zhongli.

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‧₊˚🖇️✩ ₊˚🎧⊹ ♡ ZHONGLI / MORAX.





Alabado es el consabido y minúsculo lapso en que sus miradas colisionan por primera vez; embebiéndose de las constelaciones ajenas, apropiándose instantáneamente de nuevas e infinitas galaxias, hasta el momento, completamente desconocidas. Y deleitándose con los recónditos astros reflejados en la inmensidad de los orbes, entre los cuales, brotan espontáneamente avivadas chispas, que alumbran como un lucero en el primer despunte del alba, siendo capaces de evaporar todo su basto conocimiento del mundo que ha ido obteniendo a lo largo de milenarias y centenares primaveras ya transcurridas.

Más enterado de lo que le gustaría, en sus reminiscencias perduraba insistente el ominoso concepto de la expiación a pagar; la divina eternidad. Codiciada por muchos mortales, pero repartida entre unos pocos, afortunados. La ambición más deseada en toda la historia, que en su caso no se consideró como una ofrenda divina. Por lo menos, en un principio.

Costó generaciones entender que sí existe un destino y que era decisión suya o no el seguir los pasos que éste advierte; si quería continuar siendo acogido plácidamente entre los brazos de la ventura y el hado, sin dejar en las escurridizas manos del azar el rumbo de su vida, ni que ésta se tornase desdichada.

Porque había permanecido durante una compleja eternidad todo lo inmutable, estático e impávido que jamás se hallaría. Residiendo en una constante igualdad en su vida de la que era previo conocedor, y de la que nunca podría salir ni deshacerse. Aunque no siempre sería así... Al menos hasta cierto momento indicado de ese año, donde la dicha al fin colmaría por completo su corazón, la prosperidad comenzaría a florecer en su nueva vida y, finalmente, habría puesto fin a la búsqueda de su comodidad en Liyue, porque se habría topado con un nuevo lugar al que llamar casa.

Poseedor de una magna cuantía de información perteneciente a toda una infinidad de datos que un erudito no podría ni recrear en su mente, irónicamente nunca ha conocido la crepitante sensación del amor que, como tal intangible, ante él se presentó con una amplia gama de colores vibrantes que sacudía con fuerza sus huesos y erizaba su piel, pero calentaba con solemnidad su corazón.

El reflejo en el amplio ventanal le devuelve la mirada, recóndita y profunda, que a su vez acompaña con un refulgente y lastimero pesar en sus ojos; expandiéndose por las facciones de su marmolado rostro y acabando en forma de suspiro melancólico, arrastrado por la brisa marina que amenaza con entibiar el interior de la estancia. No hace frío, pero aun así está temblando ligeramente. Es entonces cuando un cálido y robusto brazo se cierne por sobre su espalda desnuda, solamente cubierta por una ligera sábana de lino del mismo color que el cielo estrellado. Se estremece, pero le agrada la sensación del contraste entre sus pieles.

—Liyue es, ciertamente, encantador. —elogia con verdadera admiración, sin poder apartar la vista de las calles, ni de los transeúntes.

En el exterior hay demasiado trajín incluso para ser de madrugada entre semana. Los restaurantes siguen acogiendo a más comensales cada vez y los salones están a rebosar con toda clase de personas: comerciantes, turistas e inclusive lugareños que se animan a celebrar la noche, porque es el Rito de la Linterna y —casi— nadie lo transcurre en el interior de su casa.

—Tú lo eres infinitamente más.—corrige, deslizando sus manos por la cintura ajena, palpando cada centímetro de desnudez—. A tu lado, todo se queda endeble, querida. —besa con gracia su hombro y acomoda con paciencia las sábanas que la mujer carga para evitar enfriarse.

Ríe, nerviosa. La mayoría del tiempo Zhongli no actúa tan espontáneo, pero cada vez que saca a relucir su lado más taimado, locuaz y coqueto, a Shu se le atraviesan los pensamientos, se le atoran las palabras en la boca y de sus trémulos labios, dejan de brotar palabras coherentes, que son reemplazadas por la tonalidad carmesí que adorna sus pómulos. Aparta la mirada del exterior, solamente para fijarla en la única persona que la está acompañando.

—Me tienes en demasiada estima.—sacude la cabeza, aún aturdida por sus palabras anteriores, tratando de buscar un sentido a la frase.

—¿Y qué si es así? —besa su frente con suavidad, ordenando parte del pelo que serpentea en libertad, impidiendo una perfecta vista de la divinidad que yace con ella—.¿Ocurre algo? —indaga, al ver resquicios de, lo que le parece, preocupación.

—Me pones nerviosa.—se declara ante él, sin culpabilidad, con total certeza.

Petulante, sonríe. Zorro. Astuto como solo él sabe, la engatusa para acercarse más y romper la corta distancia en la que se encontraban. Tira del embozo del que se ha adueñado para tenerla frente a él y poder admirar la belleza divina que porta, regia y con soberbia.

—Quizá esto ayude a relajarte.—sus labios rozan la piel ajena, febril, expectante. En busca de más cercanía, más contacto.

Se olvida de cómo respirar.

Sus manos temblorosas no saben adónde aferrarse y sus piernas chocan contra las masculinas. Es la reacción que desencadena en su cuerpo y lo sabe. No es ni mucho menos la primera vez que yacen en el mismo lecho, pero Shu lo siente como si lo fuera. Porque pasar todos los días a su lado no son, ni mucho menos homogéneos, sino más bien lo contrario. Es una mezcla de todas las sensaciones que le provoca.

Una vorágine caótica de sentimientos, incapaz de ser controlada. Su piel se eriza por cada centímetro que es repasado, con la lengua, labios, o dedos, que recorren y delinean cada curva, hueco y parte de la anatomía femenina. Una exhaustiva exploración que nunca se cansa de realizar, porque se fascina con cada minúsculo detalle. Las cicatrices de antiguas batallas que adornan su cadera, los lunares del cuello que encuentra cada vez que besa esa zona y las demás marcas que componen su cuerpo, y lo hacen más exuberante.

Parece un sueño.

Zhongli se toma su tiempo para observar, admirar y acariciar su figura voluptuosa, cuyas acciones hacen delirar a Shu en una ilusión de la que solamente sus besos pueden devolverla a la realidad. El velo de la quimera se desvanece y con él, una recóndita sensación de nostalgia hace acto de presencia.

—¿Y bien? —pregunta, caballero.

—Sigo inquieta. Pero ya lo sabes.—cierra los ojos. Sonríe y enrosca los brazos sobre el cuello de Zhongli.

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⏰ Última actualización: Mar 30 ⏰

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𝐸𝒞𝒮𝒯𝒜𝒮𝒴 ✷ genshin impact.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora