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Harry caminó de un lado a otro de la pequeña tienda mirando las fotos en la pared. Se detenía frente a algunos, los analizaba por un minuto y luego se alejaba. No tenían sentido, ninguno de ellos. Esto había sido solo una mala idea.
Era una solicitud ridícula para un regalo de San Valentín, pero no sabía qué comprar para su esposo.
Estudió una pared con paneles en la parte trasera de la tienda que contenía muestras de caligrafía. Había literalmente docenas de opciones y en un momento de claridad pareció que había encontrado la solución. Buscó en la pared y se encontró atraído por las fuentes más antiguas. Parecían encajar mejor con el nombre o las iniciales de su marido. Ciertamente no podía imaginar el nombre de Louis escrito permanentemente en ninguna parte de la burbuja como letras de grafiti, que no le había sorprendido encontrar como una opción.
Eligió mentalmente uno, un hermoso pergamino con bucles que enfatizaría la L y tenía pequeños adornos en la H. Podía imaginarse las dos iniciales intrincadamente mezcladas en su cadera, tal vez. Aunque también se vería perfecto en su pecho. Pronto descartó la idea de ese tatuaje.
Suspirando, miró la diminuta imagen enterrada en la esquina de un panel que había mirado varias veces durante sus horas de paseo. No podía creer que no había logrado verla: la respuesta. Algo que adoraría su esposo.
──Ese. ──dijo Harry señalando la diminuta figura. Se volvió hacia el artista barbudo y vio que una ceja particularmente poblada se alzaba sobre la frente del hombre.
──¿Ese? ──el hombre cuestionó.
Harry simplemente asintió con la cabeza.
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Harry había sido meticuloso en mantener el vendaje sobre su regalo hasta el 14 de febrero. Obviamente, su esposo sabía que algo se había hecho, pero había decidido que la imagen real permaneciera en secreto.
Había sido difícil colocar las lociones necesarias en su brazo sin que su esposo intentara salir de detrás de la cama o doblar una esquina para echar un vistazo. La paciencia no era una de las virtudes de Louis, y en varias ocasiones había afirmado que la anticipación en realidad lo estaba poniendo en peligro mortal. Harry ignoraba sus preocupaciones y vendó todo su brazo con seguridad para asegurarse de que Louis no intentara quitar el vendaje mientras él dormía.
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Al día siguiente, Harry despertó solo para descubrir que Louis estaba sentado con las piernas cruzadas y ansioso en su lado de la cama. Harry sonrió tranquilamente y se dio la vuelta murmurando en broma algo sobre solo cinco minutos más.
Una de las manos de Louis se había sujetado a la muñeca de Harry y la otra había sostenido un par de tijeras brillantes y relucientes. El rizado se había tragado el miedo natural al ver un instrumento afilado en la mano no siempre cautelosa de Louis y asintió, sentándose suavemente y extendiendo su brazo para que su esposo lo desenvolviera.
Harry se había preparado para el dolor agudo de la cinta tirada rápidamente, pero no llegó. Louis cortó meticulosamente y retiró lentamente la cinta provocando la menor cantidad de incomodidad. Cuando los pequeños dedos agarraron la esquina del trozo de algodón, Harry contuvo la respiración. Estaba seguro de que Louis estaría complacido, pero no pudo evitar que una punzada de duda nublara los rincones de su cerebro.
El algodón fue arrojado rápidamente a un lado y el castaño se inclinó para examinar la nueva imagen permanente en el hombro de Harry, quien evitó que un escalofrío recorriera su cuerpo mientras la mano de Louis se deslizaba sobre la piel aún ligeramente sensible. Las protuberancias habían desaparecido y la piel ya no estaba roja, pero todavía se sentía ligeramente magullada. Parecía muy consciente de esto en su toque y Harry lo apreciaba.
Un momento después, cuando Louis se acercó aún más y los labios y luego una lengua caliente se unieron a la exploración, Harry no pudo evitar que su cuerpo reaccionara.
──Louis. ──susurró, tratando de alejarse para que los escalofríos dejaran de moverse por su espalda.
Louis no soltó su agarre, pero movió su cabeza hacia atrás y miró a Harry a los ojos.
──Una abeja. ──sonrió.
Harry se preguntó si era el insecto o él mismo lo que despertaba la mirada de excitación en los ojos azules.
──Feliz San Valentín. ──respondió el rizado, cruzando su cuerpo para pasar una mano por los desordenados cabellos castaños de Louis.
──Gracias. ──murmuró, volviéndose hacia la abeja de nuevo.
La intensa mirada era casi palpable pero Harry lo dejó mirar. Observó los ojos que se movían locamente de un lado a otro para captar cada detalle. Sabía que no le llevaría mucho tiempo...
──Oh. ──exclamó, enderezándose y señalando a la abeja. Una sonrisa cruzó su rostro en el mismo instante y se encontró con los ojos de Harry.
──Pensé que te gustaría eso.
──Me encanta. ──Louis pasó un dedo sobre el tatuaje nuevamente, trazando suavemente sobre las pequeñas alas donde las tenues L y H estaban escondidas entre las líneas que formaban el patrón. Con un ligero ajuste de sus labios, la sonrisa se convirtió en una mueca y el brillo salvaje entró en los ojos azules.
Harry se estremeció, inclinándose hacia atrás mientras el pequeño cuerpo se inclinaba hacia adelante.
En un movimiento fluido, se sentó a horcajadas sobre las caderas de Harry y una mano se cerró protectoramente sobre la abeja.
