Ken salió inmediatamente, y siseé ante el repentino vacío. Ni siquiera se molestó en ayudarme a levantarme y mucho menos a limpiarme, besarme y decime lo mucho que lo ponía cachondo. Lastima que ya no éramos los mismos enamorados de antes. Solo tomo su camisa y se limpio, luego me lo arrojó con saña.

Toma la camisa de mala gana, pero logré limpiarme lo mejor que pude y cuando estuve satisfecho lo arrojé en dirección a Ken.

Draken solo lo esquivó y me lanzo una mirada helada. -"Si me entero o veo que volviste a hacer lo que hiciste con ellos, o con cualquiera, te quitaré todas las tarjetas, libertad y salidas, entendiste, Manjiro".

Le di la espalda para mirar cualquiera cosa que fuera menos mi novio.

-"¿Lo entiendes?". Dijo Ken acercándose a la nevera y abriéndola.

-"Te oí.". mordí mis labios, quien se cree este idiota, no soy un perro y no es mi dueño, ni mucho menos mis padres, para prohibir y mandarme.

Pero saben lo más detestable de la relación, lo más inaceptable, lo más humillante de esto, es el hecho de que ni siquiera conozco a sus padres, o sus hermanos, así es, el y yo mantenemos una relación en secreto, le da tanta vergüenza andar con un pobre diablo como yo, con la reputación hasta el suelo, tachandome siempre de puta ofrecida, de no ser de una familia destacable y rica, tratándome en público como si no fuera nada, como un amigo que se hospeda en su casa, aguantando las críticas de ser un tipo caza fortunas, pero a puerta cerrada era otra persona, era el tipo más dulce y amoroso conmigo, eso es lo más doloso, pero el siempre prometiendo que algún día me propondría matrimonio y seremos una pareja feliz mente casada, claro que nunca fue así. Pero me trague el coraje, algún día lo dejaré botado y humillado.

-"Manjiro". Su tono se volvió más hostil.

-"Buenas noches, cariño". Dije lo más burlón posible. Podía sentir la rabia zumbando de el y salí de la cocina.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
A la mañana siguiente, desperté en una cama vacía y miles de mensajes bombardeando mi celular. -"Ahora que hize". Murmuró. Me senté lentamente y me frote los ojos, tomo el aparto y lo desbloqueo, 11:30. Bostece y estire mis brazos por encima de mi cabeza, bajándolos lentamente, cuando todo el rompecabezas apareció de repente, todo volvió a mi memoria. Ken me vio mamarle la verga a Rindou, claro sin contar que lo ví con otra persona, me habían atrapado con las manos en la masa. Aún no estaba listo para otro enfrentamiento con el rubio, pero me obligué a levantar mi trasero perezoso de mi suave cama, tomando una camisa grande y unos boxers, antes de salir de la habitación.

Encontrando ni un alma presente en el proceso, no pude evitar soltar un suspiro aliviando, mis pies se detuvieron en la cocina y tome mi tetera con agua y la puse a hervir en la estufa. Mordí mi pulgar y recordé que tenía mensajes sin leer, así que me dispuse a desbloquearlo, mi mal humor salía a flote, uno era de Ken y el otro de un número desconocido. Dejé escapar un pequeño suspiro exasperado, e ignore el de Ken, no para siempre claro, solo tenía curiosidad de el número desconocido.

Cuando me dispuse a abrir el chat, la tetera silbó y me sobresalté. Apagué la estufa y me serví en mi taza favorita, mientras me dirigía a la sala de estar. Encendí la televisión dejándolo en un canal al azar, y dejo mi taza a un lado para que se enfriará.

Amaba las mañanas tranquilas cómo está, en las que Ken no me insistía en sentarme junto al el, justo después de haber arreglando una discusión. Que últimamente se han vuelto más a menudo, y solíamos irnos a dormir enojados sin resolver nada, por la mañana el sexo era el que lo apacigua, odiaba que fuera un patrón para nada factible. Siendo pegajoso y abrazándome a cada rato. Pero era lo mismo, discusiones, sexo de reconciliación, abrazos, mimos y amor y luego reclamos.

7 minutos en el paraíso Where stories live. Discover now