Se paró frente a Jungkook, notando que era más alto que el mismo. Jungkook, por un momento, se quedó allí parado pensando en el siguiente paso que daría. Luego, poco a poco y con algo de miedo, abrazó a Jimin, quien rápidamente envolvió sus brazos por la cintura de Jungkook mientras este se refugiaba en su cuello. Jimin aspiró el suave olor característico de Jungkook.

—Hola, Kook —susurró, descansando su cabeza en su pecho. —¿Qué haremos hoy?

—Comeremos un helado —dijo Jungkook, sonriendo.

Caminaron en silencio con las manos entrelazadas, sintiéndose cómodos, porque aunque no decían mucho, el silencio que los envolvía era relajante.

Bajo la atenta mirada de todos los alumnos. Los rumores de que Park Jimin estaba en una relación habían encendido todas las alarmas de todo el cuerpo estudiantil, quienes miraban a la feliz pareja caminar entre los pasillos. Atención que el mismo Jimin amaba, y aunque había muchos que lo veía con asco, trataba de parecer indiferente.

Al menos el más reciente chisme había mitigado las habladurías sobre su situación familiar, cosa que era mucho mejor que estar oyendo a los demás decir y especular sobre él y su familia.

Llegaron a la heladería cercana a la universidad. Jimin rápidamente supo que los lugares que más le gustaban a Jungkook, eran los menos transitados y sin bullicio. Por eso no se sorprendió al ver que era un lugar pequeño pero hogareño.

Se formaron en la fila esperando su turno, hasta que el chico del mostrador los atendió con una pequeña sonrisa.

—Uno de vainilla y el otro de fresa, por favor —pidió recordando que Jungkook le había dicho que amaba el helado de fresa.

El chico les entregó su pedido con rapidez, luego ellos buscaron un sitio donde poder pasar el rato. Se sentaron al fondo del local, en una pequeña mesa solo para dos personas, Jungkook comenzó a juguetear con las manos de Jimin. Le gustaban sus manos, descubrió, tal vez, porque eran más pequeñas que las suyas y con dedos regordetes.

Comieron su helado en silencio, pero no duraría mucho, Jungkook tenía la mirada pérdida, como sucedía siempre que sobre pensada las cosas. Jimin comenzaba a notar esos tenues detalles, no sabía si le asustaba tener toda su atención en Jungkook o si amaba ver aquello que los demás ignoraban.

Finalmente, cuando terminaron su helado, Jungkook lo vio.

—Dami me habló del amor, Pero yo investigué sobre eso, más tarde —dijo.

Jimin sonrió lentamente, le parecía que Jungkook tenía la curiosidad e ingenuidad que todos perdían mientras crecía, él nunca se quedaba con la duda y siempre que algo le resultaba extraño investigaba para no sentirse perdido.

—¿Sí? —preguntó Jimin con interés, porque todo lo que decía Jungkook no lo decía solo por decirlo, algunas de las cosas se perdían en el viento, pero otras calaban hondo—. ¿Qué descubriste?

Jungkook razonó con la cabeza ladeada.

—El amor... es un proceso bioquímico. Cuando una persona se enamora o se siente atraído sexualmente por alguien, el hipotálamo segrega dopamina, es casi como estar drogado. Es complejo y complicado —explicó —. Le dije que Dami me gustabas.

Dami, ¿Algún día sabría quién era ella? Jungkook decía mucho su nombre, pero hasta ahora Jimin no tenía idea sobre su parentesco. A veces le aterraba la profundidad de sus sentimientos, porque si Jungkook quería saber todo sobre Jimin, Jimin quería saber todo sobre Jungkook.

—¿Qué te dijo? —le preguntó con curiosidad.

—Ella dijo que debía tener cuidado, porque haces que mi corazón lata con desenfreno y poco a poco te lo estás llevando. No, literalmente, porque si no moriría Y tú se convertiría en uno traficaste de órganos —murmuró horrorizado—. No entendí mucho de lo que dijo. Pero cuidado con lo que te llevas de aquí —señaló su corazón—. Y cuando lo tengas todo debes cuidarlo.

Florecer | KOOKMIN |Where stories live. Discover now