2- Un conocido no muy amigo

87 11 77
                                    

Peter:


Lo que tenemos justo enfrente me deja totalmente sin palabras.

Un gran marco de oro deja ver la abertura como de una puerta, y, al otro lado, el bosque que conocemos muy bien.

-¿Crees que sea seguro? - me pregunta.

-No lo creo, pero realmente no tenemos demasiadas opciones.

Se encoge de hombros sin estar muy convencida en si entrar o no.

Pero no queda mucho tiempo, el marco se va cerrando poco a poco, dentro de un minuto no quedará nada.

-Si sale mal de todas maneras no nos puede ir mucho peor que como ahora ¿cierto? - es lo último que dice antes de entrar al bosque de Parapeta, conmigo siguiéndola.

Justo a tiempo, el extraño portal se cierra a nuestra espalda.

-¿Seguimos vivos? - pregunta con los ojos cerrados.

-Me parece que sí.

-Que desgracia - suspira abriendo de nuevo los ojos - En fin, a veces no se puede tener todo lo que se quiere.

-Conociéndote, tu definitivamente consigues todo lo que quieres.

Sonríe inocentemente.

-Más o menos.

Como sí que conocemos este bosque nos es fácil encontrar el camino hasta lo que se supone que debería ser la playa.

Error, sólo hay un risco de unos 600 metros de altura, abajo se ven las olas rompiendo contra la pared de piedra.

Sería un feo golpe.

De algo hay que morirse ¿no?

-Vale, hay que rodear - dice M.

-¿Rodear? No, eso nos tomará varios días, el bosque es enorme.

-¿Y qué planeas? ¿Saltar?

Al ver mi cara pone una mueca de horror.

-¡¿Te quieres morir!?

-La verdad es que sí, pero eso no es algo nuevo.

-No es momento para bromas, Peter.

-Si saltamos podríamos llegar a la playa más rápido, nadar es menos cansado.

-Con la diferencia de que si nadas no tienes ni de donde agarrarte si te cansas, en tierra firme puedes sentarte en el suelo, o apoyarte de un árbol.

-Siempre puedes apoyarte en mi, babosa - sonrío.

-Que gracioso - ironiza - ¡Y no me llames babosa! Hay que rodear.

-Saltar.

-Rodear.

-Saltar.

-Si saltamos, nos vas a matar.

-Si rodeamos tardaremos demasiado tiempo.

-¡Pero al menos será seguro!

-¿Y a ti desde cuándo te importa si las cosas son o no seguras?

-¡No me reclames eso ahora!

-¿Entonces cuándo?

-¡Nunca! - exclama con la sangre subiendo por su rostro - ¡Y vamos a rodear!

Suspiro calculando la distancia a la que estamos del castillo.

No vamos a llegar antes de que se desangre por culpa de su pierna lastimada.

Ella es InefableWhere stories live. Discover now