Epílogo

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Sehun tiró de la mano que envolvía su muñeca. Se sentía como si estuviera tratando de sacar su brazo de un agarre vicioso. Sólo una vez deseó que estos hombres más grandes experimentasen lo que era estar a merced de alguien más fuerte que ellos.


Era un sueño imposible, pero un sueño no obstante.


Cavó sus pies en la tierra y se negó a dar un paso. Minho siguió adelante, simplemente arrastrando a Sehun detrás de él. Sehun saltó, quitándose los zapatos. Hizo una mueca cuando pisó algunas agujas de pino.


— ¡Muévete! — espetó Minho —

— No voy a ir contigo — Sehun tiró de su muñeca otra vez — Te odio –


Sehun gritó y cayó al suelo cuando el dolor explotó en su mejilla. Agarró un lado de su rostro donde Minho lo había golpeado y miró al hombre. El nivel de violencia no era nada nuevo, pero era algo que había pensado que había dejado atrás.


— ¿Crees que me importa cómo te sientes, chico? No necesito que te guste para que me des cachorros –


Era cierto, pero...


— Me mataré antes de dejar que me tengas de nuevo –


Minho lo miró por un momento, luego se rió.


— ¿De verdad crees que puedes detenerme? —

— Es posible que no sea capaz — dijo una voz detrás de Sehun — pero lo haré –


Sehun giró para ver a un hombre al que nunca había visto salir del espeso bosque. Puede que no lo conociera, pero sospechaba quién lo había enviado.


— Chanyeol, hay un tipo aquí... —

— ¿Alto, feo, parece que come tanques para el desayuno? –


Sehun miró al hombre. Cumplió con todos esos criterios, a excepción de la parte fea. Era rudo de una manera muy masculina, pero estaba lejos de ser feo.


— Sí, ese es él —

— Su nombre es Jongdae —

— Lo tengo —

— Estoy casi allí, compañero. Trata de no meterte en problemas hasta que llegue allí –


Sehun se giró para mirar a Minho cuando el hombre gruñó.


— No estoy haciendo ninguna promesa –


Retrocedió, tratando de alejarse lo más posible de Minho. Cuando sintió una mano envolver su tobillo, Sehun pateó con fuerza y luego continuó tratando de alejarse.

Apenas había avanzado unos metros, Sehun cambió. Salir de su ropa esta vez fue un poco más fácil que la última vez. Principalmente porque no le importaba si se rasgaban o no. Él sólo quería salir de ellas.

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