Capítulo II

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La pareja, ya vestidos, salió de la casa. Se la dejaron a la merced de Rachel y el guitarrista había sido muy estricto: quería que nada sucediera dentro de ella y por ello le había dejado claro varias restricciones o pequeños datos sobre la casa que, si se pasaban por alto, podrían provocar un accidente.

Caminaban pegados, pero no se cogían de las manos. Scotti trataba tímidamente de atrapar su articulación, pero el menor no percibía sus intentos.

—¿Por dónde vives? — preguntó, después de unos minutos de silencio.

—Por aquí cerca — respondió —. De hecho — señaló un edificio grande y blanco — aquí está el hospital — lo miró —. Vivo algo cerca del hospital, así que ya mismo llegamos.

—¿Por qué no vamos directamente al hospital?

Tim lo miraba divertido mientras una sonrisa se asomaba.

—Te lo dije ayer.

Scotti se puso rojo. Abrió la boca, tratando de decir algo, pero ningún sonido salió.

—Ah... —pudo decir finalmente—. Se me olvidó...—confesó mientras se rascaba la nuca.

—Ya, ya. Lo he notado —rió. Unas mariposas revolotearon en el estómago del castaño. Volvió la vista al frente—¡Mira! Allí está mi casa.

La fachada del lugar no estaba ni muy cuidada ni muy descuidada. Su diseño era de ladrillos y parecía que eran con los que se construyeron. Las ventanas eran pocas, solo cuatro, y tenían las cortinas echadas. La puerta era de madera con el pomo dorado. De lejos parecía que era nueva, pero cuando uno se aproximaba más podía ver que tenía algunas astillas.

Tim se acercó, sacando unas llaves de su bolsillo. Las metió y abrió la puerta a duras penas. Se ayudaba de su hombro, pero parecía que había algo al otro lado que impedía su apertura. Hill colocó ambas manos en la puerta y empujó, dando como resultado que se abriera. Ambos soltaron un jadeo.

Ingresaron en la casa. Su dueño dejó la puerta entreabierta, ya que costaría la misma vida abrirla de nuevo.

—No es más bonita que por fuera —dijo, regresando las llaves a su bolsillo—, pero al menos puedo hacer mi vida.

La vivienda era un desastre. La pintura de las paredes se desconchaba y los trozos caían al suelo. Las puertas eran iguales a la de la entrada, de madera y desgastadas. Todo lo que antes parecía brillar, ahora tenía un color apagado. El parqué crujía cada vez que daban un paso, al igual que el resto de los muebles. Había poca luz: una lámpara en unas dos o tres habitaciones. Su iluminación era escasa. Apenas se podían ver el interior de los cuartos, que tampoco es que hubiera tantos.

—¿Esta es tu casa? —cuestionó mientras paseaba su mirada por las estancias.

—Sí. Bueno... —suspiró— ya mismo no lo es. Me... —. Le costaba hablar. Su voz rota apenas podía pronunciar alguna palabra o incluso articular un sonido. Esto hizo que Scott se diera la vuelta para verlo. El menor tenía lágrimas a punto de salir de sus ojos— me van a desahuciar —.Confesó finalmente. Se tapó su cara con sus pequeñas manos. Sintió que su cuerpo era rodeado por sus brazos y que le pegaba al contrario. No pudo aguantar más y dejó fluir sus sentimientos. Él le tocaba el pelo con suavidad—. La casa es una mierda, lo sé, pero al menos vivo bajo un techo. Ahora ¿qué voy a hacer?

—Shhh, tranquilo —depositó un beso en su mejilla—. No te quedarás en la calle después del desahucio.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Bueno... Puedes quedarte conmigo —propuso. Tim lo miró con esperanza en sus verdes ojos.

—¿De verdad? —al recibir la respuesta afirmativa del chico, fue inevitable el no engancharse a él como si de un koala en una rama se tratase, sin romper el abrazo—. Eres mi salvación, Scotti.

El nombrado sonrió y él notó cómo sus labios se ensanchaban. Lo abrazó más fuerte.

—No es nada, Tim. Esto es lo menos que puedo hacer por ti. Creo —se separaron un poco para mirarse—. Y si lo que te preocupa es el tema de la privacidad, algunos días duermo en el apartamento de mi banda y...

—No me preocupa —le dio un beso en sus labios—. De verdad, muchísimas gracias, Scotti.

Sonrió. Se sentía una buena persona al darle un techo donde resguardarse. Era verdad que ese apartamento estaba escaso de alegría, sólo estaba él. Pero presentía que con él todo eso iba a cambiar. Él había llegado para darle emoción a su vida.

Le estaba dando picos en sus tiernos labios cuando un gran estruendo resonó por toda la casa. Hill se asustó tanto que pegó un bote y por poco caen al suelo. Tim se agarró más fuerte y pegó su cuerpo al suyo.

Bastaron unos segundos para que el anfitrión reconociera el sonido.

—No me jodas... —exhaló, soltándose.

Se dirigió hacia el origen del ruido. Scotti le siguió. Se detuvo enfrente de un pasillo, e hizo un suspiro de cansancio.

—Otra vez...

Hill llegó a su lado, y vio qué había generado tal estruendo.

Una de las puertas se había soltado y caído secamente al parqué.

La mirada de Tim expresaba indecisión: no sabía si debía ponerla de nuevo o dejarla así. Estaba agotado de tener que recolocarla cada vez que se caía.

—Si quieres te...

—No es necesario —lo cortó, levantando la mano—. Déjala así. Siempre se suelta y cae—se dió la vuelta hacia el teléfono que yacía en la sala—. Estoy hasta las narices de tener que reponerla todo el santo rato.

Scotti le echó un segundo vistazo al objeto caído. Era una pena que un muchacho tan joven estuviera viviendo en una casa destrozada como aquella. Nunca había visto una vivienda tan pobre.

El timbre sonó antes de que Tim pudiera descolgar el auricular. Apretó el puño y respiró hondo. Fue hacia la entrada y abrió la puerta de golpe.

—Hola —saludó una tímida voz. Se escuchó a Tim suspirar.

—¿Qué haces tú por aquí?

—Encima de que vengo a visitarte, ¿no me saludas adecuadamente? —la voz pasó de ser tímida a ser audible. La misma voz emitió una risotada— Anda, ven y darle un abrazo a tu hermanita.

Scotti se asomó por el pasillo y visualizó el abrazo entre dos los hermanos. Tim la sujetaba fuerte y ella tenía pintada una linda sonrisa, pero cuando lo vio, se convirtió en una mueca de extrañeza.

—Creo que alguien te está esperando.

Tim se soltó y volvió la mirada a él. Éste parecía no saber qué hacer y simplemente estaba estático enfrente del pasillo. Era muy tierno así, y no pudo evitar reír al ver su rostro confundido.

—Ven aquí, anda —lo llamó mientras con su manita le hacía un gesto que apoyaba lo que decía. El guitarrista se acercó a él.

La chica, mientras tanto, examinaba su aspecto con cara de desaprobación. Observó a su hermano mayor cogerle de la mano cuando llegó a su lado. Dirigió la mirada hacia ella, sonriente.

—Él es Scotti. Es...

La mirada de preocupación de ella lo cortó. Sabía en lo que estaba pensando. Tim puso cara seria y cerró la mano en un puño.

Scotti los observaba, atónito por la diferencia entre ellos. Tim era de mediana estatura, delgado y de pelo castaño y corto. Sus rizos eran perfectos y a ambos lados de su cabeza estaba rapado. El cuello estaba ligeramente tapado por su cabello. A él le gustaba vestir ropa suelta, aunque no negaba alguna que otra prenda de cuero.

Su hermana, sin embargo, era lo opuesto. Su pelo era liso, le llegaba por los hombros y era castaño rozando pelirrojo. Sus ojos no eran verdes, sino marrones oscuros. Veía que ella era más de ropa pegada y corta. Tenía múltiples piercings en sus orejas y un bolso negro colgaba de su hombro.

Ella analizó una vez más a Scotti y volvió la mirada a su hermano.

—Papá ya tiene razones suficientes para matarte, no le des más.

Antes de morir (Skid Row fanfiction) Where stories live. Discover now