Cuántas veces, en el desesperado y absurdo intento de que algo no acabe, terminamos acabando con nosotros mismos.
Nos convertimos en un objeto que solo existe, inerte, para impedir un cierre, pero que a la vez obtura toda posibilidad de que algo nuevo se abra.
Ni hacia un lado, ni hacia el otro; en medio, inmóviles, paralizados por la indecisión.
La rigidez y la resistencia solo anuncian un quiebre.
La fijeza de la inacción se cierne sobre el cuerpo.
~ M.S.