Cuando él apoyó su mano sobre el colchón a su lado y la acorraló con su cuerpo al acomodarse sobre ella, se encogió, bastante avergonzada y nerviosa y abrió los ojos para mirarlo. No le gustaba mucho no poder verlo y su atención, aunque le encantaba, empezaba a aumentar sus nervios.

Gimió, con sus labios devorando su cuello, chupándolo y lamiéndolo con tanta intensidad que la abrumaba y le acarició la nuca hasta que se ayudó de ambas manos para alejarlo.

—¿P-puedes prender a-algunas velas?

Rylan la besó brevemente y cuando dejó la cama, pudo volver a respirar por unos minutos y refrescar su cuerpo que parecía en llamas. La cama ardía o era ella, la verdad ya no sabía, pero sentía que se estaba incendiando y le incomodaba toda esa sensación entre sus piernas.

Rylan encendió dos velas y sopló el fosforo mientras la miraba.

Con la nueva claridad en el dormitorio todo era más claro y admirarla era mucho más excitante. Estaba acostada en su cama, sus piernas ligeramente separadas, pero con la camisola ocultando esa parte de ella que tanto necesitaba. Tenía un seno expuesto por la manga que le había retirado, pero la otra seguía en el lugar y ocultaba su pecho. Sus mejillas estaban demasiado rojas y su respiración era acelerada, se veía hermosa. Como una Diosa de la lujuria.

Se quitó la camisa, aprovechando que estaba de pie y Marie se sentó en la cama y lo miró. Esa noche vería a un hombre desnudo por primera vez, podría tocarlo y saber como era, como se sentía.

Cuando Rylan dejó caer su camisa al suelo, Marie se enderezó hacia el borde de la cama y admiró su cuerpo. Si él contraía las abdominales estas se marcaban sutilmente en su vientre y su piel bronceada y suave reflejaba la luz de la vela. Tenía vellos cubriendo su torso hacia los pectorales y descendiendo desde su ombligo hacia la cinturilla de la pantaleta que traía. Y por primera vez, realmente veía la erección pronunciándose contra la tela que no se resistía a permitir que se irguiera.

Rylan le acarició la mejilla cuando se detuvo de pie frente a ella y comenzó a acomodarse sobre su cuerpo otra vez, incitándola a acostarse en la cama y dejar que la acorralara. Se sobresaltó cuando la beso y un gemido escapó de sus labios.

—Tan atrevida y aun así tan vergonzosa —murmuró con una sonrisa cuando besó su cuello—. Que combinación más extraña.

Abrió la boca con un jadeo ahogado cuando él chupó su pezón y lo miró sin poder evitarlo. Todo el cuerpo se le erizó y se mordió el labio, su espalda se arqueó por voluntad propia en respuesta a su lengua acariciando su pezón y no pudo evitar gemir y gemir más fuerte. Rylan le bajó la otra manga de la camisola y tiró de la tela hacia abajo para desnudar su otro seno, lo besó y lo lamió de la misma forma, succionándolo por momentos como si pretendiera devorarlo entero.

No tenía senos muy grandes, pero a él parecían gustarles y los atendía con dedicación y tiempo. Le empujó la camisola por las caderas para quitársela y Marie apretó las piernas para cubrirse y se abrazó bastante apenada.

Rylan dejó que el vestido cayera al suelo junto a la cama y regresó a ella para besar sus rodillas flexionadas que se apretaban para intentar ocultar lo que a ella tanto pudor le daba. Besó sus rodillas y las mordió, acariciando el hueso que se pronunciaba contra su piel y que le daba cosquillas. Le estiró las piernas suavemente y sus ojos volaron hacia su monte de venus. Tenía los vellos de un color dorado claro, apenas perceptibles y se amontonaban en pequeños rulos. Alzó la vista hacia sus ojos y la notó sonrojada.

—Abre las piernas, nena, quiero verte.

Negó, ocultándose en sus manos y Rylan se inclinó sobre ella para besar sus nudillos y volvió a sus senos.

Vidas cruzadas: El ciclo. #3 COMPLETA. +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora