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La noche había llegado.
Louis entró a su habitación, seguido de Harry. El castaño no había levantado la mirada hasta que pasó el marco de la puerta y se detuvo en seco, admirando la cama. Normalmente siempre se encontraba vacía... pero esta vez no.
──Harry... ¿qué demonios es esto? ──preguntó Louis al ver cómo su novio se acercaba hacia dos gigantes peluches en la cama. Justo donde debería ser el lugar del castaño.
──¿Qué? Creí haberte dicho que amo los peluches. ──mencionó sin importancia, pero con un deje de inocencia en su voz.
──¡Nunca lo hiciste! Además, son enormes, Harry.
──Solo son normales, Lou. ──respondió acostándose al lado del montón de ellos.
──Harry, por favor, quítalos. ──suplicó.
──No lo haré. Es un regalo que hice especialmente para ti. ──le sonrió con ternura. ──Y si no duermen en nuestra cama, se enojarán. ¿Qué tal si nos quieren asesinar?
──Bien. ──contestó Louis, tomando una almohada, una sábana e hizo ademanes de salir de la habitación.
──¿A dónde vas? ──cuestionó el más alto.
──Dormiré en la sala. En esa cama no hay lugar para mí y esos dos gigantescos osos. ──soltó, intentando sonar molesto, aunque por dentro se moría de ganas de ir a tocarlos y sentir su suave textura.
Harry negó acercándose a Louis y llevándolo consigo a la cama, acostándolo sobre él.
Louis se removió un poco, pero se dejó hacer entre los brazos del rizado.
──Sabes que no me gustan los peluches.
──Deja de quejarte, ¿sí? ──murmuró algo somnoliento. ──Son bonitos y suaves como tú, Lou.
El castaño suspiró, sin decir nada. Una vez que vio a Harry cerrar los ojos definitivamente, supo que estaba dormido. Con lentitud, movió su mano hacia uno de los peluches y lo acarició, sonriendo como tonto. Le encantaba. Y más viniendo de Harry.
──Sabía que te gustaban.
Louis se sobresaltó un poco, quitando la mano del peluche y enfocando sus ojos en la mirada de Harry.
──Tal vez podamos conseguirle un lugar más propio para ellos aquí en la habitación. ──susurró con un rubor en sus mejillas. ──Pero no en la cama.
Harry sonrió. ──Cuenta con ello.
Ambos se acomodaron otra vez, Louis posicionando su cabeza contra el pecho de Harry, y él envolviendo sus fuertes brazos alrededor de la cintura pequeña de Louis.
──¿Y Harry?
──¿Sí?
──Feliz día de San Valentín. Gracias por el regalo. ──dejó un pequeño beso sobre su pecho. ──Y lamento no haber comprado nada para ti.
──Tú eres el mayor regalo que pude haber recibido. ──acarició el costado de su cadera, enviando escalofríos en toda la espina dorsal de Louis. ──Y feliz día de San Valentín para ti también, bonito.
