Volcán Marino

118 14 0
                                    

Grito con todas mis fuerzas, sentí que se me desgarraba la garganta.

-¡Imbécil! Déjala en paz.

Mi tía estaba tirada en el suelo con un ojo morado y mi tío apunto de golpearla con un cinturón.

-Mira estúpido cabrón, no te metas en nuestros asuntos.

-El estúpido es otro.

Aviento a mi tío, este se desbalancea por su peso y se agarra de una silla.

-Escúchame bien gilipollas, cuando regrese no te quiero ver aquí. Y tú estúpida, cuando regrese arreglamos cuentas.

Mi tío salió de la casa y cierra la puerta de un portazo.

Me dirijo corriendo hacia mi tía para auxiliarla. Se sentó en una silla.

-Isaac, siento que tuvieras que ver esto...

-¿Desde cuándo?- Interrumpo

-Poco después de que nos casamos.

-¿Y por qué carajo no lo has dejado?

-Fueron muchas cosas... Primero tuvimos a tu primo, Manuel...Después a tu prima Gloria... Llegaste tú... Yo no podía...

-¿Acaso no te crees capaz de salir adelante por ti sola?

-No...

Me reí sarcásticamente.

-Es la más grande idiotez que he escuchado.

-Si tu tío me ha golpeado no ha sido más que por mi culpa.

Me llené de ira. Corrí a mi habitación, tomé mi maleta grande con la que llegué a Sevilla. Metí todas mis cosas en desorden, cierro el cierre y me voy.

Pasaron cuatro horas desde que deje a mi tía. No lo puedo creer, la dejé con ese estúpido gallego gordo. Empieza a oscurecer, la culpa me carcome y no sé qué hacer. Decido llamar a mi mamá.

-¿Hola?

-Mamá, soy Isaac.

-¿Estás bien? Nunca llamas a esta hora...

-Mi tío es un idiota.

-No uses esas palabras para referirte a alguien.

-Mamá, le pegó a mi tía. ¿Qué quieres que diga?

El silencio se prolongó por diez segundos.

-Mamá ¿Estás ahí?

-Si es sólo... vas a venirte a México con nosotros... Te mando el número de vuelo para que lo tomes mañana...

-Mamá, no me quiero ir. Ya tengo dieciocho años, aquí ya soy mayor de edad. Supongo que en México también.

-¿Qué tratas de decir?

-Aquí hay una pensión de estudiantes. Creo que me puedo quedar ahí...

-No sé qué decir, puede ser peligroso.

-¿Más que vivir con un golpeador?

Hubo otro silencio por otros diez segundos.

-¿Mamá?...

-Está bien Isaac... Tú ganas... Pero quiero que me mandes la dirección, te voy a mandar dinero...

No podía creer lo que estaba pasando, mi madre me dio permiso de vivir solo. Me sentí grande y responsable, pero era todo lo contrario.

Llegué a La Central, donde pediría información y rentaría una habitación. Para mi mala suerte todas estaban ocupadas. Fue entonces que tomé un periódico y encontré una habitación dentro de una vecindad pequeña. Tomé mis cosas y me dirigí hacia allá.

Al llegar pedí hablar con la administradora.

-Buenas noches, ¿No se le hace muy noche para estar buscando piso?

-Buenas noches, emmm... si, pero tuve algunos problemas para...

-No me interesa, si tienes 20 euros para el mes, el piso es tuyo.

-Aquí tiene, por cierto me llamo Isaac.

-Mi nombre es Clementina, la renta se paga cada 18 del mes. No se pueden tener mascotas, ni tener fiestas muy noche. Aquí está la llave.

-Gracias.

Me dirijo a la puerta de mi nueva habitación y me di cuenta de por qué la renta era de 20 euros. La cama tenía algunos resortes salidos, la estufa era viejísima, el refrigerador apenas enfriaba y una televisión que pensé ya no existía. Lo único rescatable era que tenía aire acondicionado y pensé de la manera más positiva que podía vivir ahí.

Después de acomodar mis pertenecías decidí tomar una ducha, en este lugar el baño era comunitario así que bajé las escaleras; sólo llevaba puestos unos boxers y en mis manos una toalla, un jabón y un shampoo en envase pequeño.

Entro al baño, el cual no tenía luz. Me quito los boxers y empiezo a bañarme a oscuras. De pronto siento que algo me toca los testículos, reacciono "rápido", como una persona toda enjabonada puede reaccionar y abro la puerta. Entra la luz suficiente para ver que era un señor con el pene en erección extrema.

-Vamos chaval, que la vamos a pasar bien.

Me acerco, el abre los brazo y le propino un puñetazo que hace que se desmaye. Tomo mi toalla y me voy corriendo de ahí.

Llego a mi habitación, se me cae la toalla. Empiezo a buscar entre mis cosas algo que ponerme, volteo hacia la ventana y veo que está abierta. Me dirijo a cerrarla y me doy cuenta que en el edificio de enfrente una mujer hermosa toma una taza de té o café desde su balcón. Me quedo boquiabierto mirándola, la señorita voltea y suelta un grito. Volteo hacia abajo y me doy cuenta que sigo desnudo. Cierro la ventana de un seco y me rio para liberar tensión.

Verano InvernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora