Capítulo 6: Mentiras compulsivas.

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—Porque no ha venido a clase.

—Mejor, así podemos hablar. A mi no me gusta Antonella, no es mi estilo —retomé el anterior tema de conversación.

—La verdad es que no, un asco de pareja —puso cara de indiferencia.

—¿Con quién crees que pegaría? —pregunté, con curiosidad.

—Con Solsito... Si, eso, con Solsito... —dijo, con cierta inseguridad.

—Que pesados todos con Solsito, es solo mi amiga. Cambiando de tema, ya que nunca podemos hablar ni nada... ¿Te gustaría pasar este recreo conmigo? —mi corazón comenzó a acelerarse.

—Sí, claro —se quedó mirando mi rostro.

—Guay, pues después de clase nos vemos que ahora tengo que entrar —me despedí con una sonrisa.

Sebastián

Álvaro fue a clase y empezó a buscarme por los pasillos, donde finalmente me encontró.

—Sebas.

—¿Qué?

—¿Sabes que alguien se ha inventado que me gusta Antonella?

Me puse a pensar: "Mierda, ahora si que estoy muerto" mientras mi hermano decía:

—Te juro que, si descubro quién es la persona, le reviento la cara.

—Joder, pues habrán sido Álvaro o Mario —dije, nervioso.

—No vinieron a la escuela, es imposible —respondió.

—Pues la propia Antonella —seguí poniendo excusas.

—No, creo que fueron una de esas dos —señaló a Tamara y Josefina.

—Pues habrá sido Jose —intenté echarle la culpa a Josefina.

—Pienso incordiarlas hasta que confiesen —me contestó enfadado.

Mi hermano se acercó enfurecido a ellas y les dijo:

—¿Vosotras que habláis de mí, eh?

—Estamos hablando de Carlos, el profesor de religión, no de vos —contestó Tamara, confundida.

—No, no, me refiero a la conversación que tuvisteis con Antonella. No os hagáis las tontas —mi hermano miró a las dos, con enfado.

—Lo siento —se disculpó Tamara—. Yo solo dije lo que me contaron, no quería causarte problemas.

—¿Quién te lo contó? —preguntó mi hermano.

—Tu hermano me dijo quién os gustaba a los dos, y él no mentiría —dijo Tamara.

—¿Qué? ¿Mi hermano? —instintivamente Álvaro me lanzó una mirada asesina.

—¿Yo? yo no fuí —mentí, intentando salvarme de esta situación.

—Sebas, dime la verdad —me miró fijamente a los ojos.

—Te lo juro por la mamá —hice un juramento falso.

—¿Vos me estás cargando? Álvaro, te juro que él me lo dijo —le dijo Tamara a mi hermano.

—No te lo vuelvo a decir, dime la verdad Sebas —me miró de nuevo con rabia.

—Esta bien, fui yo. ¿Pero es verdad, no? —seguí intentando salvarme el culo.

—¿Qué dices? sabes perfectamente que no —me miró mal.

—¿Qué está pasando? —preguntó Tamara.

—Lo siento Tamara, te mentí, no le gusta Antonella —reconocí—. Pero tú también... Te dije que no dijeras nada —le hablé con mal tono.

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