xiv. the feast of all sinners

Start from the beginning
                                    

Pronto las palabras dichas por Rebekah años atrás, en la víspera de la pelea contra Lucien Castle, llegaron a su mente como ondas de choque: «Si no llega a pagar el precio en sangre, ten por seguro que te odiará». Por supuesto, esto lo había dicho bajo el producto de una maldición, pero no quitaba el hecho de que en aquellas palabras había veracidad.

Y ella no solo había pagado el precio en sangre.

―Prefiero que me odies a que me apartes ―expuso su pensar. Pronto la vio aprisionar más sus manos contra su piel llevando a que sus yemas se volviesen blancas ―. Pero no quiero que pienses, ni por un segundo, que te abandonaré.

La vio temblar y quiso acercarse, pero sabía que debía darle su espacio. ―Las cosas que he hecho...

―Palideces en comparación ―aseguró ―. Y aún así me has perdonado por ello ―argumentó. Por un segundo, la vio intentar levantar su rostro ―. No debes culparte por lo que has hecho.

La joven Alfa tragó grueso. ―Debes irte. ―estableció con determinación.

Klaus bajó la mirada para cuando se detuvo a unos pasos más cercanos de la cama. Ella quería apartar al mundo, que ese mismo mundo la odiase y la culpase de cada acto atroz que había cometido, pero aún si todo el mundo se pusiera en su contra. Klaus Mikaelson jamás sería parte de aquellos que la señalaban.

Pronto el desespero se apoderó de la joven al ver que él no se movería ni un centímetro por lo que se colocó de pie con rapidez, y lo vio a los ojos, en ese momento, Niklaus pudo apreciar las lagrimas corriendo por las mejillas de la joven Alfa.

―¡Tienes que irte! ―alzó la voz, sonaba desesperada y contradictoria ―. Su magia está en mi, y no se por cuanto tiempo pueda mantenerme consiente, debes irte ―aseguró entre sollozos ―. Debes alejar a las niñas lo más que puedan de aquí ―desvió la mirada mientras sus manos aprisionaban la chaqueta del híbrido con fuerza ―. Esto fue un error, nunca debí volver. ―murmuró.

Y en ese momento lo vio, en los ojos cristalizados de la joven Alfa, y lo destrozada que se encontraba. Estaba exhausta. Y se culpaba de todo lo ocurrido, pues en ese momento, ella se condenaba y buscaba quien fuese el ejecutor de aquella disposición.

La miró fijamente ―. Solo porque hayas hecho una cosa terrible, no significa que seas una mala persona ―expuso Niklaus luego de un finito silencio. Un jadeo tembloroso escuchó por parte de Alexandra antes de que le tomase el rostro con suavidad. Ella cerró los ojos ante el tacto ―. Las personas hacen cosas malas en orden para sobrevivir, y todo lo que has hecho, es para la sobrevivencia de nuestra familia ―acercó su frente a la de ella mientras cerraba los ojos ―. Y sacrificarse por los que amamos es algo que hacemos sin pensar.

Y en ese momento, la sorpresa no cupo en Alexandra. Abrió los ojos de golpe para cuando separó su frente de la de Niklaus, en sus ojos lo vio, él lo sabía.

Sabía lo que haría.

―Yo-yo iba a decírtelo ―esquivó la mirada de Niklaus. El temblor se apoderó de ella, estaba abrumada. Él suspiró, como Elijah le había dicho, debía ser paciente y estar tranquilo o la pondría al borde del abismo ―. No podía permitirlo, Nik ―murmuró ―. No dejaría que tuviera a las niñas, ni por un segundo dudaría en sacrificarme por ellas.

Él asintió.

La sentencia del Hollow era clara, y para la pésima suerte de todos, no era algo de lo que pudiesen escapar. El Hollow le había establecido a Alexandra que se rindiese ante ella, le ofreciera ser su recipiente y así no tomaría a Hope, pues era la segunda persona conocida que había obtenido la «Escencia». Y siendo parte del poder de la misma Inadu, la hacia el perfecto recipiente, ahí obtendría una vez más su poder.

⁴ 𝐂𝐔𝐑𝐒𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Where stories live. Discover now