vi. only love can hurt like this

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FLORENCE CAMINO de un lado a otro pensativa, el cielo empezaba a tornarse rosa indicando la mañana

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FLORENCE CAMINO de un lado a otro pensativa, el cielo empezaba a tornarse rosa indicando la mañana. Suspiro sintiendo sus ojos llenarse de lagrimas así que toco rápidamente el timbre de la bonita casa.

Pasaron siete minutos cuando un adormilado Matthew abrió la puerta con un kimono azul rey puesto, frunció el ceño al ver a la rubia con ese bonito vestido pero en su rostro solo encontró lagrimas secas y el sus rizos estaban despeinados. Se sorprendió aun más al sentirla abrazarlo.

—Hey —murmuro acariciando su cabello—. ¿Qué ocurre?

—Lo arruine todo, Matt —sollozo—. Mis hermanas tenían razón.

El castaño adentro a la rubia a su casa y, sin dejar de abrazarla, cerro la puerta.

— ¿De que hablas? —pregunto separándose un poco para verla.

—Y-yo... dormí con Chris —su labio inferior tembló—. Soy tan idiota.

—No eres idiota —limpio sus lagrimas—. Sigues amándolo y dejas que tu corazón tome las decisiones que debe tomar tu cerebro.

—Esta mañana me dijo que me amaba —le explicó.

Matthew sintió algo removerse dentro de su cuerpo, de pronto sintió miedo al pensar que perdería la oportunidad de poder tener algo con Florence. El no quería perderla, no una segunda vez.

—Pero... yo sentí que no me ama de verdad —suspiró—. Sentí que todas esas palabras son reutilizadas, que en algún punto Chelsea escucho lo mismo que yo.

—Flo...

—Me siento usada —sollozo—. El jamás me amo porque de haberlo hecho no me habría engañado con nadie.

—Es un idiota —soltó—. No te merece, ningún hombre lo hace... eres demasiado para cualquiera.

—No lo soy —bajo su rostro—. Soy una estúpida.

—No voy a dejar que te sigas insultando —se levanto del sofá—. Ven.

— ¿A dónde me llevas?

Entraron a la cocina—. Prepararé tu desayuno favorito.

— ¿Mi desayuno favorito? —frunció el ceño.

—Si tu desayuno favorito sigue siendo el mismo que hace casi doce años entonces si.

Saco un bote de helado de chocolate y le dio una cuchara. Florence rió aceptando con gusto.

—Lo compre ayer —explicó sacando de la alacena los ingredientes necesarios para los waffles—. Pensaba en invitar a tus hijas y sobrinas al cumpleaños de Hunter.

—Estoy segura de que ellos van a estar encantados de venir —sonrió—. ¿Cómo están tus papás?

—Muy bien, llegan hoy —sonrío inconscientemente—. Van a estar dos semanas aquí.

𝐘𝐔𝐀𝐍𝐅𝐄𝐍. matthew gray gublerWhere stories live. Discover now