—Estoy segura que nadie me recuerda ya, no te preocupes por eso, linda. De quién si debemos preocuparnos es de aquel que cuya cabeza, están dispuestos a pagar diez mil galeones…

—Vale, yo me quedo aquí. Ya me avisarán si lograrán derrotar a Voldemort, ¿eh?

Rasalas, Ron y Hermione soltaron una risa, mientras reían Harry sintió una fuerte punzada en la cicatriz. Se llevó una mano a la frente, pero, al ver que Rasalas lo miraba arqueando una ceja, intentó disimular el movimiento apartándose un mechón de cabello.

—Bueno, si vamos los cuatro, tendremos que desaparecernos por separado —dijo Ron—. No vamos a caber todos debajo de la capa invisible.

A Harry cada vez le dolía más la cicatriz y Rasalas pudo notar por como se removía Harry en su asiento. Se levantó llamado la atención de los otros dos de mesa.

—¿Que pasa?, No has terminado tu sopa—dijo Rasalas—. Si no te gusto la sopa, espera la tarta que preparo Kreacher.

—No, no, Rasalas, gracias. Vuelvo enseguida. Voy… al lavabo.

Harry, consciente de que Rasalas no le quitaba la mirada de encima, subió a toda prisa la escalera que llevaba al vestíbulo, y de ahí al primer piso.

—¿Estará bien?—cuestionó Ron para después meter una cucharada de sopa a su boca.

—Eso fue extraño...—comento Hermione.

Rasalas no mencionó nada, prefirió terminar su plato de sopa como lo hizo Hermione y sobretodo Ron. Claro que tranquilo momento terminó cuando escucharon un golpe acompañado de un chillido en el área de arriba.

Hermione, Rasalas y Ron, rápidamente subieron las escaleras en busca de Harry; llegaron a la puerta cerrada del baño donde se escuchaban los chillidos de Harry.

—¡Harry! ¡Harry, abre la puerta! ¡Harry!—grito Hermione somatando la puerta.

Rasalas hizo a un lado a Hermione, y con su brazo empezó a golpear la puerta para abrirla; se alejo un poco para agarrar aviada pero, para su mala suerte, Harry abrió la puerta y paso trayendo al azabache para que los dos cayeran al suelo del baño.

Hermione entró tropezando, recuperó el equilibrio y miró alrededor con desconfianza, pero solo miró a los dos azabache en el suelo. Ron apareció agitado detrás de ella y apuntó con la varita a los rincones del frío cuarto de baño.

—¿Qué hacías? —preguntó Hermione con severidad a Harry, mientras ayudaba a ponerse de pie a Rasalas.

—¿Tú qué crees? —replicó Harry con un tono brusco nada convincente.

—¡Chillabas como un condenado!—le espetó Ron.

—Oh, es eso… Debo de haberme quedado dormido, o…

—¿Nos tomas por tontos, Harry? —espetó Rasalas, sacudiendo su ropa—. En la cocina te dolía la cicatriz, lo noté y mírate estás blanco como un muerto.

El chico se sentó en el borde de la bañera.

—Está bien, tienes razón —cedió—. Acabo de ver cómo Voldemort mataba a una mujer. A estas alturas ya debe de haber acabado con toda la familia. Y no tenía ningún motivo para hacerlo. Ha sido como lo de Cedric: ellos estaban allí y…

—¡No debes permitir que esto vuelva a pasar, Harry! —le recriminó Hermione—. ¡Dumbledore quería que utilizaras la Oclumancia porque creía que esa conexión era peligrosa! ¡Voldemort puede utilizarla, Harry! ¿De qué te sirve ver cómo él tortura y mata, en qué puede ayudarte?

—Así sé lo que hace —se defendió.

—Entonces, ¿ni siquiera tratarás de cerrarle el paso a tu mente?

𝐄𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐑𝐚𝐬𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐌. 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 [#1] (𝐇. 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫) ✓Where stories live. Discover now