II

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Todos se encontraban ya en el comedor

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Todos se encontraban ya en el comedor. Antes de eso, estaban cada uno buscando por algún lado de la mansión, pues se hospedaban en una mansión alejada de la ciudad, situada entre los árboles del bosque y en el medio de la nada.

Una vez reunidos todos de nuevo, Yuko se sentó junto a ellos en el sitio que los chicos le indicaron, y continuaron la hora del desayuno. Eso sí, no apartaron el tema del que irían a hablar ni mucho menos.

—Yuko —dijo Mikey—, debes saber que Sanzu ha mentido, pero no te ha mentido del todo.

Sanzu chasqueó con la lengua, de manera que todos lo escucharan.

—¿Y por qué me mentiste? —preguntó la mujer, mirando al de cicatrices en los labios.

—Porque eres tan perfecta que te quiero sólo para mí —respondió él, guiñando un ojo a la par que sonreía. Aquello hizo que Yuko se ruborizara con notoriedad.

—Pero recalco lo de que no te ha mentido del todo —volvió a hablar Mikey, cerrando los ojos a la par que suspiraba—. Tú formas parte de una relación poliamorosa con nosotros, pequeña.

—Eso quiere decir que no te he mentido —añadió Sanzu, quien se sentaba al lado de Yuko. Aprovechó que estaban juntos para acariciarle el cabello a la fémina, mientras esta reaccionaba con sorpresa por lo mencionado.

—Puede que te resulte raro, pero es cierto —añadió el pelinegro del tatuaje de dragón situado en uno de los lados de su cabeza—. Tú eres nuestra chica. Nos querías muchísimo antes de perder la memoria.

Yuko, sintiendo el peso de las palabras impropias, comenzó a sentir también la culpabilidad. Debido a esto, la mujer agachó la cabeza con tristeza.

—Vosotros me queríais mucho... y yo sin razón aparente os he olvidado... lo siento mucho... —decía la fémina llena de pena.

—No te tortures por eso, cariño —añadió el chico del moño y cabello bicolor. Aquel era el llamado Kazutora. Él se levantó para abrazar por la espalda a Yuko, a la par que dejaba unos pequeños besitos en su cabeza.

Kazutora no se iba a quedar de brazos cruzados sabiendo que se podían aprovechar de la mujer a la que habían secuestrado, disfrutando de su situación actual. Aprovecharía, así, la inocencia y el desconocimiento de la mujer, para hacerla suya él primero.

—Oye, oye. ¿Has acabado ya el desayuno?—preguntaba Kazutora.

—Uhm... sí —respondió la mujer. En realidad no había acabado el desayuno del todo, pero no tenía mucha hambre, pues todas las sorpresas de ese momento la hicieron reaccionar tanto que se le quitaron las ganas de desayunar.

—¡Genial! Entonces, ¿quieres venir conmigo? ¡Puedo enseñarte la casa!

—Oye, no tan rápido, Kazutora —reaccionó uno de los hombres de cabello negro.

𝑳𝒊(𝒍𝒊𝒆𝒔)  ❀  𝑇𝑜𝑘𝑦𝑜 𝑅𝑒𝑣𝑒𝑛𝑔𝑒𝑟𝑠  𝐁𝐨𝐧𝐭𝐞𝐧 𝐡𝐚𝐫𝐞𝐦Where stories live. Discover now