1. Cuando la vida cierra una puerta... ¡te da un portazo en la cara!

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Rosaura estuvo a punto de preguntarle si no le importaba que un hombre que conocía y muy posiblemente respetara estuviera gravemente herido, sabe Dios en qué estado, pero se contuvo pues sabía cuál era la respuesta.

A Camila Pardo Angarita solo le importaba su apariencia, su reputación, su estatus y su estúpido novio que le coqueteaba a todo lo que tuviera falda, según lo que Rosaura se había dado cuenta. Era mejor no tratar de intercambiar con ella más frases que "¿Esta semana de qué color quiere las uñas?" y "¿Algún decorado en especial?"

Una nueva alarma sonó y todo volvió a comenzar. Rosaura ya había recogido los esmaltes y se había vuelto a acomodar para continuar pintándole las uñas, así que ni siquiera notó el sonido.

—Rosa... ¿No escuchas?

—¿Qué?

Camila gruñó y la miró como si tuviera la peste.

—Perdón. ¿Qué, señorita Camila? —Por un instante olvidó que no decir "señorita Camila" era una falta de respeto que la señorita Camila no estaba dispuesta a dejar pasar.

—Me enviaron otro mensaje.

La mujer perdió el control de sus expresiones faciales y torció los ojos.

—No es mi culpa que te hayas levantado tonta hoy, Rosaura —afirmó Camila molesta.

La manicurista le pidió perdón y volvió a desbloquear el celular. Vio que el mensaje lo mandaba ahora un contacto guardado como BFF junto a un emoji de dos mujeres y un corazón en la mitad. Lo abrió y lo reprodujo para ella.

Amigaaaaa, ya que hoy no habrá equi, ¿salimos a tomar algo? Abrieron un nuevo pub en Ciudad Jardín que Vale dijo que estaba espectacular, y me hizo sentir como un culo porque no fuimos a la inauguración. Le dije que habían hecho otro evento antes para invitados súper vip y que a ese obvio que habíamos ido, pero necesito las fotos para demostrárselo.

Camila le hizo un gesto a Rosaura y ella entendió de inmediato que tenía que volverse a levantar para llevar el celular hasta la boca de la niñita para que mandara su respuesta. Era increíble que no pudiera esperarse unos minutos a que ella terminara su trabajo para ponerse al día con su vida social. Aunque bueno, estarse parando y sentando era mejor que hacer sentadillas en un gimnasio, y aunque fuera un débil consuelo, era una forma para no perder la cordura.

Aleee ¿Are you kidding me? ¡Claro que me apunto! Pasa por mí en unos cuarenta minutos, hay que ir de shopping entonces.

Rosaura no se sentó esperando la respuesta. Hizo bien, pues dos segundos después ya había un nuevo mensaje.

¿Y por qué no vamos en tu carro mejor? El mío no me lo han querido lavar porque el que lo hace está disque enfermo... ¿puedes creerlo?

De inmediato, Rosaura presionó el micrófono para grabar un mensaje.

—Pfff, la gente ya no quiere trabajar, y luego se quejan de su pobreza. Pero no importa, amiga, es que me están arreglando las uñas y si manejo me las arruino, seguro. Por hoy podemos ignorar la suciedad de tu carro —respondió y soltó una carcajada.

Rosaura quería darle un telefonazo en la cara.

Llegó otro mensaje de Alejandra, la BFF, y Rosaura lo reprodujo.

—Listo, Cami, paso por ti en una hora más o menos.

La manicurista estuvo tentada de poner el aparato en modo avión para poder terminar su trabajo, pero prefería no meterse en problemas. Además, el aparato era mucho más avanzado que su celular chino que de por sí ella no manejaba muy bien; seguramente no sería capaz de poner el aparato en ningún modo avión. Aunque los accidentes podían pasar, y si lo dejaba caer al agua de la manicura, podría terminar en modo submarino...

El infierno tiene un solo baño - ONCWhere stories live. Discover now