Los orbes marrones que tenía me observaban abiertos y alerta; sabía que la rapidez en el compás de mi hazaña la había dejado aturdida. Debido a que nos encontrábamos dentro de un espacio tan pequeño, podría discernir que se hallaba reteniendo la respiración a la par de sus contundentes latidos que, incluso por sobre los míos, los podía escuchar.

- No creo que es buena idea, Señor Seok -confirmando mis sospechas de que, como una presa que no quería dejarse ver por su cazador, la oración salió de sus labios con un tono ahogado. Sin embargo, aquello le dio el permiso para poder tener control de sus pulmones nuevamente.

- Dime Seokjin -aún cuando le había ofrecido llamarme de manera informal hace un poco (algo que ella no había tomado en cuenta), volví a intentar, sólo para darle una respuesta, debido a que no quería permitirme quedar en silencio ante sus palabras; me parecía que estaba rechazando mi oferta y aquello no me sentaba de lo mejor.

Un bufido salió de sus labios a la vez que sus pupilas abandonaban las mías, dejándome a entender que había notado mi inútil intento por desviar la conversación. Dolido no estaba, pero sí que me parecía fastidioso que, por mucho que había querido regocijarme en lo bastante que leía su persona, Soojin encontraba una manera de ser sorprendente y opaca cuando de sus intenciones se trataba.

Ahora, ¿me estaba forzando a ser afable a su ser?

- Te he ofrecido un empleo limpio y fácil -comenté, observando mi propio comportamiento como si de sacarle alguna reacción se tratara: estaba diciendo la verdad.

- No creo que pueda suplirme, Seokjin.

Con que se debía al dinero. Soojin no se veía como una persona codiciosa, además de que no la conocía tan bien para confirmar aquella suposición. Sin embargo, la respuesta que me brindó me supo a ridiculez: ¿a caso pretendía acertar que mi negocio no era lo suficiente exitoso para pagar sus caprichos? Debía ser un mal chiste.

Sin retenerme, reí sonoramente ocasionando que su mirada volviese a estar sobre mí otra vez. No obstante, cuando imité su acción, en ella no había un pizca de confusión como predije; sus ojos mostraban molestia, a pesar de que yo mucho no había hecho.

- ¿Crees que prostituyéndote también podrás hacerte una vida de lujos? -presentando mi molestia (que asumía era más grande que la suya), dejé que mi lado egoísta preguntara lo que sabía de antemano desencadenaría una mayor violencia dentro de su ser. Y me era factible hacerlo y mucho más entretenido verlo.

Lo que no vi venir, sin embargo, fue que sus ojos comenzasen a llenarse de lágrimas. Y, supe de inmediato, que mi atracción por ella empezaba a ser dañina cuando pude distinguir un poco de empatía al hecho. En efecto, cuando la vi intentar ahuyentar el líquido acumulado en sus retinas, sentí mi ceño fruncirse a pesar de haberme encontrado riendo hace poco segundos atrás.

- Mi madre está en el hospital -fue entonces cuando soltó la razón de su desesperación por aquel empleo, como una bomba que más que caerme en el pecho, me asustó pensar que, dentro de mi cabeza, ya había tomado la decisión de serle de ayuda. Decir que lo esperaba sería mentir, pero, qué maldita sensación cuando gimió en llanto y no pude hacer más que sentir preocupación.

Oh, joder, ¿qué estaba haciendo?

- Por eso, Soojin, trabaja para mi -mi voz se había vuelto baja, provocando que me sintiera incómodo ante la manera que una revelación como aquella había tocado mis escrúpulos. No me sentaba bien ablandar mi altanero pensar por ella, pero, vamos, incluso una persona como yo podía tener un corazón.

Verla sacudir su cabeza en negación completó mi abandono por hacerla sufrir; parecía ser que, para ella, acostarse con hombres por dinero era mejor que hacerme compañía. De todos modos, si algo sabía que aquella individua no iba a lograr arrebatar de mi, era mi sed por suplir mi egoísmo. Pues, no iba a aceptar un no por respuesta. Ya no más.

- Sin sexo -sin saber cuánto aquella petición me costaría, continúe sin dejarla quejarse o interrumpirme-. Hazme compañía dos veces a la semana y te ayudaré.

No habría mejor oferta que aquella, estaba seguro; sabía claramente que el miedo de las chicas como ellas era tener que abandonar su dignidad cuando tenían otras opciones. Y, sobre todo, había marcado mi nombre en ella desde hace tiempo, aún y si ella no lo hubiese notado.

Por lo tanto, cuando aceptó, en mi se encendió aquella satisfacción que el ron no me daba. Empero, debí haber sabido lo que aquello significaba antes de emborracharme de su ser, pues este era más dañino que el alcohol.









están sorprendidas de que estoy manteniendo mi promesa en actualizar??

¿qué les parece la historia?

muchas gracias por todo su apoyo, personitas. me han ayudado bastante. un beso,

- ema.

ALCOHOL | KIM SEOK JIN.जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें