Capítulo 13: Detector asiático.

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—¿Y por qué quiere verte Barbie a solas de noche si se supone que le maltrataste? —preguntó, extrañada.

—No sé... eso es lo que me parece raro, pero me da miedo que me quiera hacer algo malo...

—Bueno, yo hasta que un juez no diga nada, no voy a juzgar a nadie. ¿Qué te va a hacer malo?

—No lo sé... pero tengo un mal presentimiento de que me cite tan tarde... —sentí un escalofrío repentino por todo mi cuerpo.

—Bueno, intentaré impartir paz y cambiando de tema... me dijo Pia que te parecía linda —me guiñó el ojo.

—¿¡En serio te lo dijo!? —me quedé muy avergonzado y cagándome en todos los muertos de Pía.

Me quedé pensando: "Menos mal que Pía no se lo decía nadie... Me pasa por ser un mitómano".

—Bueno, y, emm... si me lo pareces ¿Qué pasa? ¿Algún problema o...?

—No, no, a mi también me pareces lindo...

Barbie interrumpió apareciendo de la nada.

—¿Barbie? —hice la pregunta más estúpida del mundo por los nervios.

—Quería hablar contigo a solas —dijo mientras le chirriaban los dientes de tanto que apretó la mandíbula.

—Pero no parece buena idea que con los juicios y todo hableis solos ¿no? —le argumentó Luciana.

—Bueno, Barbie, si quieres se aleja un poquito y hablamos en privado, pero si me llegas a hacer algo malo esta vez si hay testigos —contesté mientras sentía que del miedo se me iba a escapar un excremento.

—Está bien, pero que no escuche nada —se puso a echarle un mal de ojo a Luciana.

—Vale, me pondré lejos pero os vigilaré —nos echó una mirada asiática y procedió a irse lejos de nosotros.

—¿Qué querías decirme, Barbie? —pregunté con miedo.

—Ya viste que te dije que me iba a vengar, ¿no? Esto te pasa por jugar con mis sentimientos y por no querer estar conmigo. Todo podría acabar si decidieras estar conmigo... —se le puso cara del joker.

—¿Qué? No jugué en ningún momento con tus sentimientos, fuiste tú la que me besaste y yo simplemente te aclaré las cosas... Yo no tengo nada en contra de ti, pero debiste entender que a mi me gusta otra persona —le intenté explicar de buena fe.

—Muy bien, pues vas a ir a la cárcel, no tienes ni una sola persona que testifique a tu favor... tú sabrás lo que haces, yo no pienso parar —volvió a sacar sus dientes de conejo.

—¿Por qué haces esto si se supone que me amas? Si de verdad me quieres, hazme un favor y entiende de una vez que no me gustas —me puse serio.

—¡No, el que no lo entiende eres tú, yo te amo y debes amarme, porque yo puedo darte todo lo que quieres! —le empezaron a salir lágrimas de conejo.

—Mira... te hubiera podido amar antes quizá con esfuerzo, podrías haberlo conseguido. Pero después de esto ya perdiste todas tus posibilidades...

—¡Muy bien! ¡te pudrirás en la cárcel!, ¡nos vemos en el juicio! —dijo gritando con su furia del conejo mientras se fue del lugar.

Sin esperar un segundo, en ese mismo instante vino Luciana corriendo.

—¿Qué pasó? Cuéntamelo to-do —se le puso cara de chismosa.

—Me dijo que iba a terminar con todo esto si estaba con ella. Pero la he rechazado, no pienso estar con ella, osea, está loca...

—¿Como así? ¿Pero no se supone que te tiene miedo? —preguntó confundida.

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