La historia de Alya Potter (AU de Harry Potter)

Capítulo 8: "La clase de vuelo"

'Yo no busco problemas, los problemas me buscan a mí... a veces'

-Alya Dorea Potter

A las 14:00 p.m. del día Jueves, dos hileras de escobas se ubican en el césped del campo de Quidditch, el cielo estaba despejado con poca brisa y un clima templado.

Alya estaba acostada, media dormida y sintiéndose como un gato al sol, ignoraba a todos a su alrededor mientras esperaba a la instructora de vuelo.

– ¿Cómoda? – pregunta Corvus, quien estaba sentado a su lado.

Alya soltó un sonido afirmativo sin moverse de su posición. Siempre disfruto estar bajo la luz del sol, una de las pocas actividades que la mantenían quieta.

– ¿Emocionado de volar, Corvus? – le pregunta Ron.

– Si, aunque ya he volado antes. Mi prima me enseñó lo básico. ¿Qué hay de ti? –

– Pues a veces mis hermanos y yo volamos, tenemos mucho espacio...–

Conversaciones similares ocurrían alrededor, en su mayoría todos estaban emocionados por volar pero había casos, como Hermione Granger y Neville Longbottom que jamás han volado, que se sentían increíblemente ansiosos por ello.

De hecho, ahora mismo se podían ver a dichas personas luciendo pálidas y nerviosas. Neville parecía que iba a desmayarse en cualquier momento y Hermione se mordía las uñas mientras susurraba frenéticamente algo ininteligible para el resto.

Finalmente se escuchó un silbato anunciando la llegada de Madam Hooch.

Todos se posicionaron, los Slytherins por un lado y los Gryffindors por el otro, quedando frente a frente, cada uno con una hilera de escobas.

– ¡Buenos días, alumnos! – saludo la instructora – ¡Soy Madam Hooch, su instructora de vuelo! –

"Sus ojos se parecen a los de un halcón", pensó distraídamente Alya, "Será algún hechizo o nació con ellos", miro como todos se movían a sus escobas. "Oh mierda, la clase ya empezó"

Rápidamente siguió el ejemplo de sus compañeros ignorando la mirada divertida de Corvus.

Después de una breve explicación, trabajaron en sus posturas sobre la escoba y agarre.

– ¡Muy bien todos! – llamó Madam Hooch – Esto es lo que haremos, subirán a sus escobas y a mi señal darán una patada, se elevarán un par de metros, se quedarán en el aire unos segundos y luego bajarán – instruyó – ¡¿Entendido clase?! – todos asintieron ante su pregunta.

Al final nadie tuvo la oportunidad de volar, ya que antes de que el silbato fuera tocado Neville Longbottom salió despegado del piso en un vuelo inestable. Ya estaba unos 10 metros cuando la escoba comenzó a sacudirse como un toro tratando de tirar a su jinete.