💖 Especial de San Valentín 💖

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-Tal vez pueda convencer a Ogai para que  tu jornada termine antes. Espera un mensaje de mi parte. Hasta entonces, ve a trabajar.

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-Pensé que hoy no vendrías a trabajar, Chuuya-san -Kenji, un niño rubio que trabajaba medio tiempo, dijo entrando a la cocina con una pila de platos.

-¿Hah? ¿Que hay de la escuela?

-Nos dieron el día libre, así que hoy puedo trabajar todo el día.

-Tampoco te excedas -se ajustó el mandil, se arremangó y miró el menú del día en la pizarra blanca colgada en la pared.

-Chuuya-san, ¿no festejarás San Valentín?

-¿Por qué?

-Porque estoy seguro que la persona que sale contigo estará esperando a que hagan algo juntos.

¿Que otra cosa a parte de acostarnos podemos hacer juntos?, sus mejillas se ruborizaron mientras pensaba.

-Kunikida-san dijo que estaba bien si no venías a trabajar hoy, ¿no lo escuchaste?

-Lo dice porque ahorraría para el presupuesto -chasqueó la lengua-. Basta de preguntas, hombre. Manos a la obra, todo lo que harán los clientes es pedir postres para hoy. Párate aquí, te enseñaré un poco.

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-¿San Valentín? ¿Tan pronto es ese día? -suspiró- No puedo creer que de verdad no me importe.

Miró el reloj a través del vidrio de una tienda para mascotas, hizo un gesto de desagrado al ver un perro en el local e inmediatamente dio la espalda mirando hacia la calle.

Sus clientes, un par de infieles, estaban comiendo en un restaurante dos locales adelante; debía mantenerlos vigilados, nadie sospechoso se veía en el camino cuando echó un vistazo.

El hombre, con alrededor cincuenta años, no se veía tan atractivo. Estaba seguro que esa mujer debería tener muy malos gustos como para arrebatarle a otra desgraciada mujer a ese patán.

Su celular vibró justo cuando estaba por entrar al restaurante.

> Ganaste. Dice Ogai que puedes tomar el día libre, pero no permitirá que esto vuelva a pasar *risa*

¿Se supone que esta amenaza debe darme miedo?

Guardó el celular y entró al lugar.

Sus clientes no tenían permitido conocer su identidad al menos que su situación se agraviara. Sin embargo, aprovecharía la oportunidad de entrar al lugar y vigilarlos de cerca, el camino hasta ahí debía valer la pena.

-¡Buenos días, sea bienvenido! ¿Está esperando a alguien? ¿Viene solo? ¿Ha visto nuestro menú especial o solo viene a relajarse?

-Kenji, no atosigues al cliente con -un hombre alto con lentes se acercó al niño, pero al ver de quien se trataba su expresión cambió-... ¡Tu!

-¡Kunikida! ¿Cuánto tiempo? -saludó con alegría, ignorando el humor del rubio mayor.

Doppo Kunikida, generente y jefe de cocineros en el restaurante, guardó la compostura al darse cuenta que había alzado la voz. Ajustó sus lentes, y sacó su libreta del bolso del mandil.

-Me encargo de este pez gordo, ve a ayudar a la cocina.

-¡A la orden! -alegremente, el chico regresó a la cocina.

-¿Nuevo empleado?

-Es un niño, pero su situación amerita que trabaje aquí medio tiempo ¿Que vas a llevar?

-Hmm -llevando su dedo índice al mentón, ladeó la cabeza- ¿Que tal si solo me sirves café y una rebanada de pastel? Que lo traiga el mejor de tus cocineros, por favor.

-Eres un asco. Si vas a venir aquí al menos pide algo grande, ¿no me digas que ya no trabajas donde siempre?

-No lo he dejado, digamos que -con nostalgia, recargó su cachete en la palma de su mano-, hubo algunos cambios en lo que hago.

Kunikida frunció el ceño, había algo distinto en ese hombre frívolo que solía conocer.

-Bien. Si no deseas algo más, traeremos tu orden en un momento.

-¡Que lo traiga el mejor de tus cocineros! -canturreó cuando el rubio se alejó.

En repuesta, recibió alzado el dedo medio.

Dazai rio, ¿cuanto tiempo había pasado desde la última vez que había hablado con ese hombre? Recordaba que era buen amigo de Odasaku, pero por alguna razón, siempre se interponía en su relación. La segunda persona a la que le dolía la partida de ese hombre maravilloso.

-Disculpe la tardanza, aquí tiene su... ¡¿Que carajo haces aquí?! -a punto de tirar la charola, Chuuya gritó al ver a su cliente.

-Buenos días, corazón -su mano sostenía la charola por debajo, evitando la tragedia que Chuuya estaba a punto de cometer.

-Maldición, si vas a venir aquí avisa -manteniendo la calma, dejó la taza de café y el plato con la rebanada de pastel-. No olvides dejar la propina, que vivimos de eso. Con pemiso.

-Ah, espera. El pastel no es para mi.

-¿Hah?

-Es tuyo, siéntate -señaló el asiento frente a él.

-No puedo comer en mi turno.

-Yo me encargo, tu gerente lo entenderá muy bien -sonrió ampliamente.

Sin querer hacerlo, Chuuya tomó asiento. Dazai, mientras tanto, acercó el plato y la taza de café al pelirrojo.

-¿No deberías estar trabajando, bastardo?

-Estoy en eso -discretamente, señaló la mesa detrás suyo.

-¿Por qué aquí?

-Son unas personas especiales, te contaré cuando estemos en casa. Disfruta tu pastel, nunca desayunas cuando tienes que venir a trabajar.

-¿Cómo sabes?

-Un pajarito me lo digo.

-Maldición -malhumorado, probó un pedazo del pastel.

-También tengo un buen pretexto para estar aquí. En realidad tengo el día libre, pero pensé que si venía aquí podía hacer algo que ameritara hoy.

-¿Algo que ameritara hoy? -dejó el tenedor en el plato y se cruzó de brazos- ¿Que planeas?

-Oh, nada malo. Hoy es San Valentín, ¿cierto?

Cubrió su boca, había estado a punto de atragantarse con su propia saliva. Contuvo la tos, si Kunikida lo escuchaba toser en el área de mesas estaría frito.

-¿Q-Qué dices... idiota?

-Digo que hoy es San Valentín. Ese desayuno es mi regalo para ti. No te preocupes, puedes pagarme de otra forma en la noche -aunque su tono era burlón, hablaba en serio.

-¡No! ¡Esperaré al día blanco!

-¿Por qué en el día blanco cuando puedes pagarme ahora?

-Eres despreciable, ¿ya te lo dije? -bebió un poco del café.

-Feliz San Valentín, Nakahara-kun.

-¡Oye, tu! ¡¿Que haces comiendo con ese cliente repugnante?!

-¡Lo compró para mi!

-¡Regresa a la cocina! ¡Y tu, deja de corromper a mis subordinados!

En el lugar, las risas y los gritos lucieron agradables.

Fake Lover | Soukoku - BSDWhere stories live. Discover now