rostro, juntando sus frentes lentamente.

-No me iré aunque seas tú misma quien lo pida- Susurro -No volveré a irme, aun si lo quisiera, mi corazón solo lleva tu nombre.

Se besaron fugazmente, para después fundirse en un fuerte abrazo, intentando unirse todo lo que permitieran sus cuerpos, encajando como piezas de romper cabezas que después de estar tanto tiempo perdidas por fin volvieron a encontrar su camino a casa.

...

Filadelfia.

Daniel bebía un exquisito whisky de rocas en el despacho de su madre, al lado de la mujer que le dio la vida, compartiendo el mismo trago se hallaban en completo silencio.

Daniel había decidió contarle toda la historia a la mujer de cabello rubio, desde sus recuerdos de la secundaria junto a Sol hasta la noche anterior en que compartieron la cama. Ella se mantuvo sin pronunciar palabras, ni fijar sus ojos en su hijo, quién por su parte lejos de sentirse avergonzado sólo sentía un profundo vacío en su pecho, había decidido alejarse de Soledad de manera romántica, pero seguía siendo su cliente, eso significaba que aún debían mantener el contacto.

El placer de tus labios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora