xiv. the feast of all sinners

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Y sin más se separo, para luego colocarse de pie con tranquilidad y una sonrisa que a Morgan le transmitía confianza. Pero en un parpadeo, desapareció tan rápido ante sus ojos que no le dio tiempo de reaccionar, pronto el llanto llenó cada rincón del Bayou mientras aquella pequeña con el corazón roto aclamaba por su padre desconsoladamente.




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Despertó con el sonido de una serie de pasos acercándose. 

El último recuerdo que mantenía en su mente era la mirada de Niklaus, aquella llena de algo que Alexandra odiaba con todo su ser, pena. Parpadeó varias veces, acostumbrándose a la claridad del día e intentó aislar todos los sonidos de alrededor; buscaba captar todo lo que sus sentidos pudiesen. Pero nada. Nada en concreto —solamente la terrible y pesada certeza, de que algo andaba mal. La voces habían mermado y el dolor en su cuerpo, se sentía leve. Las hierbas aún funcionaban, fue su pensamiento. Los pasos se incrementaron y una puerta acababa de abrirse; aún no lograba ubicarse en espacio ni tiempo, pero el aroma del interior se le hacía conocido, familiar. Y por la pesadez del ambiente, ahí se había practicado magia. Se levantó, con una luz de alerta titilando en su cabeza, atrapando por la muñeca a quién se movilizaba por aquel lugar. Ysabelle se retorció en su lugar, antes de que la joven reaccionara.

―Hey, soy yo, soy yo ―advirtió ―. Con calma, ¿sí? Soy sólo yo. ―con un gemido de dolor, se retiró liberando a Ysabelle lentamente.

―¿Cómo llegué aquí? ―graznó, sentándose nuevamente en el borde de la cama. Recordaba haber estado en el bosque, donde los esbirros del Hollow se escondían custodiando el libro que habían robado de Vincent. Todo en pro de obtener el libro y atraer la atención del Hollow, quería hacer un trato.

Vio a Ysabelle dudar. ―Tuviste una recaída ―explicó a lo que Alexandra cerró los ojos. Por supuesto la había tenido, después de todo, no estaba ni cerca de estar recuperada y se había transformado en lobo mientras la infección del Hollow corría por sus venas ―. Te desmayaste, por eso te trajimos acá...

Sus ojos pronto se abrieron con desmesura; la palabra que había empleado en plural la bruja le confirmaba lo que ella creía que había pasado como parte de una alucinación o un mal sueño, en realidad se trataba de un hecho. Niklaus y Elijah habían tropezado con ellas, y la habían visto en su peor estado.

Pronto escuchó la puerta de la entrada abrirse y como una figura se adentraba por la misma mostrando así a alguien que realmente esperaba evitar, Klaus. La joven desvió la mirada para cuando Ysabelle miró hacia la entrada, con un suspiro de por medio, se colocó de pie apartándose de la cama.

―Dejaré que hablen ―miró al híbrido ―. Recuerda, no tenemos mucho tiempo.

Él asintió para cuando se acercó mientras Ysabelle se alejaba hasta salir de la habitación. Alexandra tenía las piernas flexionadas contra su pecho mientras las había atrapado con sus brazos, su cabeza estaba hundida en el espacio entre ellas y su torso. Estaba avergonzada, no podía mirarlo a los ojos.

Había hecho cosas horribles.

―Alexandra...

―No deberías estar aquí ―habló de forma dura mientras su voz hacia eco en el espacio. Klaus la escaneaba con la mirada, las venas negras aún se podían ver extendiéndose en los brazos de la joven. Apretó la mandíbula ―. Se supone que no estarías aquí. ―pronunció con voz atascada en un murmuro que fue audible para el híbrido.

⁴ 𝐂𝐔𝐑𝐒𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Where stories live. Discover now