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—Debo confesar que no esperé que me retaras tan pronto —confesó la Matriarca sonriente, ese día estaba de un buen humor que los suyos se sorprendían al verla tan llena de vida, no recordaban verla así en el pasado, o si siquiera lo estuvo.

—Está claro que no confío en ti, ni en los tuyos. Tengo jaqueca y lo único que quiero es ver qué rayos es lo que soy, punto —sentenció con el entrecejo fruncido sin apartar la vista de su futuro contrincante.

Madre e hija se reunieron en un campo completamente despejado de árboles y toda vegetación posible, casi podía decirse que era un desierto salido de la nada, ya que no supo cómo llegaron ahí, después de que la había retado, Ishani solo chasqueó los dedos y al parpadear ya estaban en ese lugar. Neoma seguía sin acostumbrarse a los cambios repentinos de ambiente a pesar de que llevaba un buen tiempo conviviendo con criaturas inexplicables, lo normal era que se adaptara, pero era tan testadura que solo catalogaba lo que sucedía inexplicablemente como alucinaciones.

No estaban solas, los cinco guardaespaldas —como los denominó— de Ishani estaban allí a una distancia prudente, eran como simples espectadores de la confrontación. Hansel era el único que estaba más cerca para disfrutar el espectáculo.

—Bien, cuando quieras —le permitió su madre el primer ataque como muestra de cortesía.

¿Usaría las armas? No, era muy pronto para eso, primero tenía que verificar lo que podía y no hacer la líder de los cazadores.

No era buena haciendo estrategias, pero tampoco era impulsiva, su mejor fuerte era siempre improvisar con cautela. Una rara combinación de ambos elementos, y los tenía que utilizar ahora que tendría su primer combate real.

<<Muy bien, estudiemos>> pensó y sin más, corrió para dar un ataque directo sin preámbulo.

Estuvo por emplear sus manos como mecanismo de defensa, pero, como se dijo antes, ella solo improvisaba en el momento justo, por lo que cambió de opinión al no usar armas y enseguida la espada de su padre llegó a sus manos a la velocidad de la luz y empuñó la misma para usarla en su primer golpe.

Pero no lo haría de frente.

Se movió a una buena velocidad para llegarle por detrás a la mujer que inquietantemente se mantenía quieta en su sitio, a la espera de cualquier movimiento. Neoma no era estúpida, sabía que la detendría una vez que llegara a su objetivo, y así fue. Ishani sin mostrar cómo, se giró y detuvo el arma con solo sus uñas en su estado natural, sin ningún rasguño y esfuerzo. Neoma chasqueó la lengua aún sabiendo que lo haría, pero tenía una pequeña parte de fe en que no lograría detenerla, debía dejar de ser ingenua si quería seguir observando para encontrar una manera de descubrir una debilidad y un patrón para sus movimientos.

Ishani soltó el arma y le permitió tomar distancia para ejecutar su próximo movimiento. La verdad no hacía falta que hiciera nada porque, por la magnitud de su confianza y fuerza, tenía todo ganado. Para ella aquello era como un simple juego con un niño y una espada de juguete.

Neoma no se tomó su tiempo para volver atacar y esta vez decidió hacerlo de frente, nuevamente la esquivó, lo intentó por detrás otra vez y siguió fallando. Ahora intentaría por arriba, sobre su cabeza, eso sí, no mostraría que podía volar, aún no, todavía no tenía perfeccionado ese arte que pudo haber sido de utilidad en ese enfrentamiento. Cuando saltó más de lo que normalmente haría, sorprendió por un breve instante a su madre a lo que también la emocionó por ese lapso de tiempo, pero, desgraciadamente todo apuntaba que la esquivaría mucho antes de que intentara clavarle las espada en su cráneo, aunque, Neoma logró improvisar antes que Ishani actuara.

Gracias a quien le enseñó cómo manejar espadas pesadas y sobre todo livianas, ella encontró una manera de usar ambas armas y no solo para cortar y usar de escudo, sino como una forma de mantener el equilibrio a la hora de esquivar ataques y tener más facilidad para cortar sin que se tuviera necesidad de un escudo.

Vínculos finales. Libro#03. Final.Where stories live. Discover now